A Sofía Vergara no le gusta que la llamen “estrella”; “más bien soy una estrellada”, bromea mientras pinta sus uñas de un rojo furioso, en la intimidad del espacioso camarín que ocupa en Pol-ka: “Soy simplemente una mujer que trabaja, y mientras esto suceda voy a estar bien. Ni siquiera me interesa averiguar qué es lo que se necesita para ser una estrella, porque no tiene nada que ver con lo que yo quiero demostrar . Voy por la vida disfrutando cada momento y haciendo proyectos a corto plazo”, continúa.
Nacida en Barranquilla, Colombia, el 10 de julio de 1972, esta chica que supo enamorar a Luis Miguel un par de años atrás y que tuvo a su hijo antes de cumplir los 20, confiesa: “Sinceramente, todavía no me considero una actriz. Es un mundo totalmente nuevo para mí ya que siempre trabajé como presentadora de TV. Cuando empecé, ni siquiera se me había pasado por la cabeza dedicarme a la actuación. Por eso trato de tomármelo con mucho cuidado, para no quemarme. Por suerte, hasta el momento, me ha ido bien. Tal vez se lo deba a la oportunidad que tengo de trabajar en los Estados Unidos, algo que resulta muy refrescante para mí”.
Sofía llegó a la Argentina para grabar, en la productora liderada por Adrián Suar, la versión colombiana de Amas de casa desesperadas, que se verá en su país a partir de mayo y de la que también es productora ejecutiva. Allí se pone en la piel de Alicia (que aquí está a cargo de Cecilia Roth), la vecina del coqueto barrio privado que se suicida en el primer capítulo y que después pasa a ser la narradora de la historia: “Acepté hacer este personaje porque mi tiempo no me daba para interpretar cualquiera de los otro cuatro. Gracias a Dios, tengo mucho trabajo en Nueva York y no puedo irme de allí más de una semana. Sin embargo, no me animé a rechazar una propuesta tan interesante”, cuenta.
— ¿Veía la versión original de la serie?
—No, nunca. Lo que pasa es que soy supermala como espectadora de televisión. Pero, como la daban por ABC, la misma cadena para la que yo trabajo, estaba al tanto de ciertos detalles y sabía el éxito que lograba.
—¿Y pudo ver la de acá?
—Tampoco, porque el día que la emitieron llegué muy cansada de grabar y me quedé dormida. No vi casi nada. Lo bueno es que el decorado es el mismo y entonces puedo imaginarme cómo vivieron las actrices argentinas cada una de las escenas.
—¿Qué opina de la clase social que Amas de casa... intenta reflejar?
—Lo que estamos haciendo es ficción, pero es muy cómico ver a estas mujeres con muchas cosas resueltas en la vida, “desesperadas” por otras que no soluciona el dinero. Hay gente que tiene mucho menos, pero que es más feliz. Estas están locas y se la pasan sufriendo.
—Su personaje decide suicidarse. ¿Cómo reacciona usted ante los momentos difíciles?
—Por lo general, voy para adelante. No me gusta quedarme paralizada, como hace mucha gente. No hay que olvidar que yo tengo un hijo y que, por lo tanto, no me puedo dar el lujo de no reaccionar rápido.
— Su hijo, Manolo, tiene ahora 15 años, ¿es difícil ser mamá de un adolescente?
—No tanto, siempre traté que me respetara. El hecho de que yo sea joven y de que esté mucho tiempo ausente de la casa no implica que pueda hacer lo que quiera. Le tuve que imponer mucha disciplina y, sobre todo, darle buenos ejemplos.
—¿Es celoso de su trabajo? ¿Le reprocha las horas que no está con él?
—Ya está acostumbrado. Cuando nació, yo ya viajaba y trabajaba mucho. Además, sabe valorar todo lo que le doy. Por suerte, jamás me reclamó tiempo.
—Con tantas ocupaciones, ¿qué pasa con su vida privada?
—Se complica. Sin embargo, cuando uno tiene ganas y está convencido, puede organizarse y equilibrar el trabajo con la privacidad. Pero no puedo dejar de reconocer que no es fácil. Y bueno, es así: no se puede tenerlo todo.
—¿Está en pareja?
—No.
—¿Se aguanta estar sola?
—Sí, porque tengo amigos y salgo mucho. Para mí, tener novio no es algo imprescindible.
—Usted logró lo que quería. ¿El factor “suerte” tuvo algo que ver?
—Sin lugar a dudas. Yo creo mucho en la suerte y uno tiene que estar preparado para sobrellevar este estilo de vida. Si no, te pasan por encima.
—¿Cuánto hace que no vive en Colombia?
—Trece años. Trato de ir lo más posible, porque allí todavía tengo a mi familia y una gran cantidad de amigos. Cuando vivía en Los Angeles, me resultaba más difícil viajar, pero ahora que estoy en Nueva York, lo hago más seguido. Necesito tener mis afectos cerca.
—¿Pensaba que Colombia no le daría lo que busca?
—Para nada. De hecho, yo trabajé mucho en mi país. Pero cuando me llamaron de Univisión para que condujera un programa de viajes, lógicamente no me pude negar. Tenía 22 años y muchas ganas de emprender nuevos desafíos.
—¿Cómo es su relación con la Argentina?
—Muy buena. Este país me encanta y me sentí muy emocionada cuando supe que la serie se filmaría aquí. Llegué dos días antes de empezar con las grabaciones para poder recorrer Buenos Aires con tiempo. Me enamoré de la ciudad cuando vine con el programa de viajes. Y siempre que puedo, vuelvo.
— ¿Pensó en trabajar acá?
—Todavía no se me ha dado la oportunidad. Pero es algo que no descarto.
—¿Qué siente cuando, después de tantos años, todos le preguntamos por Luis Miguel?
—Me da mucha risa. Yo conocí a Luismi en 1992 y todavía se siguen refiriendo a la relación que nos une, como si no hubiese pasado el tiempo. A él también le causa mucha gracia. Pero reconozco que es una persona muy famosa y superquerida, y entonces es obvio que quieran saber todo de su vida.
—¿Fue su novia?
—(Suelta una carcajada) Esas cosas yo no las digo, ¿se creen que soy boba?
—Por lo menos, díganos si le dejó buenos recuerdos.
—Sí, claro, los mejores.
—¿Se siguen viendo de vez en cuando?
—Por supuesto.
—Y ahora que Araceli Arámbula, su novia, está embarazada, ¿piensa que va a ser un buen padre?
—Va a ser un divino como papá, no tengo la menor duda. Además, todo lo que Luis Miguel hace es maravilloso.