Un año como el que tuvo Massacre en 2008 –consagratorio gracias al éxito de su último disco El Mamut y su primer Obras-, necesitaba un cierre que estuviese a la altura, un broche que sirviera para festejar un presente que pocos de sus más antiguos seguidores se hubieran imaginado alguna vez. Y así lo hizo ayer por la noche la banda de Walas y compañía en La Trastienda, con un show que (al igual que el que dieron el sábado) duró algo más de dos horas y que tuvo la energía y la mística de siempre.
Los autodenominados precursores del skate rock en la Argentina, arrancaron su faena con Sembrar, sembrar y a partir de allí se dedicaron a pasear por su amplio repertorio. Claro, tal como lo hicieron a lo largo del año, los temas del Mamut se llevaron buena parte del recital. Así, pasaron La Octava Maravilla, La Reina de Marte, La epidemia, Resurrección, Invasoras amazonas, y Clavos y globos, entre otros.
Pero Massacre no sólo rindió homenaje a ese último disco que le granjeó una popularidad casi inesperada y la posibilidad de realizar su primer Obras el pasado 31 de mayo. Para deleite de los fanáticos con algo más de historia, sonaron clásicos como Seguro es por mi culpa, Tres paredes (siempre un punto energético muy alto), Mi mami no lo hará, Te leo al revés, Nuevo día, From your lips, Plan B, Violence y hasta Canción de las muñecas, de aquella primeriza época de Massacre Palestina, casi veinte años atrás.
Como suele suceder cada vez que se presentan en La Trastienda, el fiel público de Massacre nunca dejó de saltar y rendir culto a esa costumbre bien rockera del “pogo” o a innumerables “mosh”, con chicos y chicas subiendo una y otra vez al escenario y volando hacia los brazos salvadores del resto. El propio Walas se animó y, luego de tomar las medidas de seguridad pertinentes a través de un gracioso casco, puso todo el peso de su humanidad en manos de sus seguidores.
También hubo momentos más tranquilos y propicios para viajes mentales, como cuando sonó Cuasidelictual y una particular versión de 1984. Pero a la hora de los bises, la banda concretó uno de sus clásicos fin de show a puro vértigo y que culminó ritualmente con toda la adrenalina de Diferentes maneras. Digno festejo para Massacre en un 2008 que los tuvo buena parte del año arriba de los escenarios (además de aquel esperado y consagratorio Obras, cerraron el Pepsi Music con Stone Temple Pilots y acompañaron a Los Fabulosos Cadillacs en sus recientes shows en River). Un 2008 que significó el despegue, el salto a la masividad de estos “rockeros de culto” que ya parecen haberse habituado a que sus “cultores” sean muchos más que antes.
(*) editor de Perfil.com