—¿Cómo estás?
— Y... estoy. Como digo yo, estoy como el rating: minuto a minuto. Haciendo el duelo personal, dolido, triste. Pero creo que ya sabíamos los dos que era una decisión que teníamos que tomar porque no tenía sentido lastimarnos. No quiero hablar de los motivos, porque hay mucha gente alrededor. Después se te empiezan a borrar los lindos recuerdos y lo que quedan son las facturas. Por eso quisimos terminar bien y entendimos que era lo mejor tanto para nosotros como para nuestras familias.
—¿Es difícil el proceso?
—Todo proceso y todo final es difícil, pero elegimos hacerlo de forma madura, sin lastimarnos y sin hacer tampoco un escándalo mediático. Yo estoy viviendo cada sensación y trato de no agarrarme de todas porque, si no, no podría ir a trabajar. Trato de no pensar tanto, estoy sintiendo mucho y pensando mucho en Matías. Obviamente los medios quieren informar y por eso sacamos el comunicado.
—Pero parece que no alcanzó para mucho.
—Es una situación complicada y salen a decir que si uno lo hace es porque tiene proyectos y quiere promoción, y si no hablás te dicen: “¿Quién te creés que sos que no contestás?”. Siempre es muy difícil conformar a todos, pero uno también tiene que tratar de conformarse uno. Yo hago lo que puedo, estoy con mi duelo, es todo muy difícil y la despedida con los chicos (los hijos de Graciela Alfano) también.
—¿No es una movida de prensa por la futura apertura de tu restaurante?
—Me duele que piensen eso, porque es justo un momento en el que estoy con mucho trabajo. Por suerte me tocaron grupos muy buenos. Por lo menos, uno siente que algo hizo bien en el camino cuando recibe tanto afecto. A los que piensen que es por prensa les digo que respeten los procesos de uno. Si ven el placar de mi casa (la que compartía con Alfano), se darán cuenta de que está vacío; me llevé todo. Pero está todo bien, porque cada uno habla y reacciona y siempre todo es confesional y hablan en realidad por sí mismos.