Desde 1983 que se estrenó la película El vestidor de Ronald Harwood, hasta su primera versión teatral que se conoció en Buenos Aires (1997) con Federico Luppi y Julio Chávez, el texto se transformó en una obra de culto. Ahora se presenta con Jorge Marrale y Arturo Puig acompañados por Gaby Ferrero, Ana Padilla y Belén Brito, con dirección de Corina Fiorillo, en la misma sala Pablo Picasso de La Plaza.
Recién para el año próximo se verá a Jorge Marrale en el programa que filmó en Córdoba y en Florianópolis titulado Relaciones Públicas, RR.PP. junto a Mariano Bertolini, Juan Gil Navarro, Liz Solari, Pablo Tolosa, Celina Font, Guillermo Pfening, entre otros. Son 13 capítulos televisivos, con subtítulos, manteniendo los idiomas originales, tanto para Brasil como para la Argentina. “La provincia de Córdoba –subraya entusiasmado– está apoyando mucho los proyectos audiovisuales”.
“El vestidor lo vi –inicia el diálogo Marrale desde su camarín– pero no tengo recuerdos nítidos. Había visto en su momento el film con Albert Finney y Tom Courtenay. Es una historia de vínculos fantástica, más allá de la relación con el teatro. Entre este actor y su vestidor se evidencia la relación entre personas que se puede reconocer. Hay alguien predispuesto a hacer todo lo que el otro necesita, y además lo hace con un gran grado de admiración. Además, son tiempos de la Segunda Guerra Mundial y están haciendo gira”.
“En realidad el trabajo de un actor no es solo de una entrega –subraya– sino que debe tomar una postura psicofísica siempre vigilante del personaje. Uno no lo es, hace. Hay algo que te puede quedar de algunos protagonistas, por su locura personal o su quietud, porque es diferente a tu carácter y lo recordás. Aquí, este actor que hago, está muy lejos de lo que soy. Es extrovertido, avasallante, muy narcisista. Encabeza la compañía y es también el productor. El público va a verlo a él, es un intérprete shakesperiano y cada día hace una obra distinta de este clásico. Me maquillo en escena y toda la obra transcurre en el camarín. Se desarrolla no solo su vínculo con su vestidor, que interpreta Arturo Puig, sino que también están todos los otros personajes, desde su mujer, la joven actriz y su asistente. Estas relaciones van más allá del teatro”.
“Estaba haciendo Noches blancas con la dirección de Hugo Urquijo –recuerda hoy– cuando quemaron el teatro El Picadero. En tiempos de dictadura hay una resistencia activa frente al horror, a la represión, a la locura y al miedo, me acuerdo mucho cómo flotaba en la calle. La predisposición anímica era distinta”.
Egresado del Conservatorio Nacional de Arte Dramático fue uno de los mejores promedios. Se sonríe y agrega: “Nos recibimos juntos con Beatriz Spelzini y Osvaldo Santoro. Por eso entramos a la Comedia Nacional del Teatro Cervantes. Me parece que desde que descubrí una parte de mi destino, que es lo vocacional, fui creciendo en la entrega. Traté de abarcar lo que es el ejercicio dramático en los rubros que puedo. Me encanta enseñar, porque aprendo. Este oficio le dio un lugar a mi vida. Encontré dónde expresar este mundo imaginario, vinculado a la creación”.
“Hubo falsas grietas”
Desde su fundación en julio del año 2006, Jorge Marrale integra la comisión directiva de Sagai (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes). “Era un viejo proyecto de los actores que no se concretaba. –Rememora hoy–. Después de un tiempo vinieron intérpretes y los directivos españoles que nos ayudaron mucho. Me tocó a mí hablar con Alberto Fernández (jefe de Gabinete) y vimos cómo era la ley de los intérpretes musicales (ADI) y nosotros no la teníamos. Después nos recibió el entonces presidente (Néstor Kirchner) y nos dijo que iba a presentar un decreto. Así pudo nacer Sagai”.
“Hubo falsas grietas. –Continúa–. Hoy tenemos casi seis mil inscriptos, todos tienen distintas ideologías, incluso en la misma comisión directiva hay diferentes miradas. Se nos atacó, se dijeron muchas mentiras y hubo una campaña en contra nuestra. Pero finalmente se demostró que es una asociación libre, que no responde a nadie en particular. El conflicto con España se terminó y estamos haciendo convenios con otros países. Mientras tanto nació otra entidad (Inter Artis Argentina) a la que ahora renunciaron Andrea del Boca, como presidenta y Luis Brandoni, como vicepresidente. Fue una movida muy dolorosa para nosotros. Podían haberse presentado en otra lista dentro de Sagai, no había necesidad de crear otra entidad en paralelo. Por suerte estamos en un período de paz y entramos en un momento muy productivo. Hoy después de 12 años de trabajo muy profundo estamos ubicados entre las cinco mejores instituciones para actores, en el mundo”, finaliza.