ESPECTACULOS
LOUTA

"Me gusta el ritmo fuerte de mi carrera"

Es un fenómeno como casi ninguno en la música popular hoy. El disco 2030 lo confirma en su éxito y también en su búsqueda personal como artista. Incluso sostiene que podría ser más intérprete y se define como un “generador de contenidos”.

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Éxito. En tan solo tres discos, sumando el reciente 2030, Louta se ha convertido en un ícono del pop de esta era. | GZA. JP BONINO / PRENSA AGUSTINA RUÍZ TEIRA

Lejos de quedarse quieto, Louta aprovechó la cuarentena al máximo. Editó un disco (titulado 2030 y producido por Edu Cabra, también conocido como Visitante, de Calle 13), lanzó un video de promoción que ya tiene más de un millón de visitas (el de Amame, dirigido por JP Bonino) y ya sueña con su presentación oficial cuando el contexto lo permita. “No le podría poner a la serie de esta cuarentena un solo título. Cada tres horas hay un episodio nuevo –dice Jaime James, el nombre que figura en el documento de identidad de este artista joven (26 años) y cada vez más popular–. Yo creo que las personas solemos reaccionar más por lo que creemos que va a pasar que por lo que de verdad está pasando. La incertidumbre cambia la percepción que tenemos de lo que está pasando en el presente. Yo, de todos modos, estuve y estoy muy enfocado en aprovechar el tiempo. Me propuse desafiarme, no quedarme inmovilizado”.

—Venís con un buen ritmo desde que empezaste: tres discos en menos de cuatro años.  ¿Por qué? 

—Sí, y estoy muy contento con eso. Me gusta el ritmo fuerte de mi carrera. Tengo conciencia que sacar muchos discos no necesariamente dice nada importante de un artista. Me parece que lo valioso es que estos discos tienen mucho trabajo encima y claramente reflejan momentos bien distintos. Este salió en un momento muy especial por la cuarentena y porque lo grabé después de hacer un show al aire libre en el parque Los Andes de Chacarita en el que hubo 25 mil personas. Una locura...

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—¿Imaginabas esto hace unos años, cuando empezaste? ¿Cuándo pensaste por primera vez en dedicarte a la música?

—Nunca podés prever qué te va pasar con exactitud. Lo que más me acuerdo de cuando era más chico es que mi viejo (Diqui James, el creador de Fuerza Bruta) puso unos parlantes zarpados en el coche. Tenía un auto con un baúl grande y le puso un parlante muy pasado de rosca. Ponía música electrónica a todo volumen. Yo me volvía loco (risas). Ya desde chiquito viví muy cerca de todo el mundo del teatro, por él y por mi vieja (Ana Frenkel, fundadora de El Descueve), que es coreógrafa. Dormía en los camarines y me acuerdo que escuchaba de fondo el sonido de lo que estaba pasando en cada escenario. Diría que ese rebote sonoro distorsionado es parte de mi naturaleza.  

—¿Y qué música fue y sigue siendo importante para vos?

—Beck, Gorillaz, Groove Armada, Daft Punk, Fatboy Slim... Los que empezaron a darle importancia al sample. Los escuché mucho y se filtran en mis canciones, claro.

—¿Qué relación tenés con el rock argentino más canónico: Spinetta, Charly García, Fito Páez...?

—Todos ellos, y también Sumo, el Indio Solari y Mercedes Sosa, por nombrar algunos artistas clásicos, están de alguna manera en mis canciones. Quieras o no aparecen porque son parte de la cultura argentina. Todos los que vivimos acá los escuchamos muchas veces, es casi inevitable. En mi casa sonaban mucho Sumo y el Andrés Calamaro de Alta suciedad. Si vos escribís una novela acá en Buenos Aires, hay algo de la ciudad que seguramente se va a filtrar, aunque no sea explícitamente. Con la música es lo mismo. Mi voz artística está hecha de la historia que he vivido en esta ciudad, y en esa historia están muy presentes todos esos artistas.

—Pero no son referencias que uses de manera consciente para tu música.

—No, para nada. Cuando grabé nunca dije “acá quiero sonar como Charly o como Spinetta”. Mis referencias pueden ser Gorillaz, Daft Punk o un pibe alemán que hace un rap súper moderno. Puedo recurrir a Charly para una letra, de repente. Pero yo no sé tocar la guitarra ni el piano, no compongo de una manera tradicional. Trabajo a partir de la intuición. No tengo banda, no grabo baterías ni bajos... Hago canciones con la computadora. Son como collages que armo con el Ableton, un secuenciador de audio que uso mucho.

—¿Tenés estrategias para componer, modelos que usás de forma frecuente?

—Soy de la escuela del vale todo. Tengo un pedazo de audio guardado en la computadora y de pronto lo uso en una canción nueva. A mí me parece que las canciones ya existen y yo las encuentro en el aire. Trabajo mucho con melodías que ya escuché y proceso a mi manera. Después, Edu Cabra, para hablar más en concreto de 2030, le agregó muchísimos detalles a los temas que yo llevé en la etapa de producción.  

—¿Y cómo laburás la comoposición de las letras?

—En este disco me permití ser más oscuro y hablar de situaciones sociales más concretas. Encontré un lugar para hacerlo. Soy alguien preocupado por la política, por la economía, por la historia. Me ceba todo eso, no solo la música. A veces me pregunto si no debería meterle más rosca a esos asuntos en mis canciones. Pero igual creo que se nota lo que quiero por cómo canto. Aunque no diga algunas cosas expresamente, uso un tono un poco sarcástico para reflejar lo que veo, por ejemplo. Y estoy muy contento con la frase “No te quedes con sabor a poco, si lo nuevo ya te viene roto” del tema Poco. Esa línea sola ya me justifica haber grabado este disco (risas). Hablando en serio, estoy conforme con lo que digo en estas canciones nuevas. Cuando compuse Argentina sentí que había terminado el disco, por eso la puse al final, para cerrarlo. Dije “con esto ya está bien, es suficiente”.

—Tus espectáculos exceden el marco de un concierto tradicional. Tienen puestas teatrales y mucho despliegue de diferentes elementos en escena ¿Va a seguir siendo así en el futuro?

—Sí, de hecho no sé si necesariamente seguiré haciendo música en el futuro. Me considero más director artístico de mi proyecto que músico o cantante. Soy un generador de situaciones, de contenidos, de formas, que trabaja muy artesanalmente. Mis conciertos son como obritas teatrales.

—Está claro que los shows son una parte clave de tu propuesta artística ¿Te inquieta la incertidumbre que se vive hoy por la pandemia? ¿Cómo imaginás el regreso a los escenarios eventualmente?

—Extraño muchísimo tocar en vivo. Extraño los festivales, el encuentro con otros artistas y con el público. Y estoy seguro de que vamos a volver pronto. Me parece bien que estemos en cuarentena como método de prevención, pero al coronavirus le negocio hasta ahí. No vamos a vivir así eternamente. Vamos a volver a abrazarnos y a saltar juntos en un recital, ni lo dudo. 
 

LA BÚSQUEDA DE LA PAZ

Desde hace unos años, Louta es parte de la organización internacional Soka Gakkai, presidida por el maestro japonés Daisaku Ikeda. El objetivo de esa organización, cuenta el artista, “es concretar la paz del mundo, defender la dignidad de la vida de todos los seres humanos”. Con la firme convicción de que se puede transformar la realidad en la que vivimos, Louta asegura que “hay que pelear contra la oscuridad  fundamental del ser humano e incentivar el potencial que tenemos para pensarnos como hermanos”. Define al budismo como una forma del humanismo y sostiene que “no se trata de algo solemne o pretencioso, sino de una manera de potenciar las grandes cualidades que tenemos: la valentía, el amor, el respeto, la compasión... Ese es el verdadero camino hacia la sabiduría y sirve para mejorar la vida de la gente. Es una filosofía muy profunda. Y esta organización impulsa todo ese movimiento en la sociedad a través de la cultura, la educación y la paz. Los que practicamos el budismo lo hacemos para poder desarrollarnos individualmente dentro de la realidad cotidiana, de nuestro entorno social”.  Aunque a la hora de destacar sus influencias para escribirlas Louta prefiera hablar del Indio Solari (“un experto en decir algo sin decírtelo, o diciéndotelo de una manera novedosa”) o de Beck (“hay una canción del disco Güero, que en mi lista personal está entre los mejores veinte de la historia, que dice que siempre hay algo que ocupa el lugar de la pieza que falta; esa letra siempre me pareció increíble y fue una gran inspiración para Pongo lo que falta, una de las canciones de 2030”).