Fátima Florez no para: trabaja seis días por semana, con jornadas de triple función (martes viernes y sábados) por la alta demanda que viene generando Fátima es mágica, un espectáculo donde se luce con una andanada de sus famosos personajes humorísticos y en el que además, se juega a cerrar simbólicamente la grieta entre dos encarnizados adversarios políticos, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.
En el exitoso espectáculo que viene presentando en el Teatro Roxy de Mar del Plata la acompañan Ariel Tarico (quien imita a Carlos Tevez, al presidente Alberto Fernández y a Macri), el mago Emanuel y el cantante Fernando Samartín (interpreta a Sandro, Paul McCartney, Elton John y la cantante María Martha Serra Lima).
“No soy periodista, no soy política ni hago futurología, pero tengo la sensación de que hay ganas de ir para adelante, de salir del pozo. Venimos de un año difícil, pero de a poquito, vamos a mejorar, a crecer. Ojalá haya más trabajo muy pronto y todo el mundo llegue a fin de mes sin la soga al cuello. Estamos todos esperando eso”, asegura la artista respecto de sus expectativas, sintetizadas de algún modo en el final de un show en el que Cristina y Macri buscan un entendimiento que solo se ha dado en el terreno de la ficción. “La crisis nos afectó a todos, en mayor o menor medida. Es como un castillo de naipes, se va desplomando todo... Hables con quien hables, te van a decir que el 2019 fue un año durísimo: dueños de restaurantes, taxistas, productores de espectáculos... Yo creo que este 2020 va a ser mejor”, pronostica.
—¿Esperabas la muy buena respuesta que viene teniendo tu espectáculo?
—Nosotros siempre confiamos. Muchos empresarios estaban asustados antes de que empiece la temporada. Y era lógico, teniendo en cuenta que la plata no sobra en la Argentina de hoy. Pero vinimos sin miedo, muy tranquilos, porque el espectáculo que hacemos es muy bueno. Entonces, funciona el boca a boca, que siempre es clave. Vamos a seguir hasta mediados de marzo y después me voy a tomar unas buenas vacaciones porque estoy molida. La exigencia física y vocal sobre el escenario es altísima. Y el año pasado casi no tuve descanso alguno.
—¿Qué te parece que atrae al público?
—Lo más importante es llegar al corazón de la gente. Una imitación puede salir mejor o peor, pero hay un vínculo entre nosotros y el público. Creo que muchos valoran que seamos una productora familiar, que empezó de abajo y no bajó nunca los brazos. Cada peso que ganamos lo invertimos en esto que hacemos.
—¿Qué criterio usás para elegir los personajes que componés? ¿Algún favorito?
—Lo esencial es que el personaje me divierta. Me tiene que gustar hacerlo. No me siento obligada a hacer a alguien porque sea ineludible. Si no me gusta hacerlo, no lo hago. Obviamente que trato de imaginar a quiénes tiene ganas de ver la gente en el escenario. Y le dedico mucho tiempo a la práctica, al entrenamiento. Una vez que los saco, los voy perfeccionando para poder desenvolverme con soltura, para improvisar sin perder al personaje. De hecho, preparé algunos que me pidieron del exterior en tiempo récord: Paulina Rubio, Shakira, Tina Turner, Celia Cruz...
—¿Qué asignatura pendiente tenés en tu profesión?
—El cine es una, seguro. Me encantaría hacer un papel dramático. No pienso dejar lo mío, que es el humor, pero hacer algo diferente sería un plus para mí. Me permitiría demostrar los resultados de la preparación que tuve con grandes maestros como Santiago Doria y Pepito Cibrián y mostrarle otra faceta al público.
—¿Cuándo descubriste que tenías esa capacidad para la imitación?
—De muy chica ya jugaba a ser otra, a interpretar otros roles. Era apenas un juego, pero lo fui ejercitando. Y a los 15 años empecé a formarme como actriz. También hice danza y canto. Me preparé mucho, la verdad, aunque en mi familia me decían todo el tiempo que lo tomara como un hobby, que era una carrera muy difícil. Pero yo tenía muy claro lo que quería, cuál era mi vocación. Trabajar con Pepito fue fundamental porque él es muy exigente. Tenía una rutina de canto, baile y actuación que me fogueó muchísimo. Y después lo conocí a mi marido, que también me incentivó un montón y fue el que descubrió mi faceta cómica y de imitadora.
—Te rebelaste contra los consejos de tus padres.
—En casa a nadie le interesaban mucho las disciplinas artísticas. Yo era un poco la oveja negra de la familia. Mi papá es arquitecto y mi mamá, una profesora de geografía que luego se dedicó al turismo. No me hicieron la vida imposible ni mucho menos. Pero ellos tenían otra idea para mi futuro. Siempre me inculcaron la importancia del trabajo, de formarse. Eso fue muy importante para mí. Y yo me la jugué.
El amor por los fans
Ella asegura que el público valora especialmente su amabilidad y se queda un buen tiempo firmando autógrafos y sacándose fotos con sus fans luego de cada función. “Para mí es un placer, porque soy lo que soy gracias a a la gente que viene a verme. Hay que ser agradecida. Si me buscan es porque estoy en el corazón de mi público. Me preocuparé el día que eso no pase”.
—¿Algún famoso se enojó por alguna imitación que hiciste?
—Bueno, justamente, Paulina Rubio se molestó un poco una vez que nos encontramos en un programa de televisión de Nicolás Repetto. Parece que nadie le había avisado que iba a estar yo imitándola y no le gustó mucho. Ella había venido a hacer unos shows en el Gran Rex, me acuerdo. Pero creo que todos saben muy bien que hago mi trabajo con respeto.
—¿Cómo es trabajar codo a codo con tu pareja, Norberto Marcos?
—Muy cómodo, porque él me conoce mejor que nadie. Hace veinte años que estamos juntos... Me ayuda con los guiones, me aconseja bien. Estamos muy actualizados con las noticias políticas porque es lo que exigen muchos de los personajes que interpreto. Yo trabajé con muchos artistas y con muchos productores. En algunos lugares la pasé mejor que en otros, pero les estoy agradecida a todos. Pero Norberto es muy especial. Me guió en esta carrera como nadie más lo hizo.