Ya con el tráiler en la calle, la gente me para, hombres, mujeres, diferentes ocupaciones, estratos sociales y me dice: ‘Che, mi tío... mi papá… ése soy yo’. La película toca algo muy argentino”. La que habla es Julieta Díaz, reciente ganadora del Martín Fierro a Mejor Actriz de Reparto por Silencios de familia, y esa película que genera identificación en la calle es la próxima a estrenarse El fútbol o yo, el tanque nacional dirigido por Marcos Carnevale (experto en la idiosincrasia argentina hecha cine con sentimientos) y coprotagonizada por Adrián Suar (coguionista, y a quien la misma Díaz, su compañera en Silencios… y más ficciones, define como “un capocómico”). Díaz es, sin duda, parte de una cercana realeza, que ha logrado muchos éxitos tanto en el cine como en la TV. Pero ahora se ríe a la hora de hablar sobre el fútbol en su casa, teniendo en cuenta que el conflicto del film nace de un marido demasiado futbolero, cuando responde: “Mi marido es gringo, así que mira fútbol americano, que no se entiende nada. Vimos una vez un partido allá, dura mucho y en un momento, cuando todos se paran, digo: ‘Vamos’ y todavía faltaba un tiempo. ‘¿Qué vamos?’. Pero cuando estoy acá lo escucho ver el partido y es lo mismo: se lo escucha decir: ‘Fuck! Shit!’”. “Trabajar de nuevo con Marcos y con Adrián, con quienes habíamos hecho El año que viene a la misma hora, juntos los tres, y con ellos por separado ya había trabajado un montón. Ya sé cómo laburan, qué tipo de artista son, que búsqueda tienen. Cuando me pasó el guión Marcos, me encantó…”.
—Hay una línea muy fina entre la caricatura de la mujer que se enoja con el hombre que mira fútbol. La película no va nunca para ese lado. ¿Tuviste que ver con esa decisión?
—Es un desencuentro de una pareja. De eso habla la película. El le dice a ella en un momento: te convertiste en un referí de lo que está bien y lo que está mal… conmigo… con las nenas… y yo me fui por otro lado. Pero eso no lo tuvimos que hablar porque con Marcos trabajo desde hace mucho, y sé que mete verdad, corazón, emoción y habla de las humanidades, haciendo comedia muy a la italiana, y ahí aparece el drama. La comedia en él tiene su verdad. Adrián es más payaso, es un gran comediante y sabe dónde meter sus cosas. Fue lindo contar la historia de una pareja, contada desde el punto de vista de él. Está contada desde el punto de vista del personaje de Adrián, pero no es machista. Es equitativa con la voz de ella.
—¿Cuál es tu pasión, tu “fútbol o yo”?
—Mi trabajo. Y ahora mi hija, claro. No hay dudas de la importancia de un hijo. Pero es una lucha interna de uno, porque uno quiere seguir haciendo todo lo que hacía. Yo quiero estar con ella y hacer todo lo que quiero hacer, y encima tengo la suerte de laburar de algo que me gusta. Lo disfruto, mucho, pero es una lucha interna con el ego, con la vida que tenías antes. Sobre todo en mi caso, que no soy súper Susanita. Siempre querés hacer tus cosas. Hobby, vocación, trabajo; siempre hay una pasión, más allá de lo que te rodea y amás con tu vida. Hoy la revolución, el desafío, es para mí ese querer todo. Nos dimos cuenta de que se puede.
—¿Hay presión al estrenar una de esas películas que ayudan a subir o bajar el porcentaje de público nacional para el cine argentino?
—Un poco de presión interna hay, porque ser parte de los tanques argentinos te hace sentir una responsabilidad. En este caso, sin que nadie tenga la vaca atada, la gente las recibe bien. El desafío es sostener y multiplicar eso. Siento que es una película a la que le tengo fe con respecto a ese sostener. Eso me relaja.
—¿Cómo viviste lo que pasó con “Fanny la fan”, teniendo en cuenta tu participación y como salió del aire?
—Con mi personaje la pasé bomba: una travesti centroamericana que interpretaba a un vampiro en un programa de TV. Fue muy placentero. Lo que pasó con el programa muestra lo que pasa con nuestra televisión, con nuestra ficción. La ley no protege la ficción nacional. Hace poco, escuché a alguien decir: “¿Por qué tendría que proteger la ficción nacional?”. En muchos casos se protegen diferentes áreas de trabajo o aspectos de la cultura, y hay que proteger la producción nacional, cualquiera que sea el área. En la televisión tenés que proteger lo audiovisual. Vos tenés un montón de novelas que no pagan nada, que no pagan gravamen por estar acá… En el cine tenés la Ley del Cine (que esperemos se mantenga) y todas las películas extranjeras generan un ingreso al Incaa que se cobra en la entrada. Y eso me parece perfecto. Para nosotros es muy difícil sostener el cine nacional frente a Hollywood. Pasa lo mismo con la televisión. Ahora tenemos una sola ficción argentina al aire, y lo demás son latas y no ficciones. La ley habla de producción nacional, no de ficción nacional, y entonces los canales no tienen responsabilidad de tener determinados programas. Por supuesto, no soy productora y no sé la responsabilidad y el riesgo que eso conlleva. No veo a los productores como enemigos. Entiendo la posición de los canales, pero creo que tienen que ser responsables e invertir en producción nacional. Insisto en que debe ser complicado manejar un canal, pero hay una responsabilidad cuando hay un poder. La televisión está cambiando y estamos en el medio, pero todavía hay audiencia para el aire, porque si no, no habría 18 o 17 puntos en shows como Las Estrellas u otros. La gente puede ver lo que quiera, pero también ve lo que uno le ofrece. Siempre hubo latas, pero estaban entre medio de cinco o seis ficciones nacionales. Es una cuestión de ley, de política cultural, proteger las ficciones nacionales en el cine.
—¿Cómo ves a la Argentina en este momento?
—Estamos en un momento que tiene que ser bisagra. Estamos cerca de las PASO, de las elecciones. Es raro lo que pasa con los despidos y el endeudamiento. Hay cosas que no comparto. Yo no soy fanática de nadie, digamos. Pero tiene que ver con una ideología, una línea de ver al país quizá como una empresa. La corrupción debe ser combatida en cualquier ideología y cualquier tipo de gobierno.
Sin miedo a lo popular
Marcos Carnevale es un director popular. Ahora El fútbol o yo se suma a títulos como Corazón de león, Elsa & Fred, Inseparables y Viudas, es decir, a películas que no temen al sentimiento y a usar actores populares. El define sus ambiciones como para este nuevo film como “… las mejores. Por suerte, he tenido un rendimiento muy bueno con las películas que he hecho con figuras importantes, eso ayuda mucho. Pero el cine argentino tiene un desempeño bastante bueno, logrando a veces llegar a puestos importantes y subiendo semana a semana, como está pasando con Mamá se fue de viaje. Para mí, El fútbol o yo es la primera película que filmamos juntos con Adrián, y nos debíamos hacer una película después de 17 años de trabajo juntos en Pol-ka. Me interesa el tema, que es lo que me gusta a mí, y aquí va de una pareja en crisis a partir de la adicción de este hombre a ver fútbol.
—¿Cómo definirías la película para quienes esperan una mujer enojándose con un hombre por ver fútbol?
—Lo que quise contar es lo que ocurre últimamente, cómo el advenimiento de tanta tecnología a veces es una excusa para desconectarnos. Antes las parejas no tenían otra que mirarse a la cara, y hoy alguien que ve fútbol tiene una oferta cien veces mayor que la que tenía antes. Vos ves parejas en restaurantes que están conectadas a sus celulares y pierden el contacto visual, y está todo bien hasta que está todo mal. Es lo que le pasa a esta pareja del film, con el desgaste de la rutina él se refugia en algo que le gusta y la pareja se va al diablo. Queríamos mostrar cómo somos los hombres y las mujeres de 30 y pico para arriba hoy. Porque hoy todos ven fútbol. Queríamos armar una pareja, no un futbolero estereotipado. Nosotros compramos los derechos de un guión que no hicimos remake, Yo soy fan del Standard Liège, que es un equipo como Boca allá en Bélgica, y el tipo se declara futbolhólico, adicto al fútbol.
—Tus películas se animan a ser sentimentales, a contramano de mucho cine local. ¿Por qué tomás esa decisión?
—Tiene que ver con cómo soy yo. Yo soy así, siento así. Me molesta cuando elegís una música y te dicen: ‘¿Será mucho?’. Y cuando lo hace Tornatore, que te hunde en un pozo de emoción, no le decimos nada. Y ayer vi la de Christopher Nolan, y cuando la película pide, él mete la orquesta con todo. Como es Nolan, no pasa nada. Pero cuando es más telúrica, más local… me he comido que me digan sensiblero, y yo trabajo para la gente, no trabajo para los críticos.