Durante tres meses, Martina Gusmán y Juan Minujín vivieron intensas jornadas de grabaciones en la cárcel de Caseros. Dentro de los paredones de concreto conocieron a ex convictos reales que participaron de extras, los cuales fueron seleccionados en un casting realizado en la Villa 31 del barrio de Retiro donde también se verán escenas en la génesis de la serie. El marginal va a lo más intrínseco de su título, y aterrizará el jueves 2 de junio en la TV Pública (a las 22.30). Y de esta manera completará el tridente de encierro de la factoría Ortega luego de Tumberos y Sol negro, series de éxito poscrisis, y que encuentra al público trece años después con la misma sensación de impunidad en una Argentina agrietada.
—¿En qué creen que se diferencian de otros unitarios del mismo género que ya se hicieron?
GUSMAN: En la mirada particular de Luisito Ortega (dirigió el primer capítulo), rebelde, poético, social y trash, y después la conducción de Underground decide en la puesta en escena que hace que sea una producción muy potente.
MINUJIN: Yo vi Tumberos. Sol negro, no tanto. Esto está enmarcado más en un policial, y Tumberos no lo era. Tiene todo el contexto de la cárcel pero el pie fuerte es la trama policial que va avanzando y se va complejizando.
—¿Cómo “venderían” la serie?
M: La experiencia de Underground, los libros de Caetano, el elenco que armaron y la mirada de Luis forman un cóctel explosivo. Es personal, es muy singular a lo que se llega, no hay un regodeo en lo sórdido, pero tampoco se le escapa a lo sórdido ni a lo violento, pero a la vez tiene una poética, un vuelo y una multiplicidad de sentidos que es singular para la tele y también para una película. Hace poco vimos el primer capítulo en Metrovisión y era como estar viendo cine.
—¿Cómo fue esa experiencia de filmar en la cárcel y con personas que estuvieron detenidas?
M: Convivir con personas que por diferentes motivos estuvieron presas para mí fue superenriquecedor. A veces el trabajo de actor te enfrenta a situaciones que te enriquecen; una cosa es interpretar a un psicólogo, una profesión que tenés más cerca, y otra muy distinta hacer este personaje de un mundo muy alejado de mí. Y me parece que lo viví muy a fondo, traté de conocerlos mucho, de escucharlos, y me empapé mucho de ese mundo marginal. Se me cayeron los clichés, esos prejuicios de todo lo que una persona de clase media puede tener sobre la cárcel, la villa, son un mundo que para una persona común parecen otro mundo, un mundo infernal, y cuando empezás a tratarlo se te corren los velos del prejuicio y es una experiencia más humana de comunicación.
G: La cárcel tiene una energía especial, más allá de que había decorados dentro, o que participaran extras que son ex presos, y toda esa conjunción le da un grado de verosimilitud a la historia. La cárcel es un elefante blanco, cosas que la gente no quiere ver.
El marginal nació en épocas kirchneristas y recibió el subsidio para las ficciones. Paradójicamente le toca estrenar en épocas macristas y en una pantalla de bajo rating como es la TV Pública. “A esta altura del partido la televisión de aire es una de las pantallas en las que la gente lo ve, y después en internet, que está superdesarrollado. Yo miro muchas más cosas en internet que en la tele, incluso programas de aire. Va a estar en un canal que no es competitivo, que no es El Trece ni Telefe, y me parece que la pantalla de la TV Pública está bien que cumpla la función de tener programas que no tienen exigencia de rating. Yo prefiero una TV Pública donde la puesta está en la calidad y no en el mercado. Ojalá que el programa se vea mucho y que después se replique mucho en otras plataformas desde el on demand, internet o en la misma web de la TV Pública”, afirma Minujín, actor que defendió y defiende la administración de los Kirchner.
—¿Miran la TV Pública de la nueva administración?
M: No.
G: Yo tampoco.
—¿De la anterior?
M: Sí, fui viendo cosas.
—¿Qué mirabas?
M: Diversas cosas. Muchas series del Incaa, vi Cromo, Los siete locos, 12 casas, eso fue una movida muy interesante en la que muchos directores que no eran de tele accedieron a un lenguaje de tele, y ojalá que se mantenga.
—¿Qué piensan de los subsidios a las ficciones?
G: Está buenísimo, trajo avidez a un público para que vean cosas diferentes en la televisión, con diferentes miradas, y les dieron la posibilidad a directores que venían del teatro o del cine. Fue una movida cultural enriquecedora.
M: Yo creo que el Estado debe subsidiar a la cultura, y que deben existir las dos cosas, los productos competitivos que apuntan a un mercado más grande, y por otro lado el Estado desarrollando cultura, investigando, que aparezcan nuevos talentos.
—¿Creen que el Gobierno de Macri los mantendrá?
M: No veo un plan, tampoco hubo anuncios al respecto y hay una restricción general. Con sólo ver lo que está pasando en los teatros con las facturas de luz, es una situación de alarma. Sé que se está tratando de llegar a una conversación para que se puedan sostener subsidios a la cultura. En ficción sé que no se está produciendo.
G: Pienso que es muy pronto todavía, hay muchas situaciones y frentes que se están abarcando, entonces es difícil tener una conclusión, estoy expectante a ver qué pasa, las decisiones que se van tomando; es cierto lo de los teatros, y noto mucho que hay prueba de ensayo y error en diferentes situaciones, hacen y deshacen, estoy entendiendo cómo es, no tengo una reflexión cerrada, estoy entendiendo por dónde va.
—¿Qué mirada tienen de la Justicia?
G: Hay una corrupción estructural real que está representada en la serie en diferentes estratos que a su vez representan lo que tiene que ver con la sociedad corrupta en la que vivimos.
M: La Justicia hace uso y se utiliza políticamente. En los penales que conocí hay millones de irregularidades, como en la misma sociedad, y hay una estructura corrupta que claramente en esta ficción se lleva al extremo. La serie lo representa.