Mirtha Legrand de Tinayre abre las puertas de su casa a PERFIL. Y durante una hora y quince minutos –exactos– se muestra amable, sincera, divertida, emocionada, disgustada y enamorada de su familia Tinayre-Viale. Ella misma se encarga de generar un clima agradable, como si fuera un diálogo entre dos vecinos de Villa Cañás, y la imagen de diva, que parecía infinita, se esfuma en un instante. “Hoy comí ñoquis y me olvidé de poner plata debajo del plato. Elvira también se olvidó. No comí mucho porque soy hija de españoles y tiendo a engordar”, comenta.
Legrand se reconoce católica practicante aunque no va a misa porque la gente no la deja disfrutar (“me hablan y es incómodo”). “Voy mucho a la iglesia San Martín de Tours, donde me casé. Me siento y rezo un rato.” Cuenta que tiempo atrás era devota de la Virgen de San Nicolás. “Fui mucho al campito pero desde que hicieron el santuario no fui más. ¡Qué horror que robaron la corona!”.Y confiesa que su advocación de María preferida es la Virgen Rosa Mística.
