Los sonidos de Tiempo mariposa, el nuevo y tercer disco de Elena Roger (seis años después de su anterior Vientos del sur), aunque suene imposible, es la antítesis, no reactiva –o un poquito–, a estar parado en la esquina del Marquis Theatre, en el corazón de neón de Broadway, en el Times Square neoyorquino, ahí donde la cantante fue (e hizo) Evita junto a Ricky Martin. En el disco, Roger, que ha tachado de su lista todas las plazas soñadas por cualquier artista (musical o no, su carrera como actriz la ha llevado de Cannes para abajo adonde quiera), parece sacudirse Broadway de encima: “Hay un poco de eso: después de Broadway, las luces, uno necesita focalizarse un poco, bajar. El disco es un viaje relindo. Me hizo descubrir qué había dentro mío y qué quería decir. Es un disco muy honesto, desde lo que queríamos decir hasta musicalmente, ya que todo lo que se escucha es real”. Respecto al disco, Roger insiste: “Me encanta porque tiene canciones de cantautores jóvenes y nuevos” (y así es: su repertorio incluye canciones de Lisandro Aristimuño, Lucio Mantel, Lisandro Etala, María Ezquiaga y Javier López del Carril, que fue cerebro y corazón del disco junto a Roger, y fue parte del retorno de Roger a la Argentina, donde fue mamá de Bahía y adonde volvió para “no correr atrás de nada, de nada que me haga volverme loca: como correr detrás de la plata, o un lugar, ni nada. Quiero promocionar el disco para que la gente escuche esa música, no para llenarme los bolsillos de dinero o ser la número uno”).
—OK, me dijiste de Broadway, pero ¿por qué no hacer un musical acá?
—Los alumnos de mi profesora de canto le preguntaban: “¿Por qué Elena no canta musicales? Va afuera a cantar musicales y acá no”. A mí no me gusta que me encasillen. No sé por qué. Y lucho por esa libertad. Siento que necesito como artista poder expresarme de cualquier manera. En las entrevistas, me pasa que me pregunten: “¿Ahora no hacés más musicales, ahora hacés cine?”. Hay una cosa con que “soy actriz de comedia musical”. Lo fui mucho tiempo, pero para mí es importante divagar.
—Parece importante que el disco tenga una identidad.
—Sí. Porque me parece importante poder cantar la música de mi país. Y que alguien de afuera, a través de mí pueda escuchar la música de mi país.
—¿Y qué traerías de allá?
— Acá está todo. Por eso canto algo parecido a una zamba, o hay un aire a folklore, hay un aire argentino en el disco. Y sobre todo elegí mucho los temas por lo que decían, por sus letras. El disco dice todo lo que yo quería decir. Tuve la suerte de encontrarme con un tema, Lengua rapa nui, que encierra todo lo que quiere decir el disco: ven y abrázame, yo creo en ti, creo que juntos podemos reconstruir el planeta, y que sea en una lengua primitiva. Bueno, todo lo que pasa con los pueblos originarios que siguen siendo destruidos. Se sigue aplastando a esos pueblos igual, aunque digamos que somos hermanos y todos los derechos no sé qué... En Formosa no la pasan bien. Punto. Nosotros estamos acá pero no la pasan bien en Formosa, siguen matando gente, no les dan agua potable. Estamos con ese problema y con esa realidad. Y no se mejora esa realidad.
—¿Cómo fue volver a la Argentina?
—Yo no voy a decir que la inseguridad es una sensación, porque hay inseguridad. Pero creo que el mundo está muy agresivo. Creo que es global. Un día en Nueva York hicimos una función casi a llantos, estábamos todos muy mal y Ricky también porque un loco entró a un jardín de infantes y mató a un montón de pibes. ¿Qué te puedo decir? Ellos están en guerra constante, hay como cincuenta guerras que ni sabemos que existen, hay muchas guerras y está el narcotráfico en todos lados. Sí, tenemos que exigir seguridad y no porque no sea sólo de acá quedarnos tranquilos. No, no me quedo tranquila. Hay mucha agresión.
—¿Cómo resumís la experiencia de Broadway hoy?
—Bien, pero me costó mucho irme. Necesitaba quedarme acá cuando apareció esa oportunidad. Me daba fiaca irme. Me fui porque era en Broadway, trabajar con Ricky Martin, era una experiencia que tenía que tener a pesar de no querer irme. El capitalismo a full y las luces a full…
—¿Qué parte de esa experiencia es realmente difícil? ¿Hay algo que te haya costado mucho en ese día a día?
—Depende dónde te pongas. Si yo hubiese ido allá a ganar terreno, a decir me quiero quedar acá y ser la número 1, me hubiese dolido que no nos nominaran a los Tony y me hubiesen dolido críticas que salieron al trabajo de todos y el mío. Igual me tocó eso. Pero no me frenó nada. Mi intención era hacer una experiencia. Nadie dice que no vuelva. Si yo no hubiese tenido el plan de hacer una familia acá, que fui criticada por eso…
—¿Te pasó mucho?
—“Ay, justo estás en Broadway y te vas a embarazar”, eso puede estar en el pensamiento de la gente: ‘En vez de quedarte allá, ¿te volvés acá?.” Fue un punto alto de mi carrera, una experiencia. ¿Sabés la cantidad de chicos de Estados Unidos o de Inglaterra que quieren cantar en ambos lados y yo pude hacerlo desde Argentina? Hice un montón en lo musical. Siento que de ahí, que sostener eso, podría llegar a ser trabajoso. Yo voy con el universo, y el momento en que me encuentro, tengo 40 años y una hija, y sigo haciendo cosas importantes. Volver embarazada acá estuvo buenísimo, en un momento de plenitud y en plena grabación del disco.
—Por lo que decís, el disco parece un disco tranquilo, pero con ideas claras sobre el consumismo, sobre cómo cuidar al planeta.
—Tiempo mariposa tiene el deseo de que ésta sea la era mariposa. Mi manera de decirlo es el disco. Muy artesanal. Lo coherente, decían, es que hagas musicales: ir en contra también está bueno. A veces nos copiamos mucho. Creemos que tenemos que ser iguales a otras personas para ser aceptadas en la sociedad. Hay que ser así y si sos asá, bueno…Los gays ahora pueden ser como son, pero recién ahora los aceptamos. ¿De qué estamos hablando? Hablo de la sociedad del mundo, ¡eh!
—¿Cómo es la nueva vida con Bahía, tu pequeña hija?
—La hija es parte del disco. Cambia mucho. Cuando tenés un hijo, no lo podés explicar. A mí me costó bajar, de tener que quedarme así con la bebé (hace un gesto como si estuviera amamantando) y ver todo lo que había que hacer y no poder hacer nada. Mariano (Torre, su pareja) corre esto, Mariano corre lo otro. No hay una necesidad de trabajo, y no hay una necesidad de expresarse siempre en el artista.
“Broadway te da un training que no te da nada”
—¿Cómo sigue la relación con Ricky Martin?
—Re bien, la otra vez cuando tocó gratis toqué antes de él, y nos vimos. Fue como si nunca nos hubiéramos dejado de ver. Y eso que hacía un año que no nos veíamos.
—¿Cómo será la presentación de “Tiempo mariposa” en el Opera el 21 de noviembre?
—Va a haber invitados, vamos a tener los músicos en vivo, vamos a tener un cuarteto de cuerdas. Va a haber algunas sorpresas. Un breve recorrido por canciones de mi carrera, las más obvias van a estar. Va a ser en el Opera, y yo hice La bella y la bestia ahí y Los miserables ahí. Va a ser muy bello.
—¿Qué diferencia hay entre un escenario en Broadway y otro acá?
—Tanto allá, en Londres, o acá, cuando sos protagonista no podés relajar en ningún momento. Es salir y estar en el medio del mundo, y darle con tutti. Está buenísimo. Y Broadway te da un training que no te da nada. Pero no podés hacer más nada: yo allá dormía un montón, no salía, no chupaba. Es como que estás todo el tiempo al palo y no podés.
—¿Qué opinás de la victoria republicana en los recientes comicios en Estados Unidos?
— Feo. Y tienen eso: yo estuve en las elecciones de Obama, y lo que escuchaba en los debates fueron cosas que no podía creer.
—¿Qué te hizo entender este disco que no sabías estaba en vos?
—En este trabajo, aunque lo había entendido hace mucho, la posibilidad del artista de comunicar y de ser escuchado, el cuidado que uno tiene que tener con lo que comunica, todo lo que dice puede tocar a la gente. Entonces, por eso fui minuciosa para ver qué temas quería poner.
—¿Quedaron muchos temas afuera?
—No me quedó mucho afuera. No eran autores que haya cantado mucha gente.