Cuando se despierta, después del mediodía, se frota los ojos en el impostergable ritual del desperezamiento, abre la ventana del chalet que alquiló en Los Troncos, un barrio exclusivo de Mar del Plata, y deja que se cuelen el aroma de los jazmines del jardín y el canto de los zorzales que anidan en un pino. Mientras su novio, Luis, tira el carbón en la parrilla, ella prepara unos mates y luego se pone una diminuta bikini para tomar sol en una reposera. “No tenemos pileta, pero es una linda casa porque es de una abuelita que la tenía muy bien cuidada”, cuenta Ingrid Grudke.
Salvo por las ampollas que le aparecieron en las manos, como consecuencia del arnés con el que hace acrobacias en el aire, a Ingrid Grudke se la ve radiante. Además de ser una de las figuras del espectáculo Un país de revista 2, que produce Jorge Guinzburg y protagoniza Catherine Fulop, la rubia de raíces alemanas que habla tres idiomas (castellano, inglés y alemán) se hace tiempo para desfilar y conducir un programa de espectáculos que se emite por un canal local. Como si el tiempo le sobrara, hará una película con Norma Aleandro. Pero también se dio el lujo de rechazar propuestas tentadoras: se dice que le ofrecieron 75.000 dólares, y un porcentaje de la venta de ejemplares de la revista, para posar desnuda en Playboy, pero respondió que no. “No estoy en contra de los desnudos y me parece bárbaro que otras chicas los hagan. Simplemente no me sentiría cómoda haciéndolo. Cuando no era conocida me habían ofrecido hacer un desnudo en Playboy Brasil, pero tampoco acepté”, declara.
—¿Y si le ofrecieran un millón de dólares?
—Tampoco lo haría. No es una cuestión de dinero. No hago las cosas por plata. Las hago por placer.
—Sin embargo, haciendo temporada ganará mucho menos que posando como Dios la trajo al mundo.
—¡Ni hablar! (sube el tono de voz y abre aún más sus ojos celestes). Hay una diferencia, pero me quedo con mi laburo en el teatro: bailo, actúo y hasta hago saltos en el aire, aunque estoy lejos de ser una acróbata. Como si fuera poco, puedo ir a la playa y salir con amigos.
—¿Cómo se siente más cómoda: en la pasarela, el teatro, la televisión o el cine?
—Me siento bien en todas esas facetas. Me animo a todo, pero no soy polifuncional. Reconozco que soy modelo, pero me encanta ser vedette, actuar, conducir y hacer notas, pero ojo porque no quiero sacarles el trabajo a los periodistas (risas).
—¿Por qué decidió volver al teatro en reemplazo de Laura Fidalgo?
Yo no estoy reemplazando a Laura. Cuando a mí me convocaron, ella ya estaba en la obra, pero al final decidió irse por otra propuesta. Ella es una gran bailarina y la respeto muchísimo. Fueron muy buenas las dos temporadas que hice con Nito Artaza, pero no estaba en mis planes regresar al teatro. Jorge (Guinzburg) me vio en el Mundial de Alemania y me dijo si quería volver al teatro. Después, durante un viaje por Europa, que hice con mi familia, varios argentinos me pidieron que volviera.
—¿Volvió por la gente?
—Eso influyó, pero el elenco era muy capaz y pacífico. Catherine (Fulop) es de diez y la trayectoria de María Martha Serra Lima es impecable. Y el espectáculo me encanta.
—¿Su novio, Luis, le ayuda a tomar decisiones laborales?
—El no se mete en mi carrera artística. Somos novios hace más de diez años y es el amor de mi vida.
—¿Le gustaría casarse y tener muchos hijos?
—Claro que sí. Soy muy Susanita, como la mayoría de las mujeres. Estoy preparada para eso, pero no llegó el día, aunque falta poco para ese momento mágico.
—¿Comparten todo?
—Casi todo. Estamos mucho tiempo juntos y a veces me acompaña al teatro, pero yo tengo mi carrera y él su oficio. Trabaja desde hace mucho tiempo en la Biblioteca del Congreso, pero con él estoy en deuda: no me gusta leer libros.