Brasil, Río de Janeiro, martes por la noche, lluvia en el Odeon (un viejo cine: y por viejo quiero decir fastuoso), alfombra roja: de repente, griterío cachondo, intenso, beatlesco. Es la première de la recién estrenada ¿Qué pasó ayer? Parte III, fin de la saga resacosa y amnésica que reconfiguró la comedia contemporánea. Y todas, pero todas (y algunos todos), gritan a nivel ultrasónico por Bradley Cooper. ¿Por qué? Porque Cooper es, hoy, una superestrella. Sino LA superestrella del momento. Alguna vez portero de hotel (“en una época le abría la puerta a DiCaprio y años después veía el Superbowl con él”), alguna vez en 2011 y otra, recién, dueño del título nobiliario pop de Sexiest Man Alive, ahora es un Nominado al Oscar como Mejor Actor (por El lado luminoso de la vida) que es amigote de Robert De Niro y se convirtió, a los 38 años, en realeza hollywoodense. Cooper habla en exclusiva con PERFIL sobre cómo sabe que “el próximo paso que dé será el que defina mi lugar en Hollywood. Pero me duele que aparezca la distinción entre comedia y drama, como sosteniendo que mi rol en ¿Qué pasó ayer? era un escalón hacía algo más grande. O que la gente crea cosas como que estar nominado al Oscar te cambia”.
—¿Y qué te cambió?
—Mirá, yo empecé de muy abajo. Durante los primeros siete años que trabajé en el cine me era imposible relajarme. Pero, de repente, mi papá murió. Enfrente mío. Delante de mis ojos. Uno cree que tiene perspectiva, que sabe qué va a pasar, y que aun así es lógico preocuparse, no sé, por lo que los demás piensan de la comedia o lo que dicen de vos en internet. O por los fotógrafos que no te dejan respirar. Pero en ese instante vi la vida abandonar literalmente el cuerpo de alguien que amaba. Y fue en ese instante que tuve el privilegio de vivir el que cambio todo. Ahora sí tengo perspectiva. Mi padre me dio tanto la vida como un sentido de cuánto vale vivirla.
—Nominado al Oscar y parte de una franquicia descontrolada y oscura... ¿Se pueden hacer las dos cosas?
—Bueno, soy la prueba de que sí. Aparte, la saga ¿Qué pasó ayer? posee el inmenso mérito de bordear lo real, de no hundirse en una idea de absurdo fiestero. Por mi parte, prefiero que la comedia siga así, en una especie de costado muy a la vista y que todavía pueda inferir una idea de alegría subversiva, rebelde, que no abraza el sistema.
—Cuando fuiste nominado al Oscar desapareció un poco esa agresiva idea de que solo eras “el lindo de Qué pasó ayer…”.
—¿Sabés qué fue tremendo? Que yo no veía una especificidad en cada cosa. Digo, El lado luminoso de la vida no se me hace mayor desafío actoral que las ¿Qué pasó ayer? ¡Hasta que me nominaron no me había dado cuenta de que esa noción existía!
—¿Y cómo fue la experiencia del Oscar?
—Puntualmente, en el evento, era obvio iba a perder, seguro. No había forma de ganarle a Daniel Day-Lewis. Pero hay un instante, justo cuando abren el sobre, donde te agarra la duda y decís ¿Y si me lo dan? Y sinceramente, es divertido, pero mejor así. Mientras no te creas que dice algo sobre tu talento o tu futuro, o sobre quién deberías ser o cómo deberían tratarte, perfecto. Uno constantemente debe ser humilde en este negocio.
—¿Eso lo aprendiste a la fuerza o de amigos como Robert de Niro?
—¿Sabés cuánto me hace flashear ser amigo de Robert De Niro? De verdad, ese tipo de cosas son alucinantes. Fue algo que me modificó no sólo la forma de mi carrera, sino la vida. Nos mensajeamos seguido, nos vemos cuando podemos. Es una amistad real. Pero sí, que un nombre así te tenga fe, cambia un poco tu forma de verte. Pero sé que trabajo en una industria, o sea, en un negocio. Eso no quita que sea una forma de arte. Y ahí, donde las dos se mezclan, uno puede equivocarse.
—¿Qué hacés para no equivocarte?
—Me gusta saber qué estoy haciendo, y hablo de saber concreto, de entender cómo funciona el cine detrás de cámara, aprender de tipos como Todd Philips, el director de las ¿Qué pasó ayer? Lo principal en mi vida, como meta, no es ganar un Oscar. Es rodearme de gente que ame, y si eso no es posible, rodearme de gente honesta, que me pueda decir si me estoy alejando de quien era.
—Pareciera que te da miedo alejarte de cierta honestidad y convertirte en cierto tipo de actor.
—Amo esta profesión. Mucho. Pero empecé de abajo, como cualquiera, y ahí ves cosas que yo no entendí nunca: celos y mentiras. Nunca entendí la idea de celarse entre actores. Me ha pasado de ser amigo antes de ¿Qué pasó ayer? de actores con nombre, y me decían “¿Aceptaste eso? Yo la rechacé”. Los actores son una raza rarísima. Muy.
LEJOS DEL PODER
“Lo que me sigue costando entender es un mundo donde eso, ese film y esa oscura alegría, no pueden convivir con un film como El lado luminoso de la vida. Quiero decir, se me suele preguntar sobre si prefiero hacer comedia o drama. Y no existe el actor que haga la diferencia. Puedo decir que para mí la comedia es mucho más difícil que el drama, y que no me considero un actor cómico sino un actor que puede entender qué necesita la comedia de él.” ¿Qué paso ayer? Parte III recibió, como el anterior film, muy duras críticas: “No sé, no leo críticas, pero sí sé que Todd (Philips, director) siempre sabe lo que hace, que quizás en un primer impacto no se nota lo que hace y de repente entendiste por dónde iba. Internet en ese sentido es un perfecto ayudante: ¿te sentís muy arriba, te creés que te comes el mundo? Sólo tenés que entrar en un foro de internet donde te bardeen”. Y se ríe frente a la idea de que es un hombre poderoso: “¿Yo? No. Seguro que no. El poder es divertido, es afrodisíaco, pero puede y suele ser repulsivo. Si hay algo que no me interesa tener, al menos en ese sentido caricaturesco, es poder”.