ESPECTACULOS
Norma Aleandro

“No me interesó nunca la política”

Actriz, directora, también escritora, Aleandro es sinónimo de calidad artística. Es la actual jurado invitada en los Premios Konex. Anticipa su nuevo libro de pintura.

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Carrera. Junto con Ricardo Darín y Graciela Borges, son los jurados de la nueva edición de los famosos premios Konex. | GZA. ALEJANDRO VANELLI/PREMIOS KONEX

Cada diez años la Fundación Konex premia una actividad, en este 2021 vuelve a ser el espectáculo, incluyendo cine, teatro y televisión. El Gran Jurado cuenta con una invitada de lujo: Norma Aleandro. Volviendo a la actividad plena, analiza no sólo esta nueva responsabilidad, sino que también anticipa su protagónico en la película nacional El secreto de Maró de Alejandro Magnone que se estrenará el 28 de este mes.

—¿Cómo es ser jurado invitada especial? 

—Para mí fue un honor que me dieran el premio y otro más el que me eligieran como invitada especial. Es uno de los premios más limpios y bellos que hay. Está hecho sin presión de nadie, para nombrar a nadie. Son esos lugares que una aprecia más allá de que te lo den o no te lo den. Nuevamente este año cien personas han sido elegidas dentro del mundo de las artes. 

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—Este premio lo recibiste en 1981…al año de iniciarse la entrega y estábamos en dictadura… 

—Si. Estaba ensayando La señorita de Tacna. Para mí fue muy importante, no conocía al premio. Su jurado me resultaba gente muy seria. Llegaba del exilio y lo sentí como un gesto muy amable, amoroso y me hizo mucho bien.

—¿Por qué hablas poco de toda esa época? 

—No hablé porque son temas muy tristes, no los puedo tocar liviana y alegremente. Ahora la editorial Feda me va publicar material. Quiero armar un libro con poemas y cuentos que tienen que ver con este período de mi vida. Mis padres vinieron de España, pero no perseguidos políticamente. En mi caso, nunca pertenecí a ningún partido político, ni milité. Pero no me perdonaron que siempre hablara de los desaparecidos. En cada reportaje que me hacían, que eran muchos, porque en ese momento trabajaba en televisión y teatro, decía que estaba faltando gente, que se la llevaban para investigar y no volvían. Esas declaraciones quedaron grabadas en algún lugar siniestro. No tenía ninguna relación ni con la izquierda, ni con la derecha. No me interesó nunca la política, no me acerqué a ella y cuando se quiso acercar a mí me la saqué de encima. No me interesa ningún partido. Soy una ciudadana que está contenta de vivir en un país republicano, aunque no esté de acuerdo con el gobierno que tengo.

—¿Te habías ido a España sola con tu hijo (Oscar Ferrigno)?

—No, ya estaba casada con mi actual marido Eduardo (Le Poole). El dejó acá su consultorio para abrir otro allá. Tuvo que rendir examen de medicina frente a un jurado suizo, ya que en España no tenían experiencia para juzgar especialidades psicoanalíticas o psiquiátricas. Debió rendir en inglés y francés. Fue un hecho de amor que resulta rarísimo. 

—Casi a fin de mes se conocerá la película «El secreto de Maró»…

—Elegí esta película primero porque el director (Alejandro Magnone) me dio mucha confianza. Ya al leer el guión se notaba que muy amablemente- en el mejor sentido- contaba una historia tan trágica y triste. No hace especulaciones siniestras. Muestra una cocina chiquita dentro de un club que va hacia la pobreza, donde una comunidad trata de defenderse. Esta mujer tiene un carácter bravo y pelea. Maró tiene un mandato que es no llorar ante las adversidades.

—¿Qué sentiste ante este homenaje al mundo armenio?

—Son muchos años que viene luchando Armenia. A los jóvenes los llevan al desierto y los dejan morir. Parece mentira que no se haga nada más internacionalmente. Lo importante es que la película tiene un mensaje esperanzador ante el desastre.

—¿Cuándo la filmaste? ¿Agregaste frases como actriz?

—Terminamos justo antes de la pandemia, en marzo del 2020. Todo está en el guión, lo que es mío son las entonaciones. Mi personaje es de una rectitud muy grande. Esta cocina la armamos con Lidia Catalano y Analía Malvido, quien encarna a una mujer que no siendo armenia entiende muy bien lo que le pasa a los otros personajes. Además el guión tiene humor. 

—¿Estrenarás «Mi abuela la loca» en el teatro?

—Tanto Lino Patalano como Pablo Kompel decidieron seguir adelante con el proyecto de estrenarla para el 2022. Se bajó Oscar Martínez y convocaron a Jorge Marrale, siempre con dirección de Claudio Tolcachir. La obra es divertida y tierna, es la historia de una abuela y su nieto.

—No se conocía a la pintora que se descubre en tu libro «Confieso que pinto».

—Toda la vida pinté y dibujé. Mi hermana, María (Vaner) también lo hacía. Algunas obras se las he regalo a mis amigos, muy amigos. Nadie lo sabía, hasta que Daniela Davidovich vio en mi casa una pintura que estaba haciendo y me pidió que se la regalase. Ella es amiga de las dueñas de la editorial Fera -Victoria Benaim y Mara Parra- y se lo propuso. Mi marido me insistió para que los llevase, porque no lo hago profesionalmente, sino para divertirme. Hay dibujos más algunos textos míos. 

—¿Cómo pasaste este tiempo de pandemia?

—La soledad no la sentí porque entre el libro que salía, más la preparación de la obra de teatro llevó tiempo haciendo lo que me gusta. Vivo en una casa rodeada de árboles. Mi marido siguió trabajando vía zoom y ahora ya volvió a lo presencial. 

—¿Ese mundo psicoanalítico te ayudó a encarar personajes o para la vida?

—Hice un análisis muy largo con gente que había hecho experiencias con ácido lisérgico (LSD) con lo cual hoy no estoy de acuerdo. No creo que me haya beneficiado, una se sometía si o no, elegía sin conocer los resultados. Después de un tiempo, el ansia por conocerme –que siempre la tuve y lo sigo teniendo- saber que si y que no, en este mundo tan variopinto. No siento que el psicoanálisis haya mejorado mi calidad de vida. Hay un tipo de análisis que se hace ahora que pasa por el cerebro y el cuerpo que es muy distinto. Las neurociencias unidas al análisis hay sí les creo. Pero es un paso que hay gente que no conoce. Lo conozco por mi marido, pero en general no se sabe a qué va.

—¿Por qué encarnaste personajes con enfermedades cerebrales como Norma Belvedere en «El hijo de la novia» que padecía Alzheimer?

—Si esa enfermedad es muy triste, te quedás en una soledad muy grande. Me encantó interpretarla. Los actores estamos un poco locos. A mí me lleva aceptar un papel porque me enamoro de él, pero como todo amor puede ser fatal. A veces veo que tiene turbulencias interesantes, en fin, esta profesión es divertida creo que por eso no muere el teatro. Tiene consecuencias malignas también, cuando es mal llevada. Estoy en contra de la memoria emotiva, no podés usar tu memoria todos los días para hacer un personaje. Estás destruyendo tu mundo interno. No vale la pena y no es bueno para nadie. Eso tuvo su momento en los Estados Unidos, pero los ingleses jamás lo usaron.

 

El valor de celebrar al medio

El martes 26 de este mes se entregarán los cien Diplomas al Mérito de la Fundación Konex, que incluirán veinte disciplinas: actriz y actor de teatro, director/a de teatro, actriz y actor de cine, director/a de cine, actriz y actor de televisión, director/a de televisión, intérprete femenina y masculino de musical, unipersonal, infantil y juvenil, documental, guión, conductor/a, escenografía, vestuario, iluminación y producción. De entre éstos sólo veinte tendrán el Konex de Platino y uno solo recibirá el de Brillante. Hay dos de Honor a artistas fallecidos: Leonardo Favio y Agustín Alezzo. 

El presidente de la Fundación Konex y creador de estos premios es Luis Ovsejevich. Afirma: “Quise que las estatuillas tuvieran el mapa de la Argentina, incluyendo a las Islas Malvinas y la Antártida. Son las mismas desde la primera entrega que fue en 1980. Como cada año cambiamos la especialidad, busqué que los premios fueran conocidos por eso empecé con Deportes, luego seguimos con Espectáculos (1981)”. 

Recuerda Ovsejevich: “Me recibí a los diecinueve años de abogado e inmediatamente empecé a dar clases. Tuve de alumna a Elena Highton y a Daniel Sabsay. Mi libro de cabecera siempre fue El hombre mediocre de José Ingenieros. Hay que buscar a los mejores. Traté de rescatar el mérito, por eso los Diplomas se llaman así. Respeto a quienes lo tienen, más allá de las ideologías. En cada disciplina se piensan cuarenta nombres, hasta que quedan cinco. Desde el año 1990 los que ya fueron premiados integran el jurado y el que gana el Brillante será el presidente, este año es Ricardo Darín”.