Antes de la cuarentena estaba armando mi segundo show, que era un show moderno y futurista. Era toda música original, que la estaba haciendo como mi productor. Y ahí fue cuando decidimos empezar a trabajar y yo ya iba a cantar en ese show. Ese es hoy el último tema de mi disco” dice Mauro Caiazza. El bailarín, que fue tanto parte del “Bailando” como de los shows de su propia compañía, acaba de publicar De fuelles y flores, el EP de cuatro canciones que grabó en su casa, y con la colaboración de un productor y de su hermano. Suma: “Después de mucho trabajo lo logramos. Y creo que el día que hagamos un show, serán más temas instrumentales”.
—¿Cuál considerás que es el chispazo que a vos te dio ganas de contar desde la música y desde el baile?
—Estoy en el camino de la música desde los quince años. Ahí es donde empecé a tocar la guitarra. Siempre sentí que el baile ocupaba la mayor parte de mi carrera. Entonces, una vez que logré tener mi compañía de baile, mi lenguaje, y ahí sentí entonces lo que me faltaba era el sonido. Yo buscaba referentes. Sentí que el próximo paso entonces era hacer música propia, que me defina todavía más como artista.
—¿Qué cambia al acercarte al tango desde el mundo de la danza?
—Yo siento que tengo las bases, el respeto, para poder salir del tango, por así decirlo. No sé si es “salir”. Es una manera de llevarlo, y darle evolución, con mucho respeto, desde mi punto de vista, siempre teniendo en cuenta lo que me dio el tango como cultura. ¿Dónde entonces deja de ser tango o no? Qué sé yo. Es algo que lo tuve siempre y que me va a acompañar siempre, pero hoy se ve como una propuesta moderna.
—¿Qué te podía dar el tango y qué podías aportarle al tango desde tus letras?
—¿Las letras? Hace algunos años que escribo con más frecuencia. Para mí es un ejercicio emocional que me hace muy bien. Conocer ese mundo, esas letras. Las líricas del tango para mí están muy avanzadas, y ojalá pueda eso influirme. Yo siento que la música moderna es mucho más minimalista que la tradicional. Solo se grabó la voz y el bandoneón. Me animé a experimentar, sobre todo porque tuve que dejar de bailar por primera vez en 25 años. Nunca había frenado más de diez días.
—¿Cómo ves el universo del espectáculo en vivo, de la danza, en este momento tan complejo?
—Es una situación crítica para todos los artistas. Para la gente del tango. La gente que produce, los que tocan, las milongas. Al cortarse el turismo se achica la posibilidad de vivir de esto. Y somos muchos los que vivimos de esto. Y no estamos amparados por el Gobierno, por el Estado, por nadie. Lamentablemente estamos muy en bolas. Y estamos básicamente protegiendo y dando vida a nuestra cultura. Se mantiene gracias a todos nosotros, los que vivimos de esto. Es necesario que se empiecen a dar posibilidades, que se abran las milongas, que los artistas puedan salir, ya que todos necesitan vivir y comer. Me da mucha tristeza ver artistas trabajando de cualquier otra cosa y no de lo que hicieron durante toda su vida.