Cada vez que cierra un ciclo, María Julia Oliván aprovecha para viajar y cambiar de aire. Parece una rutina habitual para poner un punto y empezar de nuevo. El año pasado, cuando abandonó sorpresivamente la conducción de “6,7,8”, el polémico y ultraoficialista programa producido por Diego Gvirtz en Canal 7, se fue un mes de viaje por Europa. Ahora acaba de terminar su participación en “Huellas de un siglo”, un ciclo de documentales históricos realizados por directores de cine que condujo en el mismo canal, en el marco de los festejos del Bicentenario. Y, fiel a la costumbre, preparó un viaje a Las Vegas, con menos características expiatorias que el anterior.
Oliván podría usar sus ojos intensos e imponentes para eludir temas incómodos, pero no lo hace. Quiere hablar de todo. Se dará permiso para criticar a su “maestro” Jorge Lanata y para revelar un juicio que mantiene con la productora Cuatro Cabezas.
Noticias: ¿Se sintió más cómoda como presentadora en “Huellas de un siglo” que al frente de un programa como “6,7,8”?
María Julia Oliván: Ojo, a mí me gusta la adrenalina de conducir en vivo. Pero me resultó agotadora la rutina del año pasado. Y no quería estar tan expuesta. Le dediqué mi vida al laburo. Pero en este momento quiero desarrollar mi carrera sin dejar de lado mi vida personal.
Noticias: Se especuló mucho sobre su salida de “6,7,8”. ¿Por qué se fue?
Oliván: El programa se orientó hacia una radicalización que no comparto. Me pareció bueno para plantear un montón de debates y una agenda que no estaba en ningún medio. No sé si eso se dio por la decisión intensa de Diego Gvirtz, el productor general, o porque, a su vez, hay un Gobierno que empezó a discutir con los medios y creí que los periodistas debíamos dar esa discusión. Pero yo tengo una manera de analizar la realidad que integra e involucra dudas, y en “6, 7, 8” no había mucho lugar para dudar. Era como una cosa de militancia. Yo no podía influir en la producción para que el programa se parezca más a mi forma de ser. Coincidía en algunas ideas de fondo, pero en ninguna de las formas.