"Todo en Entre les murs es mágico", dijo hoy Sean Penn, al justificar la decisión de conceder la Palma de Oro a esa película francesa, de Laurent Cantet. Basada en el libro del profesor Francois Begaudeau, quien también participa en el guión y protagoniza la película, Entre les murs relata la labor de un profesor comprometido que a diario, además de impartir su materia, tiene que hacer frente a la colisión de culturas y actitudes de sus alumnos, adolescentes franceses y de otros países.
El director de elogiadas películas como Recursos Humanos y L'Emploi du temps ofrece con Entre les murs un sorprendente y vívido retrato del sistema educativo en Francia, un espejo donde se refleja el mosaico cultural que compone la sociedad gala actual.
"Fue una decisión unánime", dijo Penn, presidente del jurado oficial de la 61 edición del certamen francés. Entre les murs, es una obra de "elevada calidad cinematográfica que puede atraer a jóvenes audiencias", añadió el director mexicano Alfonso Cuarón, también miembro del jurado.
Ellos, junto a la actriz Natalie Portman, la directora franco-iraní Marjane Satrapi o el director italiano Sergio Castellitto, entre otros, han presentado un palmarés de marcado acento social.
Benicio del Toro, mejor actor por el “Che”. La segunda decisión unánime del jurado fue la de conceder el premio del mejor actor al puertorriqueño Benicio del Toro por su excelente recreación del mítico guerrillero cubano argentino Ernesto Guevara en Che, la monumental obra de Steven Soderbergh que dura más de cuatro horas.
"Esto es muy del 'Che', los galardones le pertenecen al Che...y las críticas también", dijo Del Toro en rueda de prensa tras recoger el premio. "Es una gran noche para ser latinoamericano", añadió el actor,
La brasileña Sandra Corveloni, una actriz de teatro que se puso por primera vez delante de la cámara para Linha de Passe, de Walter Salles y Daniela Thomas, se alzó con el premio a la mejor intérprete por su papel de madre soltera que intenta salir adelante con cuatro hijos.
El Gran Premio, considerado el segundo en importancia en el certamen francés, fue para la italiana Gomorra, de Matteo Garrone, una potente historia sobre la carne de cañón de la que se alimenta la mafia napolitana, la Camorra. Esta obra también parte de un libro homónimo basado en experiencias personales y escrito por Roberto Saviano, quien trabajó como periodista para la Camorra y ahora vive bajo protección policial.
El Premio del Jurado fue para Il divo, de Paolo Sorrentino, una tira sobre una de las grandes figuras de la política italiana más relevantes de la segunda mitad del siglo XX: el siete veces primer ministro Giulio Andreotti.
Italia, que el año pasado se lamentaba por la ausencia de su cinematografía en el renombrado festival, consiguió el aplauso de la crítica con dos crudas aproximaciones a la singular realidad del país alpino.
En tanto, los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, que volvieron a bordar una historia de acento social, en este caso sobre la inmigración en el corazón de la Europa occidental, con Le silence de Lorna, se alzaron con el premio al mejor guión.
La película era una de las favoritas para el máximo galardón, pero de haberlo logrado, sería ya la tercera Palma de Oro que los realizadores belgas conseguían, un honor que hasta la fecha nadie tiene.
El jurado quiso hacer una excepción dando un premio especial de la 61 edición a dos trayectorias que participaron en la competición: la de la actriz francesa Catherine Deneuve (protagonista de Un conte de Néel) y la del director estadounidense Clint Eastwood (Changeling), que un año más se queda sin la Palma de Oro.
El premio al mejor director fue para el turco Nuri Bilge Ceylan, por Tres monos, una película sobre las mentiras y la falta de comunicación en el seno de una familia. Ceylan, que compite por cuarta vez en Cannes, ya se llevó el Gran Premio en 2003 con Uzak.
La Cámara de Oro, el premio que se da a los directores noveles, fue para el videoartista británico Steve Mc Queen por Hunger, una demoledora recreación de la huelga de hambre que emprendieron en 1981 los prisioneros del IRA dirigidos por Bobby Sands en la cárcel de máxima seguridad Maze para conseguir un estatus político.