Jóvenes, talentosas, con maridos famosos –Gael García Bernal y Martín Lousteau–y, además, madres y dueñas de una carrera prestigiosa. Sobre la habilidad de combinar trabajo y vida, hablan las dos protagonistas, Carla Peterson y Dolores Fonzi. Mientras Peterson es mamá primeriza de Gaspar, quien cumplió apenas 4 meses, Dolores tiene dos hijos, Libertad y Lázaro, y suele vivir parte del año en España o México, el país natal de su pareja, una estrella en el panorama del cine mundial. Mañana estrenan la segunda temporada de En terapia, que emite la TV Pública en el horario de las 22.30, aseguran que encarnar a sus personajes, Ana y Juliana, les exigió mucho esfuerzo, y que están expectantes con el resultado y la respuesta del público.
“Espero que la gente lo disfrute tanto como la primera temporada, hay mucha ansiedad en la calle. Y sí, yo me muero de ganas de verlo. Me fascina, me gusta más ésta que la primera”, arranca la Fonzi, quien ya trabajó con Alejandro Maci el año pasado, cuyo método es bien especial ya que graba por personaje de corrido.
—¿Qué desafío les produjo grabar sobre un solo diálogo?
FONZI: Los textos fueron un desafío porque son muy largos. Además, no hay lugar para improvisar, es muy teatral en ese sentido. Hay que saber perfecta la letra y mandarse el capítulo entero. Fue un gran esfuerzo y muy intenso. En la primera temporada sentí pánico, y ahora, también. Lo padecí (risas).
PETERSON: Tener que comprometerme mucho con lo que estaba haciendo y diciendo. Darle forma a todo eso que tiene que ver con los sentimientos, con una pausa, con una mirada, con ese lenguaje. Las palabras tienen otro peso.
—¿Ustedes acuden o han acudido al analista? ¿Qué opinan de ese espacio?
F: Yo sí, y es una herramienta que uso cada vez que la necesito. No tengo un orden, como ir una vez por semana, pero cada vez que necesito voy. A mí me sirve para plantear cosas y tener un rebote de mi propia reflexión, y que no sea la única voz sobre las cosas.
P: Ahora no, pero me analicé mucho tiempo. Para mí fue un espacio fundamental como persona y como actriz. Me cambió mucho, me hizo ahondar más, crecer, hacer crecer las cosas que hacía y entenderlas para poder preparar las cosas desde un lugar más íntimo.
—Dolores, Ana está en una profunda crisis con su marido (Sbaraglia). ¿Hasta dónde creés que hay que luchar para recuperar un matrimonio?
—Yo creo que hasta el final. Una pareja, sobre todo si hay hijos de por medio, debería hacer todo lo posible para sobrevivir. No se puede soltar tan rápido. En la construcción de una relación siempre vale la pena hacer todo lo que sirva para crecer.
—¿Genera menos presión estar en un programa de la TV Pública que no prioriza el rating?
F: Sí, dentro del canal fue el programa más visto, y tuvimos la suerte de que fue muy mimado y deseado. Todo fue hecho en función de la calidad y no del rating, y en ese sentido quedamos exentos de la presión y de los cambios de horario.
P: No llegué ni a pensarlo. Tenía mucha presión por hacer bien este trabajo porque era muy distinto a lo que venía haciendo.
—¿Le dan importancia al rating?
F: No. Para mí es un dato.
P: Cuando estoy en un programa del prime time sí, porque la productora y el canal necesitan que le vaya bien. Le presto atención porque, además, el estado de ánimo de los que te rodean varía mucho.
—Carla, ¿cómo vivís esta primera maternidad. ¿Cómo manejás los tiempos?
P: La vivo feliz, con asombro y mucha alegría. Los tiempos me los va marcando mi hijo, y yo me doy cuenta ahí.
—Dolores, ¿cómo manejás ser mujer, esposa, madre y actriz?
F: Creo que es un gran trabajo con uno mismo. Más que nada de escuchar las necesidades propias y de los que tenemos alrededor. En definitiva, no sé cómo me organizo pero el trabajo que hago es para poder manejarlo.
—Tanto ustedes como sus parejas tienen una vida laboral muy ocupada. ¿Cómo lo manejan en lo cotidiano?
F: Nos organizamos. Vemos lo mejor para la familia porque tenemos dos niños, y a la vez tenemos muchas ganas de compartir con ellos. Si yo tengo muchas ganas de hacer una película, Gael se organiza para no trabajar en ese momento, y cuando es al revés, la que no trabaja soy yo. Nos acompañamos mucho.
P: Estamos muy presentes. Me voy dando cuenta de que nos apoyamos. Me ayudó mucho a que yo pudiera tener mi tiempo de trabajo. Ahora que somos padres primerizos, nos acompañamos mucho.
—¿Cómo son como pareja? ¿Cómo se mantiene la pasión?
F: Soy re gauchita (risas), aguantadora, trabajadora y compañera, y la mantengo siendo gauchita (risas), laburante y trabajando todo lo que se pueda.
P: En eso me tiene que definir Martín (risas), pero yo creo que soy una buena compañera. Nosotros hace muy poco que estamos juntos, ahora estamos muy enamorados y sorprendidos con nuestro hijo. Dentro de varios años te cuento (risas).
—¿Qué opinión les merece la actualidad política?
F: Hay cosas de este gobierno, como los derechos humanos y la ley de matrimonio igualitario, que me gustaron, y hay cosas que deberían suceder, como la ley de aborto. Cuando se habla de corrupción y toda esa parte negra de la historia Argentina es un espanto. No soy K ni anti K, hay algo de esa división a rajatabla que no me gusta.
P: De política no puedo hablar absolutamente nada, no sé. Me gusta hablar de deberes como ciudadana.
—¿Y Con Martín no hablan de política?
P: No, nosotros aprovechamos para hablar y conectarnos con otra cosa. No hablamos mucho de trabajo. Más ahora con un hijo, hablamos mucho de él. Si me llega a hablar de política en vez de hablar de nuestro hijo, me separo (risas).
—¿Qué proyectos tienen para el futuro?
F: Ahora sigo con la obra Isósceles, que reestrenamos los sábados en El Extranjero, y estoy feliz porque me encanta. Terminé En terapia y estreno El crítico, y después tengo un par de películas para el año que viene, pero como no cerré, no las puedo nombrar.
P: Yo estoy armando el año que viene, pero no tengo algo concreto. Este año ya trabajé y me voy a dedicar a Gaspar.