Son días de mucho trabajo para Diego Peretti. En agosto se estrena la obra El placard, versión de la exitosa película francesa de Francis Veber que protagonizaron Daniel Auteuil y Gérard Depardieu, y este actor de 50 años que de lunes a viernes se luce en uno de los mejores programas de ficción televisiva del momento, En terapia, por la TV Pública, tiene allí un rol destacado. La obra dirigida por Lía Jelín (en el teatro Lola Membrives) incluye en su elenco a Osvaldo Santoro, Alejandro Awada y Valeria Lorca, y representa para Peretti una oportunidad de volver a la comedia luego de varios papeles que él define como “muy densos”. El actor encarnará a un empleado que rinde muy mal en la empresa y está en una lista de eventuales despidos. “Entonces se encuentra con un vecino que le sugiere, para conservar el trabajo, que simule ser homosexual. De esa manera, le dice, no lo van a echar porque de hacerlo sería discriminatorio”, completa Peretti sobre el argumento de la obra. “Yo vengo desde hace un tiempo realizando obras muy densas en teatro –La ópera de tres centavos, La muerte de un viajante, Un tranvía llamado deseo–, así que celebro que sea una comedia. Y es una comedia disparatada, operística, medio caricaturesca. Lía es una directora ideal para este tipo de obra porque trabaja mucho con el cuerpo de los actores”, agrega. Al mismo tiempo, se está preparando para una nueva película de Juan Taratuto, una adaptación de una novela de Ernesto Sacheri, Papeles en el viento, y espera para septiembre el estreno del film Wakolda.
—¿La televisión cierra más en lo económico que el teatro y el cine?
—Para nada. En televisión, el 40 y pico por ciento de lo que cobrás se va en impuestos. Ya no estamos en la época de ¡Grande, Pa! o Mi cuñado. Esa es una fantasía residual. Los 90 fueron la última época en la que se ganaba mucha plata en la tevé. Hoy no se gana mal, no es que tenés que trabajar de otra cosa, pero ya no es igual que en aquellos años. Y ya no hay estrellas ni divos, son programas más corales. Salvo contadas excepciones, claro: Suar, Darín, Francella y Chávez son artistas que con su sola presencia generan rating.
—¿Y cuál es el balance que hacés de la experiencia de “En terapia”?
—Para mí es un programón. Es esencial el trabajo del director, Alejandro Maci. Su mayor logro es captar muy bien psicologías profundas en tevé, algo complejo que él hace muy simple.
—¿Viste las versiones que se hicieron en Israel y Estados Unidos?
—Sí, claro. La primera temporada de la israelí me sirvió mucho. La estadounidense me sirvió menos porque el psicoanálisis norteamericano es más compasivo, más conductual que el nuestro. El terapeuta que compone Gabriel Byrne tiene matices muy melancólicos, algo que el mío no tiene.
—¿Y usás tu experiencia como psiquiatra para este papel?
—Uso música que escuché alguna vez y que me quedó en la cabeza. Pero ojo que Byrne hace un gran trabajo y nunca estudió psicoanálisis. Si el programa está bien escrito y dirigido, se facilitan las cosas.
—¿Por qué dejaste la psiquiatría, tu primera profesión?
—Entre vocación y vocación me incliné por la más lúdica. El arte me parece más lúdico que la ciencia, aunque un científico también debe ver creatividad y juego en su trabajo. Estuve 11 años en un hospital público y me cansó, la verdad. Ya estaba por pasar a un consultorio y no me copaba la medicina de consultorio, veo ahí mucho negocio con un tema delicado como la salud. Me gusta estar más entre artistas que entre médicos. La medicina orgánica no me gustaba. Cuando terminé la facultad elegí la especialidad más extrema, la que se cursa apenas en un mes en cinco años de carrera. Es una especialidad completamente distinta a las demás: los conflictos, la angustia, el marote, lo más difícil de entender…
—¿Tiene algún significado especial para vos trabajar hoy en la TV Pública?
—Sé de lo que hablás, pero nos tendríamos que cagar en eso. Que el programa llegue a todas las provincias es sensacional. Me parece que la TV Pública elevó mucho el nivel. Lo mismo que Encuentro y el Incaa TV. Son todos productos que, comparados con el resto de lo que hay en la oferta televisiva, están muy por encima. El rating es inverso a la calidad de los canales, por lo general. Es placentero trabajar en un canal con el que me siento más identificado. Y además trabajar en los que tienen mucho rating implica un nivel de exposición que no me banco. Soy medio haragán, alguien con un carácter reservado, no me llevo bien con la alta exposición. La crítica que le hago a la TV Pública es que debería tener espacios más plurales. Que haya programas oficialistas como 678 está bien, pero también tiene que haber otros donde se escuchen voces diferentes, donde haya más amplitud, más fluidez.
—¿Y se paga mejor en la TV privada?
—Me pagan muy bien en la TV Pública. No me puedo quejar.
Lanata y el empecinamiento
Como muchos de sus colegas, Diego Peretti no vio con buenos ojos el programa de Periodismo para todos que Jorge Lanata dedicó a la política de financiación del cine nacional del Incaa. “No veo mucho ese programa porque me vuelve loco El show del fútbol, es difícil que me lo pierda. Pero noto que Lanata está empecinado, y cuando estás empecinado con algo perdés el eje –dice–. Está empecinado con pegarle al Gobierno. El que conoce el medio sabe que hubo una gran cantidad de incongruencias en lo que se dijo en ese programa. Así como 678, con un panel de personas inteligentes y buenos invitados, pierde la oportunidad de elevar el nivel por su empecinamiento oficialista, algunos se pierden una oportunidad de hacerle críticas justas al Gobierno por estar empecinados en el ataque. Terminan siendo enemigos de ellos mismos. No se puede medir el valor de una película por la cantidad de gente que va a verla. El cine es el olor de un país, la cultura se respira a través de su cine, que irradia lo que somos. Una actividad cinematográfica nutrida habla de una buena salud cultural. Se puede criticar el mecanismo de otorgamiento de créditos, pero investigá mejor, metete a fondo en el tema, no de una manera tan superficial. En los países europeos más importantes el cine está subvencionado”.
Sobre el desempeño del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Peretti opina: “No me levanto y voy a la comisión interna de una fábrica ni estoy laburando en el campo. Veo un poco de televisión y leo los diarios, ésa es mi perspectiva. Y lo que veo es que este gobierno tiene cosas que yo considero positivas, que mantiene un discurso que tiene un mismo sentido. Y que se manejan cohesivamente en el Congreso. Da la sensación de que son gente con intención de transformar la realidad. Yo eso no lo había visto antes. Alfonsín empezó con la Conadep y terminó con un ministro de Trabajo de la burocracia sindical; Méndez (sic) empezó con el salariazo y terminó con un ministro de Economía de Bunge y Born, y De la Rúa, ni hablar, fue el peor presidente de la democracia”.