ESPECTACULOS
CHARLIZE THERON

"Quiero contar historias que me enamoren"

La ganadora del Oscar se ha convertido en una feliz excepción en Hollywood: alguien que protagoniza películas de franquicias tanto como dramas personales. Ahora estrena La vieja guardia, una película de acción feminista que cuestiona nuestro presente y la idea de poder.

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POTENCIA. Theron vuelve a otro film de acción con nervio y con sentimientos. | shutterstock / gza. netflix

Lo primero que sobresale de La vieja guardia, la películas de acción que estrena el 10 de julio en Netflix, basada en un cómic de Greg Rucka y el argentino Leandro Fernández, es su equipo de mujeres. Ella, Charlize Theron, es aquí una guerrera inmortal, de 6 mil años, a quien vemos hoy (antes de la pandemia) reclutando a una nueva inmortal, interpretada por Kiki Layne. Pero detrás de escena, dirige Gina Prince-Bythewood, una mujer de color que tuvo sus primeros pasos en el cine de la mano de Spike Lee, y la misma Theron produce. Es decir, una presencia femenina atípica dentro de la industria para un film de acción basado en una historieta. Una anomalía, lamentablemente, pero no una en la carrera de Theron. La vieja guardia es un perfecto ejemplo de esas películas que Theron ha convertido en mainstream y rebeldes, únicas y masivas, una constante que define los últimos años de su carrera en Hollywood: así como es nominada al Oscar por Bombshell (o lo gana por Monster), puede ser el perfecto avatar de la película más irreverente y celebrada de acción, la nueva y ya clásico Mad Max, o la mitad de una comedia romántica como Ni en tus sueños, otro milagro en el que el cine ya no cree. Theron, a diferencia de los estudios, sí cree en el cine y en su poder. Y ella misma, en exclusiva, se lo dice a PERFIL: “Amo mucho el cine, el hecho de hacer películas. Me gusta eso, me gusta hacer cine. Por eso, cuando hice la comedia con Seth Rogen, en muchas notas me preguntaban por qué esa decisión, que no me veían haciendo este tipo de cine. O cuando hice Rápidos y furiosos. Nadie entendía. “¡Pero vos, una actriz dramática que es nominada al Oscar!”. Tengo una sensibilidad más cercana a un espectador, porque amo ir al cine, y veo lo más que puedo”.

—La película trata sobre un grupo, de inmortales, que deben estar juntos porque nadie entiende su condición o tiene su experiencia, que realiza tareas militares de forma de no dejar huella en el mundo ¿Cuán importante creés que es en este momento del mundo pensarnos como comunidad tal como lo hacen ellos?

—Es lindo que vean eso en la película. Pero eso es algo que tienen las películas, y que descubrí desde chica: todos podemos llevarnos algo de ellas, aunque ese algo sea distinto, y no sea siempre lo mismo. Es lindo cuando algo resuena a vos y te lo llevás con vos. La película es de acción, seguro, pero busca hablar sobre determinadas cuestiones. Sin dudas, trata sobre el hecho de ser humano, sobre que representa la humanidad. También sobre la falta de compasión y la necesidad de identificarse con el otro.

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—La película se las arregla para ser cool, pero también para dejar en claro el peso de vivir 6 mil años y ver que el mundo no cambia ¿Qué te interesó de esa veta del relato?

—El hecho de contemplar daños que hemos hecho, en este caso desde mi personaje que anda por el mundo hace 6 mil años. Esa vida te permite tener un arco bastante grande de historia para juzgar a la humanidad. Creo que mi personaje se pregunta cuál es el sentido si nada cambia. Y eso es algo que es universal, sobre todo hoy, más que nunca, hablemos culturalmente o como sociedad global. Es algo que sentimos todos. Muchas veces sentimos que los mismos errores se repiten una y otra vez, que vemos el mismo dolor, o uno nuevo, y la misma pena una y otra vez. Y todo sin nunca generar la esperanza de una solución. Esta es una película que respira urgencias globales, y esas son dudas que cualquiera puede tener.  

—El personaje se ríe sobre si es buena o mala dependiendo la época del mundo ¿Qué de eso puede traducirse a este presente?

—Mucho. Ser humano es muy complicado y complejo. Nos intrigan las historias cuando implican explorar todo este lío que implica ser humanos. Las historias también implican evolución, y es algo que nos gusta ver en pantalla, sentir que hacemos como especie (aunque eso es más raro). La idea que los buenos solos hacen cosas buenas, y que no hay evolución, que no hay integración, que hay un lado bueno y listo: son ideas complejas que al repetirse a lo largo de la historia abren la puerta a peligros. Aquí estos inmortales se cuestionan hasta las guerras religiosas: cuando buscás la verdad, cuando actúas en nombre de la verdad, hay que entender que no todos lo van a ver igual, y que quizás la verdad es otra palabra para definir al odio.

—En los últimos años has logrado ser parte de un panteón de películas de acción adulta como “Atómica” y la celebrada “Mad Max” ¿Cómo vivís el hecho de ser una estrella de acción que es nominada al Oscar por sus dramas con personajes reales?

—Es divertido. No puedo decirte que no. Acá había que pelear con la experiencia de un cuerpo que hace 6 mil años hace artes marciales y tiene esa efectividad. En ese sentido, tuve que trabajar mucho. Pero siempre no es otra cosa que constancia: levantarte a la mañana e ir al gimnasio.

—A esa acción que hablamos se suman comedias como “Ni en tus sueños” con Seth Rogen, que dejan en claro tus decisiones como actriz y productora ¿Cómo definirías esta etapa de tu carrera?

—Cuando ves todo lo que he hecho con mi carrera es bastante obvio que amo todos los géneros. Eso quiere decir que busco buenas historias, no géneros. Busco historias que me enamoren, que me diviertan, poder elegir con quién trabajo. Ahora, por ejemplo, poder hacer una película con una directora mujer y una compañera mujer como coprotagonista y es de acción. Eso define mucho de lo que ha sido mi carrera.

—Hablás de tu carrera, ¿cómo sentís que has logrado los roles que has logrado y que no te hayan encasillado?

—Fue difícil. Es un desafío no sentir que regurgitas algo, algo que buscan en vos y que puede convertirte en una caricatura. Pero de verdad quiero sorprenderme, quiero crear en pantalla lo que quiero ver. No quiero hacer nada en modo automático. Por suerte, ya no lo necesito. Si las historias merecen ser contadas, al menos si yo considero que merecen ser contadas, entonces se merecen todo mi esfuerzo. Sobre todo considerando lo difícil que es que las películas muestren algo que no mostraron antes. O sentir que se divierten. O que patean traseros. Creo que mi pasado como bailarina, mi experiencia como bailarina, es crucial, porque han implicado una forma de entender la actuación que me permite habitar por completo a mis personajes, adentro y afuera, con mi cuerpo y con mi cabeza. Mis transformaciones físicas solo muestran lo mucho que el cine me representa. 

 

Un argentino en Netflix

Leandro González es un dibujante, uno con décadas de trayectoria. Gran parte de esa vida profesional, González trabajó junto a Greg Rucka, un guionista de cómics con bastante experiencia en tener sus obras adaptadas a la pantalla. Ahora, una creación de ellos, The Old Guard, llega a la pantalla de Netflix. González tiene historias de rodaje, muchas, pero esta experiencia lo ha puesto en otro lugar. Pero González entiende desde siempre la potencia del cine y su vínculo con los cómics: “Incluso aunque son medios distintos, están siempre conectados. Mi historia personal al volver del cine, en Casilda, me daban muchas ganas de dibujar. Había dos salas de cine enormes, y volvía a casa impresionado y me ponía a dibujar. Me pasa de conocer directores de cine que se inspiran de los cómics. Es un ciclo de dos vías. Son dos medios que se alimentan constantemente.” El mismo Rucka, parte de la conversación, habla de su vínculo con el argentino: “Yo y Leandro nos conocemos hace casi 20 años. Y trabajamos juntos ya muchas veces. Eso permite que nuestros crecimientos, cada uno por su lado, nunca cambien lo mucho que confiamos en el otro. Nunca le envié un guión y me preocupé que me devuelva algo que no cuente lo que yo quería contar. Eso es algo muy especial. Puedo mandarle algo casi cocinado y él me devuelve una hermosa torta. Es una gran sociedad, y lo veo así.” Fernández suma: “Si Greg me manda algo, sé que nunca va contra lo que quiere hacer. Siempre podemos trabajar en pos de generar el mejor resultado.”