El casamiento en 2004 había sido un verdadero cuento de hadas: Celina Rucci entró al Tattersall enfundada en un imponente vestido blanco bordado con 4.500 cristales Swarosky y le dio el sí a Claudio “el Mono” Minnicelli. Un príncipe azul cuñado del polémico ministro de Planificación, Julio De Vido, que ya entonces le había soltado la mano al hermano de su esposa Lali. Sólo Facundo, su hijo mayor, fue parte de tan imponente evento. Ahora, tampoco Celina lo quiere a su lado y la separación ya es un hecho: ella sigue de temporada en Mar del Plata al frente de Deslumbrante y él está en Buenos Aires preparando la mudanza.
“Nunca fui una vedette K”, aseguraba. Siempre rechazó el mote y remarcaba que apenas había tratado con el ministro y su esposa, al frente de la Sindicatura General de la Nación. “Un vínculo que nunca me reportó beneficio alguno”, discutía enfática. “Si yo no tengo pruritos en tener familiares políticos, ellos no tienen por qué tener pruritos de que yo sea vedette”, se defendía, aunque los prejuicios siempre fueron mutuos.
Harta, terminó señalando a De Vido como la causa de su separación: “Estoy cansada de que me relacionen con él”, le aseguró enojadísima a Paparazzi. La familia que había formado con su hijo Uciel y los dos de su marido parece haber quedado en el olvido.
Quién es él. Sin embargo, la crisis matrimonial de Rucci y Minnicelli tendría nombre y apellido y no sería el del patagónico: Gabriel del Grosso, un fornido modelo de 27 años que la acompaña desde hace más de tres semanas.