A pesar de que lleva más de 21 millones de copias vendidas en todo el mundo y acumula 16 Premios Grammy en la repisa, el 2007 de Alejandro Sanz estuvo plagado de altibajos entre los que se cuenta una convenientemente desmentida adicción a la cocaína y problemas judiciales.
Se fuerza la máquina. Según se ve, al artista español lo aqueja el mal de los cantantes románticos: como le pasó hace algún tiempo a Luis Miguel, cuando su figura de siempre se había multiplicado en tamaño, a Sanz se lo vio esta semana algo excedido de peso que, para colmo, quiso ocultar con un pesado gamulán.
Pero esta no es la primera vez que aparece con varios kilos de más. Luego de divorciarse de su mujer, la modelo Jaydy Mitchell, y tras lanzar su último disco –El tren de los momentos–, los paparazzi encontraron a Sanz bastante desmejorado físicamente.
En agosto pasado se lo volvió a ver muy gordo en unas fotos que le tomaron en la pileta de su casa de Miami junto a su hijo, Alexander. Esta vez, enfundado en un gamulán, de jogging y zapatillas deportivas, los fotógrafos lo volvieron a pescar en lo que parece una carrera hacia la desmesura.
Su imagen viene acompañando un año de mucha crisis. El cantante inició un juicio contra dos ex empleados a los que acusó de querer extorsionarlo para no revelar la existencia de un hijo escondido. Además, tuvo un entredicho con Hugo Chávez, a quien llamó “ dictador” y “golpista”. Por este motivo, el presidente de Venezuela, al mejor estilo “¿por qué no te callas?”, le prohibió realizar un concierto programado en Caracas. Más información en la Edición Impresa.