A pesar de que los directores Bettinelli-Olpin, Gillett y el productor Chad Villella, son conocidos por pertenecer a un grupo de realizadores de films de culto –Radio Silence–, acá se muestran como aprendices, al crear un relato poco atractivo, que sería perfecto si lo hubiera dirigido Tim Burton.
Con una estética bastante oscura, casi gótica, semejante al estilo de la recordada y admirada película animada de Burton, El cadáver de la novia, la actual no es una producción de fantasía. Más bien intenta ser una sátira, sin lograrlo totalmente, sobre millonarios y pobres, a la que se suma un humor zumbón, tonto, con el que los cineastas se proponen parodiar algunos clisés del cine de terror.
Rodada en una única locación, una vieja mansión, de incontables habitaciones, paredes oscuras y muebles antiguos, que recuerda a la casa de Los locos Addams, es el ámbito elegido por la adinerada familia LeBail, que dice tener sangre azul, para llevar a cabo un ritual, con sacrificio incluido, que vienen realizando desde hace varias generaciones. La víctima es la novia, una chica de origen humilde, que se enamora de uno de los jóvenes del clan, sin saber que le puede costar la vida.
Con escasos diálogos, que en su mayoría preanuncian la acción, se trata de una temática bastante ridícula, que solo justifica su metraje a partir de una puesta en escena, que radica en crear cierto suspenso, mediante la persecución de una víctima propiciatoria.
La película tiene la virtud de plantear de entrada quién es la víctima a perseguir. A partir de ese instante lo que se pone a prueba son las agallas de la presa y los recursos que le proveen para que intente sobrevivir al siniestro plan.
Con instancias que recuerdan a la saga La noche de la expiación, en la que todo vale, es el personaje de la novia, que en la piel de la muy dúctil actriz australiana Samara Weaving (The Babysitter), le otorga verosimilitud a un personaje que los directores no se encargaron de aportarle mayores recursos dramáticos. Lo mismo sucede con la mayoría de las secuencias en las que el equipo de intérpretes actúa, casi sin entender lo que están haciendo. Lo que ocurre con el caricaturesco personaje de la tía (Nicky Guadagni), o de la madre, personificada por Andie MacDowell (El día de la marmota), en una de sus peores actuaciones.
BODA SANGRIENTA
Título original: Ready or Not
Dirección: Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett
Guión: Guy Busick y Ryan Murphy
Intérpretes: Samara Weaving, Adam Brody, Andie MacDowell, Mark O’Brien y Henry Czerny
Origen: Canadá, Estados Unidos (2019)
Duración: 95’