Sobre el piso hay dólares desperdigados. Muchos. Si uno se acerca, descubre que los billetes no son tales. Se trata, más que nunca, de un papel con valor signado sólo por quien lo observa.
El escenario donde reposan los billetes es el cuarto donde duermen Leo (Luciano Castro), Segundo (Mariano Martínez) y Enzo (Gonzalo Heredia), el trío protagónico de Valientes, el programa más visto de la televisión argentina actual. Las paredes no son de cemento, sino de madera. Lo que en la pantalla se ve real en persona se descubre como precario.
En medio de todo, hay una cámara. Uno de esos objetos capaces de hacer creíble lo irreal.
La mesa del comedor de ficción es, en la práctica, la mesa del centro de operaciones. Ahí se reúnen los actores con el director Martín Sabán a repasar la letra y las indicaciones para la siguiente escena. Lo que ensayan se verá en la pantalla del Trece dentro de varias semanas. Luciano Castro le propone a Mariano Martínez que el golpe que propine sea con una doble Nelson. Martínez lo mira, sin entender. Castro extiende los brazos, los retuerce y le explica que tiene que atrapar así al enemigo. “Como en Titanes en el ring”, aclara. Martínez niega con la cabeza. “¿Y el cortito?”, insiste Castro, “¿ése sabés hacerlo?”. Martínez vuelve a negar con la cabeza, cabizbajo, y responde: “Piñas, yo sólo sé dar piñas”. Otro instante de silencio, y los tres se ríen.
“Hay un clima bárbaro”, dice Paula Granica –productora ejecutiva del programa–, “y en buena medida se relaciona con los treinta puntos de rating”. Cuando PERFIL le comenta que, por lo general, en las entrevistas los actores suelen decir que las mediciones de Ibope no les importan, Granica sonríe sobradora. “Mienten –dice–, yo estuve en programas con diez puntos, e ir al inicio de la jornada a decírselo al elenco es un bajón.”
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