ESPECTACULOS
Aaron Paul

“Spielberg amaba ‘Breaking Bad’”

El jueves estrena Need for Speed, la película para la cual lo convocó el director de E.T. Admite que volverá a hacer de Jesse Pinkman en Better Call Saul, la nueva serie de Vince Gilligan.

Momentos. Ya hizo cine en A long way down. El jueves estrena Need for Speed, de Disney, que lleva a la pantalla grande el videojuego. Lo espera Ridley Scott para su próxima obra, la película bíblica E
| Cedoc

Jesse Pinkman. Aun en tiempos de House of Cards y True Detective, la herida (preciosa) que dejaron Breaking Bad y su paso por la televisión hace que el mundo se divida entre quienes saben quién es Jesse y sus “yo” y “bitch” y quienes no tienen idea del destino del Robin de Walter White, un narco bueno entre tanta maldad.

Ahora, un año después de filmar el mítico último episodio de la serie, Paul, en extremo simpático, dice desde Los Angeles:

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—No creo que vuelva a Jesse incluso considerando Better Call Saul, la nueva serie de Vince Gilligan, que sucede antes de Breaking Bad.
De inmediato hace silencio, para modificar su respuesta:
—Bah, no tengo idea, a veces extraño mucho a Jesse Pinkman y todos saben que siempre va a ser así.

Entonces, del otro lado del teléfono se escucha una risa franca, como si se disculpara a sí mismo por lo que dijo antes:

—Bah, volvería a ser a Jesse, seguro, no sé para qué me resisto, amigo. Sin Vince (Gilligan, el creador de Breaking Bad) no tendría esto que tengo hoy.

Parte de ese “esto” es Need for Speed, la apuesta de Disney por crear una saga fierrera apta para todo público. El film que se estrena el próximo jueves desafía no sólo la rigidez a la hora de la acción del videogame original sino también las expectativas de Paul:

—Nunca pensé que tendría un pilón de guiones al costado de mi cama. De hecho, nunca pensé mucho de mí como actor. Digo, sabía que quería actuar, me encantaba, por eso me fui de casa, por eso me vine a Los Angeles y por eso la peleé. Pero nunca me vi en tal o cual lugar, en serio, no pude. Y ahora todos te preguntan por algo que es icónico y vos todavía tenés algo de eso adentro. Si soy mejor actor hoy se lo debo a Gilligan. Cada día en el set de Breaking Bad era un año de estudiar actuación.

La gran sorpresa de Paul fue cuando, en medio de las ofertas laborales post Breaking Bad, del otro lado del teléfono estaba Steven Spielberg:

—¿Sabés lo que es que te llame Steven Spielberg? No sólo eso, que te llame Spielberg y te diga: “Amo Breaking Bad, así que quiero que actúes en esta película, Need for Speed”. No hay forma de decir que no.

—¿Cómo convivís con el mito “Breaking Bad”? ¿Te abruma, te aburre, te emociona?
—No tengo problema de hablar de Breaking Bad, sé que por un tiempo mi vida va a ser así, responder sobre esa serie. Y eso no me quita nada. Hay que entender que cuando empecé Breaking Bad era simplemente un tipo que estaba buscando un trabajo. Nunca estuve tan orgulloso de algo en mi vida como de Breaking Bad. Digo, cuando comparan tu show con Los Soprano y con The Wire, ¿cómo hacés para procesar eso con el cuerpo? ¿Sabés lo que es saber que tu rostro es el de un personaje de ésos que parece que van a vivir para siempre? No puedo ni encuentro forma de vivirlo como algo malo. Nunca. Breaking Bad me dio todo y soy feliz con cada nuevo paso. ¿Cómo no ser feliz en Need for Speed mientras te enseñan a girar autos en 360 grados? No puede estar muy lejos de ser el mejor trabajo del mundo.

—En “Need for Speed” sos el bueno, pero seguís metido en el crimen. ¿Cuándo fue que vieron en vos esa veta de criminal?
—Fue raro, porque yo nunca me vi de ese modo. Tobey, en Need for Speed, pasea por el crimen pero no tiene la violencia en el cuerpo de Jesse. Hacer de Jesse fue muy gratificante, aunque muy duro: era muy complicado meterse en ese cerebro, en esa vida, en esa pesadez. De repente, con Jesse se dieron cuenta de que yo podía ser el gritón pero también el conejo herido, el drogadicto con corazón de oro (o al menos con corazón de oro comparado con el resto). Hay algo en ese papel, del buen tipo que evade la ley, que amo que me asignen. Acá me dijeron: “Quiero que seas un pateaculos como Steve McQueen, pero que conserves esas cosas de buen tipo, al estilo cine clásico, que tenías en Breaking Bad”, y tienen razón. Por ahora es mi gancho. Obvio, no quiero que lo sea toda la vida, pero sigue siendo tan irreal todo, los fanáticos en la puerta de tu casa, los tuits, las entrevistas en Late Night Show, que nada me enoja. No llegué a ese punto y espero no llegar. Es muy lindo ver ese rebote con tu trabajo, ver cómo sigue picando en los demás después de que lo soltaste.

—¿Cómo te llevás con la nueva TV, ya no tan nueva? Digo, ¿podés verla o te aterra estar afuera de eso ahora que hiciste un personaje tan icónico? ¿Te gusta comparar shows con “Breaking Bad”?
—Obvio que en la faceta más ególatra de uno hay algo de la última pregunta. Pero no es el sentimiento que domina. Nunca había pensado en que quizás no pudiera volver a hacer televisión (bueno, salvo Better Call Saul). ¡Me deprimiste! No sé... entiendo a lo que vas. Como ser un actor de Friends, tan icónicos. No sé todavía. Es todo muy reciente. De verdad. Pero me gusta estar en el cine: verme en Need for Speed fue alucinante, verme en el cine, haciendo del bueno, es lo que yo quería. Era algo que me quería sacar de adentro, ¿entendés?, que necesitaba ese chico de 15 años que fui cuando soñaba con ser actor. Ahora, si tengo que decirte algo de la televisión y las series que dan ahora, es que disfruto muchísimo las exageraciones de Game of Thrones. Creo que tiene mucho de eso, de melodrama disfrazado de otra cosa. Y creo que es bueno.

—Hablás del cine grandote, pero también sé que siempre fuiste un defensor del cine independiente. Incluso has dicho que soñabas con filmar con Paul Thomas Anderson, el director de “Magnolia”.
—Mi corazón es independiente, seguro. Eso no niega Need for Speed o Exodus, la épica bíblica de Ridley Scott donde voy a trabajar. Tenés que entender: yo no puedo creer esto. Quiero lo grande, lo pequeño: todo me estimula. Me fascina un set gigante y filmar con pantalla verde tanto como me gusta el aura íntima de Hellion, la película de la que soy productor ejecutivo. Obvio que entiendo más ese mundo íntimo, independiente, porque salí de ahí y pensé que nunca iba a estar aquí. Pero hoy estoy acá.

 

El encuentro con Bryan Cranston

Claro que recuerdo el primer día en el set de Breaking Bad: fui a conocer a Bryan Cranston, fui a leer el guión con él y me dijo que no tenía ganas de hacer eso, entonces nos levantamos, nos fuimos a almorzar y nos encantamos el uno al otro. Cranston es mi héroe, es mi mentor, es mi amigo. Trabajaría con él en cualquier cosa. Nos reímos mucho cuando decían que podía ser Lex Luthor. Entendimos la locura de internet”, dice Aaron Paul de su colega en Breaking Bad.

Respecto de las parodias de Breaking Bad en YouTube y su repercusión, dice: “Eso es divertido: todo eso que la gente ve, escribe, opina, animaba, parodiaba, todo eso lo veíamos. ¡Vivimos acá con ustedes! ¡No en otra dimensión! ¿Cómo no vamos a ver los chistes sobre nosotros o sobre Breaking Bad que hay online? Es muy divertido que crean que no los vemos”.

En cuanto a su futuro: “Ahora quiero que el planeta vea Need for Speed, necesito eso. No por mi trabajo sino para que empiecen a verme con otros ojos, con otras posibilidades. No quiero despegarme de Jesse, sólo necesito que entiendan que quiero hacer todo el cine posible. Me encantaría hacer comedia, seguro, pero siento que no me sale, que no soy gracioso, que soy de esos tipos que terminan pareciendo un patán cuando hacen un chiste”. Claro, su declaración es retrucada por su paso en Saturday Night Live: “Es muy divertido el mundo de las estrellas. Saber que no sos una estrella supertop, pero que igual entrás a cualquier lado. Es hermoso divertirse con eso. Por eso SNL fue lo más. Me encantaría que nos llamen a mí y a Cranston juntos. Eso sería la bomba”.

Y sobre despegarse de Jesse: “Fue difícil, imaginate, y el Toby de Need for Speed me ayudó mucho. Fue mucha tensión, mucha pesadez. Mucho de compenetrarme y de pensar en el personaje, de pensar cómo estaría si no hubiera conocido a Walter. Hoy es un recuerdo feliz, pero no fue fácil”.