Juan Taratuto, como miles de argentinos, admira a Les Luthiers. Pero, como él mismo sostiene, “uno de los beneficios secundarios que tiene un laburo como director de cine es levantar un teléfono y convocar a alguien”. Primero fue Marcos Munstock en No sos vos, soy yo y después Daniel Rabinovich, en ¿Quién dice que es fácil? (2007) y Papeles en el viento (2015). En ese set, Taratuto recuerda que: “Todos querían sacarse una foto con él. Tenía en cada escena una mirada distinta, una palabra que mejoraba la escena. La idea de convocarlos siempre surgió porque yo era un gran fanático de Les Luthiers. Daniel fue un tipo muy grosso, de objetivos que quería cumplir, estaba repleto de simpatía. No tengo el privilegio de considerarme su amigo, pero sí estuvimos en contacto muchas veces.”
El director resalta una y otra vez la energía de Neneco, como apodaban al actor: “Era un tipo que pensaba en proyectos, en divertirse, en hacer cosas. Tenía un par de libros de cuentos escritos, estaba hablando de la posibilidad de filmar uno de ellos.” Y respecto del legado que creó junto a Les Luthiers, dice: “Daniel era alguien muy lúdico, que disfrutaba mucho de la vida. Era un tipo que decía que había vivido seis vidas. Los países que había visitado, sus historias, cenas con reyes. Sus ganas de vivir siempre buscaban a sus amigos, a su grupo, a su familia. Un sujeto admirable más allá de su capacidad como artista. Era una persona con un modo de vida muy particular”.
“Tenía esas cosas de ser como un nene”, cuenta Taratuto y lo ilustra: “Una vez estábamos en un avión, yendo a España, se acerca una mujer y le dice: ‘Si no le pido un autógrafo y le digo a mi marido que lo vi, se muere’. ‘Entonces no le diga’ le respondió él. Era un tipo que por ahí estábamos filmando y te pasaba a buscar para ir juntos, quería ver partidos juntos. El tenía una cosa muy familiera, preguntaba por los chicos, muy ligada a lo emocional. Se declaraba como el fan número uno de Les Luthiers. Tenía la casa plagada de elementos de Les Luthiers. Era un tipo súper a tierra, sencillo”.
Insiste con la idea de su humildad: “No sé si tenía la dimensión, o sí, pero nunca se subió a ningún altar por lo que eran. Era un tipo activamente admirado. Lo que hacía era una mezcla de popular y refinado. Muy particular lo de ellos”.