Desde el pasado jueves se puede ver en las pantallas grandes de los cines la comedia El método Tangalanga, sobre el nacimiento del humor tan especial del comediante Julio Victorio de Rissio (1916-2013). En esta película se entrecruza ficción con realidad, su real pasado y el género, y el guión es de Sergio Dubcovsky, Nicolás Schujman y Mateo Bendesky, quien además asumió la dirección de la película (su tercer largo). En su elenco están: Martín Piroyansky, Julieta Zylberberg, Alan Sabbagh, Rafael Ferro, Luis Machín, Luis Rubio, Lucía Maciel, Antonella Saldicco, y una participación muy especial de Silvio Soldán.
Las películas anteriores de Mateo Bendesky fueron Acá adentro y Los miembros de la familia. En ambas películas presentes en festivales como Berlín y Toronto fue guionista y director. Hoy frente al estreno afirma: “Para mí hay algo de apropiarse de la película. Me gusta tocar el texto, incluso acompañado, como fue en este caso por Nicolás Schujman”.
—¿Cómo se gestó?
—El proyecto lo inició el productor de la película, Diego Dubcovsky, en el 2018. Él había coproducido mi película anterior, Los miembros de la familia. Me invitó a hacer una lectura, pero luego se puso en pausa hasta el 2021. Hubo una primera versión del guión y luego lo reescribimos junto a Nicolás Schujman. Después pasaron pocos meses y la filmamos en abril del 2022 durante cinco semanas.
—¿Sentiste la diferencia de contar con una productora como Star Distribution?
—Nuestra productora fue Varsovia quien tiene un acuerdo de distribución con Disney. Salimos en salas. Diego (Dubcovsky) fue un productor generoso con la película y siempre me sentí muy acompañado con las ideas y con las propuestas que le llevé. A veces no estaban contempladas en el proyecto original que me acercaron.
—La verdadera historia de Tangalanga comienza como se muestra en la película pero sólo hay un nombre real: Sixto, el amigo. ¿Por qué?
—Trabajamos muy de cerca de la familia y ellos nos pidieron que le cambiáramos los nombres a quienes fueron sus padres y abuelos. Si bien El método Tangalanga no es una biopic, ni pretende ser una reproducción fiel de su vida, sí queríamos tomar sus inicios, que es una historia muy linda ya que empezó con las bromas para acompañar a su amigo (Sixto) que estaba enfermo. Sentimos que podíamos mantener ese dato, como muchos otros. Él había usado otros pseudónimos, pero nosotros elegimos Tangalanga, porque es el más conocido. Cuando se hace una película, a veces ésta pide estructurarse de una manera distinta a la vida real. Por eso nos tomamos algunas licencias.
—Aunque los inicios de Tangalanga fueron a fines de los años cincuenta su boom fue posterior. ¿Por qué eligieron ubicarla en la década del sesenta con las dificultades que conlleva?
—A veces uno se complica esperando mejores resultados. Desde el principio se pensó en sus orígenes y nos pareció más interesante mostrarlos, sumándole la comedia romántica. Además uno no ve tantas películas nacionales ubicadas en la década del sesenta.
—¿A quién se le ocurrió incorporar a Silvio Soldán?
—Ya teníamos a casi todo el elenco. Un día reunido con Diego, el productor, me dijo que para ese papel el de mentalista yo me imaginaba alguien como Soldán en Feliz Domingo. Ahí sentí que era él. Lo contactamos, le propusimos hacerlo y aceptó todo, con una entrega y profesionalismo únicos. Incluso lo compliqué cuando le pedí que hiciera de español y le salió perfecto. Ojalá que siga con sus 87 años haciendo comedias.
—Ahora aparece la comedia muy claramente en tu cine, aunque siempre estuvo: ¿cuál es tu vínculo con este género?
—A mí me encanta el cine, explorar y deconstruir los géneros. Es muy difícil decir que me cierro. Hasta ahora toqué comedias, incluso un poco negras, pero nunca me encasillaría en hacer sólo ellas. Incluso en estos momentos estoy trabajando sobre otro género.
—¿Cómo ves al cine nacional actual?
—Creo que en Argentina tenemos muchísimos talentos. Nuestro cine es maravilloso, tiene un espectro enorme de géneros, tonos y es una cinematografía riquísima. Se hacen casi doscientas películas por año. Tenemos una industria fuerte que está en un momento muy complicado. Ha perdido a lo largo de estos últimos años mucha financiación y a veces por fuera de los tanques comerciales el público no apuesta tanto por el cine argentino. Este es un buen momento para que se replanteen las condiciones en las cuales hacemos cine aquí. Históricamente siempre tuvimos películas en todos los festivales del mundo Es una disciplina que depende profundamente de una voluntad estatal, aunque también de privados. Hoy las plataformas se volvieron grandes jugadores. Se debe apostar por miradas nuevas y por diversidad. Si existe un deseo de acompañar proyectos más ambiciosos, tanto desde el estado como desde las plataformas, podremos resurgir.
—¿La pandemia golpeó mucho?
—Sí pero nuestra ley de cine es de 1994 y todo cambió mucho. En esa época no había plataformas. Cuando llegó la pandemia el Instituto de Cine empezó a tener menor presupuesto porque el mismo surge del impuesto que pagan las entradas. Espero que en este nuevo escenario se debe tener que repensar cómo se financiará al cine.
—¿Crees que se perdió el prejuicio popular existente contra el cine nacional?
—Me parece que todavía nos queda mucho camino por recorrer. Está muy dividido el consumo del cine en la Argentina. Tenés los tanques industriales con intérpretes muy conocidos, que siempre tienen un desempeño bastante bueno, serán cinco por año. Y después están las películas más chicas, que tienen cierta resistencia. Se hacen muchas pero pocas duran en las salas. Dicen que el cine nacional es aburrido, pero a veces las condiciones económicas limitan y complican para pensar más grande. A diferencia de otras artes necesitamos de la producción, si no tenés dinero no podés hacerlo. En estos años fue lentamente desapareciendo las películas medianas, no eran tanques, ni chicas, llevaban una vida normal en las salas, pero lamentablemente se perdieron y es una pena. Ojalá puedan volver.
—¿Qué sentís que era necesario contar en El método…?
—Me parece que quise mostrar a David que se enfrenta a Goliat. Me identifico mucho con ese personaje tímido que no se siente tan a gusto con los blancos y negros que plantea el mundo. Esos protagonistas pueden llegar a brillar. Creo que Tangalanga se enfrenta al mundo como Jorge y vence siendo como es, valorizándose.
—El humor de Tangalanga, desde el teléfono y burlándose de quien no lo conoce: ¿sigue siendo actual?
—Creo que hay mucho que hoy no funciona, porque por suerte el mundo no es el mismo. El humor siempre sana y salva, pero sí es bueno entender que el humor es algo con el que nos podemos reír todos. Si te hago sentir mal a vos, me parece que no es necesario. El núcleo del humor de Tangalanga es casi absurdo y tiene algo de tanguero y muy argentino. Pero quizás hay algo más agresivo u homofóbico que ya no va. No es necesario lastimar a nadie, hay que reírse con la gente y no de la gente.
Una película bastante especial
El método Tangalanga se estrenó en el último Festival de Cine en Mar del Plata. Su director, Mateo Bendesky afirma: “Nos fue muy bien, pero no siento que sea una película para festivales, creo que tiene otro camino, tal vez más comercial”. Anticipa que el 26 de enero viajará al Uruguay para acompañarla.
Cuando se le pregunta a Bendesky por su elenco se entusiasma al definirlos. Dice: “La primera incorporación fue Martín (Piroyansky) lo imaginé como Tangalanga joven, aunque la gente lo conoció de grande. Es un actor muy gracioso y de una gran versatilidad. Fue excelente para componer dos personajes muy distintos. A partir de ahí buscamos quien haría de Clara y como me gusta mucho como actriz Julieta (Zylberberg) la convoqué. Cada uno tiene su aporte muy particular. Desde Alan Sabbagh con su ternura, como Rafael Ferro como galán o Luis Machín como jefe. Para mí la sorpresa fue Luis Rubio. No lo conocía, le hice una prueba y salió excelente”.
Cuando se le pide a Bendesky que analice el tipo de humor con el que se siente más representado dirá: “Soy orgullosamente judío secular y reírse del absurdo de la vida es central. Es un humor muy mental, aunque nunca se descartó el físico, como lo hacía Mel Brooks. Creo que no hay que tomarse muy en serio ni a uno mismo”.
Es Martín Piroyansky quien subrayará: “El desafío más grande y lo más complicado fue componer dos personajes. También la responsabilidad que significó encarnar a Tangalanga que es una figura muy querida, Creo que en la cinematografía argentina es difícil encontrar una comedia como ésta, sobre todo porque es de época y está basada en un protagonista muy particular, lo cual la hace bastante especial.”