¿Por qué no se hace más televisión de este tipo?, nos preguntábamos en estas mismas páginas hace algunas semanas, a propósito del estreno de Hermanos y detectives, la serie de Damián Szifrón que se puede ver por Telefe (que se debe ver, en verdad, porque mejora cada jueves).
Una cosa buena y una mala para decir al respecto… Primero, la mala: quizá no haya mucha gente con talento/ideas/ganas/desfachatez (o todo eso junto) como para pensar una TV muy distinta a la que tenemos. Si bien somos gente optimista, el zapping no nos deja demasiadas dudas al respecto. Ahora, l a buena: HBO acaba de estrenar la sexta temporada de LosSoprano , una temporada larga (de 20 capítulos) que será la última, y que encuentra a Tony Soprano y familia en su mejor momento, lo que es bastante decir. OK, puede que no haya en el medio mucha gente brillante en serio, pero David Chase y el equipo por detrás de Los Soprano son una cosa muy seria, de lo mejor que le pasó a la TV en su historia.
Es increíble que la serie haya llegado así a la s exta temporada, apostando a renovar el pequeño mundo en el que se mueve (el de la familia mafiosa de Nueva Jersey comandada por Tony Soprano) de manera radical pero sin resignar un centímetro de ese territorio familiar en el que el programa fue creciendo a lo largo de los años.
El primer capítulo de la sexta temporada fue directamente un vendaval: avanzó como una mezcla de toro enloquecido y Ferrari manejada por Schumacher, no se detuvo a esperar a nadie, tiró líneas argumentales a cada segundo y al segundo siguiente las anudó.
Como siempre, contó mucho más de lo que explicó. Y como ese capítulo terminó con Tony tirado en el piso con un tiro en el estómago, el siguiente (el del domingo pasado) cambió completamente el ritmo y se centró en la cama del hospital, con el padre Soprano en estado de coma, con escapadas a una larga y temeraria serie de flash-backs-sueños que regresaron la problemática del capo mafia al comienzo de la serie: su crisis de identidad.
Todos los actores están perfectos (con una Edie Falco directamente gloriosa), las palabras y los silencios toman forma frente a nosotros por una razón determinada y no porque un guionista se levantó de buen o mal humor, las cosas simples de pronto se vuelven complicadísimas, y no hay manera de saber qué va a pasar en la vida de la familia Soprano el domingo que viene. Y así, por ese camino tan poco transitado, es que la tele se hace gigante, ineludible, casi adictiva.