Adrián Israel Caetano habla pausado, sereno, pero sin tapujos: dispara frases filosas, de peso, las escupe, no especula. Da un cierto testimonio en vivo de libertad humana y artística, algo que desde hace unos años se debe revolver bien en la videoteca para encontrarlo. La película de Néstor Kirchner que cajonearon y nunca fue proyectada, lo revindica, por sobre su convicción política de adherir, en cierta manera, al kirchnerismo, pero que no nubló su lente. Caetano, uruguayo de 47 años, director y guionista, habla con sus películas. El 23 de marzo estrenará El otro hermano, su 19º film, con los roles protagónicos de Daniel Hendler, Leonardo Sbaraglia y la española Angela Molina. “Es una película claustrofóbica, de microcosmos que funciona, es todo chiquito, pocos personajes, hay algo de cómic, teatral, y es hiperrealista donde, como en la vida, la Justicia está ausente”.
—Se van a cumplir 20 años de “Pizza, birra y faso”, ¿sentís la misma pasión? ¿Qué creés que cambió de tu cine?
—No. Tenía más nervios y no tanta pasión. Ahora tengo sólo pasión, tenía 27 cuando hice Pizza... y fue la película más clásica o convencional que hice en algún punto. Y ahora estoy más afincado en hacer lo que realmente me interesa.
—¿Cómo ves al cine actual?
—Cambió. Antes hablabas con los distribuidores que eran personas y ahora hablás con CEO’s, no sé si es más burocrático, pero se convirtió en algo más impersonal. Todo el cine de hoy es demasiado superficial.
—¿“La la land” es superficial?
—No vi La la land y tampoco se me ocurre ir a ver algo como ese estilo de película. Sí te hablo de El fantasma en el paraíso de De Palma o Cantando bajo la lluvia, La La Land no existe, ya el nombre es medio zonzo. Y emocionar tampoco me parece un mérito, cualquiera te hace llorar en el cine.
—¿En dónde está parado el cine argentino?
—Está parado en un lugar donde todas las películas que se hacen son iguales, todos los realizadores son parecidos, filman igual, también los directores nuevos, y los fotógrafos hacen todos más o menos la misma fotografía. Ojalá venga alguien a decirme que Pizza, birra y faso es una mierda y que nosotros somos unos caretas y haga otra cosa. Estoy podrido de la gente que habla de la luz de una película. Si ahora solamente hablás de la luz o fotografía es que no estás contando nada interesante. Está todo medio careta, el teatro está careta. Veo tipos que estrenan en Timbre 4, pero cuando van a la calle Corrientes son más de lo mismo, no tienen mucho para contar, como que lo que contaron ya se lo gastaron.
—¿Miraste los Oscar?
—¿Qué? No. Nunca me interesaron los Oscar. Tampoco los festivales de cine. Leo mucha literatura, cómics, miro películas, escucho música. Cada día estoy más encerrado. Lo que ofrece el mundo no es mejor de lo que ya se ha ofrecido. Y más ahora con esta vuelta que hay al conservadurismo, de que nada cambie...
—¿A la derecha, querés decir?
—Es peor que eso, ojalá que fuera la derecha, es lo conservador, lo retrógrado. Antes había un discurso político del de la patria que también me parecía conservador y retrógrado. Me gusta que las cosas cambien, que lo oprimido en algún momento pase a dejar de serlo, pero no que pase a ser opresor. Siento que hay una cosa de retroceso, eso de hacer algo y como fue mal, retroceden. Eso es retrógrado.
—Tanto al gobierno de Macri como al de Cristina, ¿les importó el cine?
—Sí. El Incaa es autónomo. Siempre lo voy a defender, esté quien esté. Pero también lo voy a criticar, esté quien esté.
—A cuatro años de la película de Néstor, ¿te arrepentís de haber aceptado, que luego no se exhiba y que busquen a otra directora (Paula de Luque)?
—Ni en pedo, estoy orgulloso de eso. Estoy contento. No me arrepiento. No hice nada de lo que tenga que arrepentirme, mi visión sobre Néstor la sigo teniendo, yo cuando me centré en su ideología política y su prédica no había un tipo incoherente. Después, que un chorro me venga a decir que el otro es chorro, a mí no me quita el sueño.
—¿Ves la película de Néstor en tu casa?
—Sí, de vez en cuando la veo. Está buena, me divierte. El año pasado la pasaron en la escuela privada secundaria que iba mi hija en Caballito, para entender la época más alla del kirchnerismo. Es una peli que nadie sabe bien de dónde agarrarla, ¡eh!, porque hasta es crítica del fanatismo kirchnerista que vino después.
—En Encuentro había un proyecto tuyo que tampoco vio la luz. ¿Te sentiste proscripto artísticamente?
—No. Ni siquiera. Me parecieron unos boludos los pibes jóvenes que lo manejaban. No fue proscripción. Ojalá lo hubiera sido. Fueron tipos que venían con una prédica muy progresista, pero tomaron actitudes de un patrón de estancia. “Esto no me gusta, te lo saco del aire”. Así trabajaban.
—Te reuniste con Cristina por la miniserie “Lo que el tiempo nos dejó”, ¿no?
—Fue una reunión de presentación. Por lo de Néstor nunca quiso que nos juntáramos y me pareció como lo más sano que me podría haber ocurrido como realizador. Fue honesto lo que ella me dijo, que no quería influenciar. Y hacía poco que había muerto su marido, me pareció lógico, respetable, entendible, ético.
—¿Conocía tu arte?
—No. El que conocía mi arte era Aníbal Fernández. Con él estuvimos hablando un rato de Un oso rojo, que le gustó mucho como otras películas mías. Viste que las cosas buenas trascienden la ideología del momento y está bueno que ocurra.
—¿Creés que se van a hacer películas sobre Macri?
—No sé. No estoy tan seguro. Creo que El ciudadano ilustre es una película macrista, por ejemplo, grafica mucho los tiempos, pero no creo que sea la intención final.
—Damián Szifrón filmará en Hollywood. ¿Te interesa trabajar en Hollywood?
—Yo estuve allá un tiempo viviendo en 2007 después de Crónica de una fuga. Pero extrañaba mucho, principalmenrte a mis hijas y me vine. Estuve en Los Angeles, me llegaron guiones, estuve a punto de hacer una película como director basada en el libro Leopardo al sol de Laura Restrepo. Me entrevisté con un montón de actores importantes, estuve en la casa de Antonio Banderas, conocí a Mickey Rourke, Eva Mendes. Hay una idealización con el mercado yankee muy grande, tenés más poder de difusión; pero no sé si tenés mejores condiciones que acá, aunque parezca mentira lo que te digo. No me quita el sueño, más de joven, sí.