Lana Condor no lo podía creer. Se levantó apenas unos días después del estreno de la comedia romántica teen A todos los chicos de los que me enamoré y su celular tenía, literalmente, miles de mensajes. Aquel film fue un éxito, y la filtración de su celular personal solo le hizo sentir precisamente eso: “Todo el apoyo que ha recibido el film creo que tiene que ver no solo con decir ‘está hecho con el corazón’, sino precisamente porque hay otros rostros, otras formas de amor, otro modelo de comedia romántica que no niega nada al anterior. Todos necesitamos historias de amor, y esta película demostró que así es”.
Hasta ese entonces, la oriental Condor había tenido algunos roles, uno apenas aprovechado en X-Men: Apocalipsis y otro en el que era todo lo opuesto a esta estudiante tímida que interpreta en el film original de Netflix –en la serie Deadly Class–. Pero esta fue su revelación. Y en una semana con novedades varias de la empresa de la N y sus contenidos en la región (con Reed Hastings anunciando series con nombres locales y autores como Florencia Etcheves), la noticia a celebrar sigue siendo el estreno de A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero, la secuela de aquel suceso de 2018.
En exclusiva con PERFIL, Condor responde, siempre burbujeante y vital: “Es un sueño volver a estos personajes, porque permite algo que sí es nuevo en las comedias románticas: retomar allí donde antes se ponía el moño y todo finalizaba. Una pareja es más que un encantamiento, y eso suelen ser las comedias románticas. Claro que no es un film realista, pero que una generación de jóvenes entienda que el amor es algo que se trabaja antes que algo que se idealiza me parece, por lo pronto, un hallazgo”.
—Hoy tenés cinco millones de seguidores en Twitter y sos muy famosa entre los adolescentes. ¿Te da miedo ese mundo de la fama?
—Sí, claro que da miedo. Porque no importa qué digas, estás bajo una lupa. Querés hacer películas y, de repente, tenés dos trabajos: uno de ellos implica cuidarte en la calle de, por ejemplo, los paparazzi. Lo que a veces es difícil de transmitir es el orgullo que te genera tu trabajo; a mí, en particular, estos dos films y el tercero que ya filmamos. Darle a una generación su historia de amor, y que esa historia no ceda a caricaturas de género, clase y demás tics que ya no se pueden usar me parece algo espléndido. Yo tengo un legado de corazón, de amor, desde mi familia (N. de R.: fue adoptada cuando era bebé), y creo que el mundo debería reflejar esto.
—¿Qué te pasa cuando se menosprecia a la comedia romántica a favor de otras formas de cine?
—Creo que a veces olvidamos cuán subversiva puede ser una película feliz, una comedia simple (por usar una palabra en la que no creo, en este caso). Aquí, la forma en que muchos jóvenes ven su rostro en nuestro rostro y su identidad es crucial. Claro que hay que crear una historia de amor alrededor de eso, y que refleje la forma en que una mujer debe ser tratada en el cine. Pero nuestro éxito tiene que ver con algo comunal, con un sentimiento de pertenencia que no tiene que ver con la superioridad sino con la integración. Considerando el estado del mundo, no es una mala idea que muchos aprendan algo de una comedia romántica.
—¿Cómo te sentís al formar parte de una nueva configuración de géneros clásicos?
—Perfecto. Eso es lo mejor de esto. La sensación de sentir que tu trabajo permite que otros se acepten o acepten. Que te cuenten lo que les sucede o cómo desde la película las cosas han cambiado. ¿Debería ser así? No, pero si una película ayuda y da felicidad, ¿no hace mejor al mundo por un rato?
La apuesta teen
Netflix puede estar apostando a Argentina y a la región, como quedó demostrado esta semana, pero su punto fuerte, entre otras ventajas y debilidades (su pésimo archivo de films y su censura de algunos diálogos, y más), es su vínculo con los adolescentes. Como un anti-Disney, quizás tanteando la guerra que hoy se da entre la plataforma de Ted Sarandos y Disney+, aquella de la compañía del ratón, Netflix supo generar en los últimos cinco años una fortaleza de comedias románticas adolescentes. Es decir, revivió el género que Hollywood había dejado en la lona (y que además le había contado hasta 9). Y no solo eso: lo hizo desde una diversidad y una pluralidad de cuerpos, razas y orientaciones sexuales que no solo sorprende, sino que genera una comunidad.
Claro que el candor de una comedia romántica no es para cualquiera, y hay pocas obras maestras originales de Netflix, pero films como ¿No es romántico?, El stand de besos, Noche blanca, A mi altura, Quizás para siempre (más adulta esta), Sierra Burgess es una loser y La cita perfecta, entre otros, no solo han revivido un género. Han logrado que una generación descubra formas posibles para las historias románticas, que alteran el panorama de un cine que no sabe todavía cómo hablarle a una generación que quizás ya comienza a cansarse de los superhéroes y que no entiende la tristeza de El irlandés.