Terminaron las funciones de Sugar, una nueva versión del exitoso musical creado en los 70 por Peter Stone, Jule Styne y Bob Merrill que protagonizaron hasta hace unos días Nicolás Cabré, Federico D’Elía y Laurita Fernández en el teatro Lola Membrives de la calle Corrientes. Y los resultados volvieron a ser óptimos. Ya a mediados de los 80 el público había acompañado a Susana Giménez en uno de sus mejores performances en el ámbito teatral, una respuesta que se volvió a dar ahora con la obra dirigida por Arturo Puig y que ha alentado a los productores a proyectarla hacia la próxima temporada marplatense. “A mí me pone particularmente contento esto que pasó porque no vengo del palo del musical –dice D’Elía–. No canto, no bailo, no me preparé para eso... Cuando me convocaron lo viví como un gran desafío. Al principio me asustó, pero hoy me aplaudo por haber aceptado este trabajo. Animarse a hacer algo así a los 50, sin ningún antecedente, era un riesgo. Pero justamente lo lindo de mi laburo es que aparecen cosas nuevas todo el tiempo”.
Aunque D’Elía acaba de terminar unas participaciones en la versión local de Drunk History que pronto pondrá al aire Telefe, dice que su presente está más enfocado en el teatro. “Quiero ir a Mar del Plata con Sugar, es mi plan más inmediato –asegura–. Lo de Drunk History fue muy divertido. Es un formato mexicano que también anduvo muy bien en Estados Unidos. Un invitado va contando un hecho histórico mientras bebe lo suficiente para emborracharse. Y los actores representamos los personajes que cita el que está contando, pero no ponemos la voz. En mi caso, el invitado fue el diseñador de moda Benito Fernández. Con los efectos del alcohol, las historias que se arman son muy deformes, muy graciosas”.
Desde que empezó a trabajar como actor –a mediados de los 80– hasta hoy, D’Elía fue acumulando experiencia y participando en proyectos muy populares como Poliladron, Verano del 98 y Los simuladores, en televisión, y Cyrano, Le Prenóm y ahora Sugar, en teatro. “Yo siento que estoy más tranquilo, más instalado que cuando arranqué –reflexiona–. Ya sé muy bien lo que quiero y lo que no quiero. Cumplí con creces los objetivos de mi carrera y fui mejorando como actor con el paso del tiempo porque es la vida la que te va dando muchos más elementos para utilizar. Vos los incorporás de manera consciente o inconsciente”.
Su recuerdo de Los simuladores es inmejorable. Pero la posibilidad de un regreso de ese recordado programa, un rumor que ha corrido más de una vez, es hoy por hoy nula. “Fue un programa genial. Lo hicimos sin que nadie nos convocara especialmente, ignorando cuál podía ser su resultado, y funcionó como funcionó. Fue una especie de milagro –sostiene D’Elía–. Decidimos parar porque Damián Szifrón estaba con muchas cosas. Y creo que fue una buena idea. Los simuladores quedó grabado en el inconsciente colectivo, pero si seguíamos se nos iba a hacer difícil despegarnos de esa imagen. ¡Pasaron más de 15 años y nos siguen relacionando con esos personajes! Eso me llena de orgullo, pero también tuve que esforzarme para convencer a los productores de que puedo hacer bien otras cosas”.
En medio de una crisis del gremio sobre la cual muchos de sus colegas han advertido este año, D’Elía opina que “en realidad, siempre tuvimos un mercado diminuto y ahora, con la aparición del on demand, eso se profundizó. América y Canal 9 ya no hacen ficción; la Televisión Pública, en cuentagotas; solo queda lo que producen Telefe y El Trece. Lo que pasó con el gobierno anterior, con las ficciones producidas por las universidades, fue algo bueno para muchos actores, pero no estuvo bien hecho. Nos terminaron bajando el precio a nosotros y a los directores. Todo era más barato que en un canal de aire. Y además no fue prolija la manera en que se llevó a cabo: no hubo controles, hubo programas que no vieron la luz, muchos productores tenían relación con la gente que distribuía el dinero... Fue una buena idea que terminó siendo mala. Tenemos que empezar a pelear para ver cómo encontramos la posibilidad de sobrevivir. Hay poca guita, entonces va menos gente al teatro. Cine se hace poco porque es muy caro. Hay que reinventarse”.
Legado popular
Federico D’Elía votó a Mauricio Macri, pero hoy se confiesa escéptico respecto del futuro del país. “Para mí, vivimos en crisis hace mucho tiempo –dice–. No entiendo mucho de política, uso el sentido común. En lo personal no me puedo quejar porque me va bien. Pero veo que las cosas están difíciles, que todo está muy caro. El kirchnerismo dejó un país muy lastimado, y arreglar eso cuesta plata. Y esa plata la ponemos todos porque el país somos todos, no es Macri ni Cristina... Tenemos que replantearnos qué queremos, ver si somos honestos , si estamos pidiendo en función de lo que estamos dando. Los argentinos le pedimos mucho al Estado, pero no somos muy generosos. Voté a Macri porque estaba agotado del kirchnerismo, pero si hoy me preguntás si me siento representado por este gobierno, debo decir que no. No me siento defraudado porque tampoco esperaba demasiado. No veo una salida clara, la verdad”.