¡Qué lindo nombre tienes! Jackie es morocha y sonríe de noche... Discúlpame, pero es que a veces me entusiasmo con los piropos”, se excusa Luis Aguilé mientras acomoda la boina marinera que tapa la falta de peluquín. Con un celular que apenas usa (“porque me persigue, es la perdición de los hombres”), el cantautor de clásicos como Cuando salí de Cuba y Ven a casa esta Navidad, no deja su galantería ni aun durante la entrevista. “No puedo evitarlo, soy muy piropeador. Por ejemplo, la canción que le escribí a Mirta Legrand (Señora Mirtha Legrand) es un piropo fuera de serie. A ella le encantó, aunque no sé si la ha ameritado como corresponde, porque hay muy pocos autores que dedican sus temas a personajes. Ella conmigo es una dama exquisita, pero no sé si llega a comprender el regalo que le hice”, explica. En un bar cerca del teatro, donde por las noches presenta su nuevo espectáculo Viajero y trovador, el c antante de setenta años habla de su nuevo repertorio, con el CD en la mano.
—¿Cómo surgió el tema Señor presidente?
—Esa es una de las canciones más complicadas que hice en mi vida. La idea me asaltó en un restaurante un día. Pensé, hoy por hoy todos los presidentes de América latina están en conflicto. Tienen nuevas ideas, nuevas propuestas que unos están a favor y otros en contra...Quería retratar el entorno de los mandatarios.
—¿Se imagina como presidente?
—( Risas) Sería un demócrata sensacional. Pero aquí hay mucha permisividad para el crimen y hay que hacer condenas de verdad. Hay que sanear esta sociedad que está cancerosa.
—¿Qué extraña de la Buenos Aires de antes?
—Todo. Esto ahora es un basurero con habitantes. Me duele mucho decirlo pero nunca antes había visto a la Avenida Corrientes con ratas y cucarachas. Veo que hay una total falta de respeto, hemos arrinconado y perdido la ternura dolorosamente. La gente está ríspida, agresiva, no parecemos ciudadanos, parecemos enemigos.
—Con más de quinientas canciones, ¿ya se olvidó de alguna?
—Sí, me ha pasado. Hay canciones que no las canté nunca más. Y después están las otras, las que se grabaron en japonés y griego. Cuando salí de Cuba una vez me la cantaron en holandés. En algunos lugares mis canciones son más conocidas que yo.
—¿Por qué cree que esa canción fue tan popular?
—Porque la han politizado. No es una canción política pero terminó siéndolo. Yo llegué a Cuba en el ’59. Vi a un pueblo y a su líder, pero cada uno de ellos quería ir por una línea distinta. Mucha gente no estaba de acuerdo con Fidel Castro. Se fueron como 3 millones de personas. Ahora, a esa canción le cambiaron la letra y dicen, ‘Venga usted siempre a Cuba’.
—¿Cómo lo ve la gente?
—La gente sabe que soy una auténtico romántico. Un artista serio y comprometido. Lo que pasa es que a veces la disciplina puede ser confundida como mal carácter. Primero pueden pensar ‘es un tipo jodido’. Pero no, soy disciplinado.
—¿Siempre es así de meticuloso con su vestuario?
—Uno en el escenario tiene que ser fino. Hoy eso ya se perdió. El reemplazo que encontré en mi carrera y que sigue mi estilo es Luis Miguel. Siempre está perfecto, elegante como debe ser un hombre. Creo que no cuesta nada ponerse un traje en el escenario. Lo que pasa que como está de moda la transgresión, la moda de ‘me da igual como huelo’. Hay que tener cuidado porque la transgresión siempre se termina codeando con la mugre.
—¿Sigue manteniendo su fama de playboy?
—(Sonríe) Yo te voy a contar una cosa. A lo largo de mi carrera he tenido más o menos trescientos romances auténticos. Me parece que ésa es una cantidad razonable.
—¡¿Razonable?!
—Sí. Yo, como ídolo juvenil y como ídolo hombre, he viajado a muchísimos países. Lo raro sería no haber tenido romances. Eso hubiese sido anormal.