Con Adiós querido Pep, ópera prima de la directora uruguaya Karina Zarfino que se puede ver en el Gaumont a partir del 26 de octubre, Florencia Raggi (44) sumó el séptimo título en su currículum vitae como actriz en la pantalla grande. En el film interpreta a Isabel, una mujer con un matrimonio muerto en vida (su compañero es Facundo Arana) y flamante aprendiz de terapias espirituales, las cuales pone en práctica en pleno velorio del esposo de una de sus mejores amigas. “Desde muy chica tuve bastante curiosidad por algo más que el cuerpo que tenemos. Vengo de una familia católica, estoy bautizada, tomé la comunión, pero siempre busqué el autoconocimiento, estudié otras religiones como el budismo, hice yoga, muchos años de terapia, aunque nunca me aferré a ninguna”, dice la ex modelo, esposa de Nicolás Repetto y madre de Renata (18) y Francisco Repetto (16).
—¿Cómo ves el cine nacional?
—He hecho varias películas de bajo presupuesto y me parece positivo que haya fomento para hacerlas, pero lo que siento es que no se las acompaña hasta el final, salen en pocas salas y están poco tiempo en exhibición. Se está fallando, principalmente, en la distribución. Cuando filmé Cómplices del silencio en Italia, veía que muchas de las películas van a la televisión, a veces divididas en dos episodios. Y yo preferiría que Adiós querido Pep pasado mañana estuviera en la tele abierta o el cable. Es hermoso verla en la pantalla grande, pero también querés que la vea la mayor cantidad de gente posible.
—¿Te interesa lo que pasa en el Incaa?
—Sí, me interesa. Pero como en tantos otros temas, la profunda verdad está tan abajo, tan abajo... Hablás con un director, te cuenta una cosa; hablás con otro, te dice otra; son tan encontradas las opiniones que me cuesta mucho, empiezo a angustiarme un poco, querría poder tener una opinión formada, saber todo minuciosamente, no por opiniones, pero es muy difícil llegar... Todo está contaminado ideológicamente; porque no soy ni de un lado ni del otro, por eso trato de no opinar porque no quiero ser tergiversada para que después te lleven para un lado o para el otro. Quiero que el cine nacional sea por demás transparente y que se filme más.
—Llevás 22 años con Nico, ¿cómo mantienen vivo el amor?
—Hay una gran afinidad y la afinidad no se controla, está, no se elige, o tenés mucha o tenés poca, y con Nico tenemos muchísima afinidad y nos complementamos muy bien. Por más que hemos pasado crisis, momentos de más cercanía, de más lejanía, natural en cualquier relación, y para mí es más fácil, sencillo, estar con él que no estar con él, y eso ya es un terreno ganado.
—Volvió a la tele con “El noticiero de la gente”, ¿te consulta de sus proyectos?
—Obviamente, compartimos lo que vamos sintiendo. Apoyo muchísimo que haya vuelto a la televisión, cerca de las noticias, porque es el mejor lugar donde podía estar Nico hoy, por la actualidad de la televisión. Se lo vinieron a proponer, lo movilizó, y sentí que era buena decisión.
—Lo criticaron mucho por ponerse una capucha al aire, en una nota delicada sobre los mapuches y Santiago Maldonado...
—Siempre voy a apoyar a Nico en lo que haga como él me apoya a mí, porque lo amo, lo respeto, sé quién es, sé lo honesto que es y cómo trabaja. Yo sé que las decisiones que toma siempre son para no agrietar, sino todo lo contrario. Conozco a Nico, genera amores y odios pero, como él mismo dice, tiene el cuero curtido.
Adios, querido catolicismo
—Tu personaje, Isabel, y Mauro (Arana) se preocupan por la marihuana en su único hijo, ¿ya se habló el tema con tus hijos adolescentes?
—Sí, hablamos. Para mí, la marihuana debería estar despenalizada; no quiere decir que le avale a mis hijos que fumen o tomen alcohol, no me parece que sea bueno para la salud. Sé que si se los prohíbo y ellos tienen necesidad de experimentar, lo van a hacer igual, no quiero ser necia. Trato de acompañarlos como mamá, intento que hablemos de los temas, prefiero poner las cartas sobre la mesa y ponerme en el lugar de ellos.
—¿Cómo les inculcaste la religión y la espiritualidad a tus hijos?
—A los 18 años dejé el catolicismo por completo, por eso no me casé por iglesia, y mis hijos no están bautizados, por ende no tomaron la comunión. Traté de transmitirles lo que me parece que es que la espiritualidad: no va acompañada de una religión en particular. Cuando eran más chiquitos, traté de hablar de lo que sentía, hasta donde ellos me dejaban, porque tienen sus propias opiniones. La espiritualidad no se explica ni se enseña, se vive.
—Tuviste que dejar la comedia Como el culo por tu rodilla, ¿vas a volver para hacer temporada?
—No. Tengo los meniscos desgastados y me diagnosticaron síndrome paleto femoral. Me iba a operar, después dijeron que no, hice una rehabilitación muy larga, quedé peor, después volví y mejoré (se ríe).