Tenía sólo 22 años cuando en 2002 lanzó su álbum debút, Come Away With Me . Contrariamente a las modestas expectativas del mercado, el disco se convirtió en un éxito arrollador. La pianista, cantante y compositora Norah Jones vendió más de quince millones de copias y ese año se alzó con ocho premios Grammy, incluyendo mejor álbum, mejor canción y mejor artista novel. Y a pesar de su cara bonita, y una voz muy marcada por las melodías del country, soul y jazz, la cantante logró en poco tiempo conquistar no sólo un público cada vez más masivo, sino también a la crítica más dura. Hoy, además de consolidarse como compositora en su último disco, Not Too Late , Jones hace un nuevo debut: en el cine. Bajo la dirección del chino Wong Kar-Wai, estrenará en octubre My Blueberry Nights , película que protagoniza junto a Jude Law y Natalie Portman y que cuenta la historia de una joven que viaja por Estados Unidos buscando respuestas para sus problemas de amor.
Hija del maestro indio de la cítara Ravi Shankar, la joven fue descubierta mientras cantaba con su piano en un club nocturno de la Gran Manzana. Por entonces, repartía su tiempo entre bares y salones de jazz del Greenwich Village. “ Solía vivir en una pequeña habitación en el East Village cuando apenas me mudé a Nueva York. Era tan chiquito (se ríe). Más o menos tan grande como una cama, sólo había un pequeño espacio para caminar y eso era todo. Sin embargo, en ese cuarto escribí muchísimas canciones. Todavía me acuerdo que tenía buena luz y desde la ventana se podían ver los bares... de alguna manera pienso que ese ambiente era inspirador”, cuenta con una sonrisa. Después de la gira 2004/2005 que la trajo a la Argentina promocionando su segundo disco, Feels Like Home, Jones decidió tomarse unas largas vacaciones. Del tour se trajo cinco nuevas canciones y las trabajó en el departamento de Manhattan que comparte con su pareja y bajista de la banda, Lee Alexander. Así surgió Not Too Late, donde once de los trece temas fueron escritos por Jones.
—¿Cómo fue ese proceso?
—La verdad es que no buscábamos hacer un tercer disco. Por ese entonces yo tocaba en casi cuatro bandas diferentes. Eso también realmente fue divertido. Cantar con mis amigos, tocar en los bares y pasillos de Nueva York fue casi como volver a ser una cantante “normal”. Hacía rato que venía escribiendo todas estas canciones y que íbamos grabando para tenerlas guardadas. Lo cierto es que no nos obsesionamos con esto de “sacamos un tercer álbum o nada” (se ríe). Sólo después, a mitad de camino, nos dimos cuenta de que lo que teníamos era nada menos que un nuevo disco.
—¿Qué músicos te inspiraron para la composición de los temas?
—En este nuevo álbum trabajé distinto en la composición y en la manera de contar historias. No sé... vos escuchás una vieja canción de Willie Nelson y son canciones de amor pero que siempre tienen un pequeño giro al final. Me gusta eso. Y me gustan los personajes que saca cada tanto Tom Waits. Ese tipo de canciones me influenciaron cuando componía este disco.
—De tu primer disco pasaron cinco años. ¿Qué sensación te deja este nuevo?
—Siento que este último es el más íntimo. Por supuesto, los músicos son importantes en el disco pero sí siento que éste vino de mis entrañas, que es más mío. En ese sentido, creo que musicalmente maduré muchísimo. Estas canciones definitivamente expresan quién soy mucho más que las canciones de los discos pasados, simplemente porque esta vez las escribí yo. Y, pensando como compositora, creo que ahora soy capaz de expresar mejor lo que me pasa.