Estoy escribiendo mientras en este mismo momento está ocurriendo el Encuentro Nacional de Mujeres, y entre ellas, hay muchas con las que comparto horas de clase o trabajo en el contexto del teatro de esta Ciudad. Algunas son muy jóvenes. Directoras y actrices posicionadas fuertemente en la lucha por lograr una Ley de aborto legal seguro y gratuito, entre otros muchos temas. No logramos la ley durante el año en curso, pero ocurrirá pronto. La movilización de las mujeres en la calle en este 2018 fue impactante y multitudinaria y la conciencia de la necesidad de esa ley es muy amplia entre la gente joven.
El avance femenino en la lucha por alcanzar sus derechos es lo único que yo he visto progresar sin detenerse nunca, desde que era adolescente: el derecho a gozar sexualmente, a usar métodos anticonceptivos, a trabajar fuera de la casa, a estudiar cualquier carrera universitaria teniendo hijos, a divorciarse, a compartir la crianza de los hijos, a no usar el apellido del marido, a besar en público a otra mujer, todo eso está naturalizado actualmente, aunque sobrevivan prejuicios, pero hace cuarenta años o menos eran conquistas logradas con mucho esfuerzo, constancia y con leyes o sin ellas. Luego vinieron la patria potestad compartida, el matrimonio igualitario, las condenas por femicidio. Las conquistas de las mujeres a veces, son resonantes y difundidas, otras son pasos aparentemente lentos e invisibilizados, pero que de un día para el otro salen a la luz y toman de sorpresa a la sociedad distraída.
El teatro está siempre alerta y presente cuando de defender derechos se trata. Muchas veces en estos tiempos he sentido orgullo de ser directora teatral, de formar parte de un sector que no se calló nunca frente a injusticias ni abusos. En contextos sociales injustos y dispares, como el de este país, es complejo percibir los matices de la discriminación.
Hace un par de años un joven investigador me entrevistó para una revista digital y me hizo preguntas relacionadas con el tema de género en la dirección teatral; por ejemplo, si había sentido que me habían discriminado de algún modo por ser mujer o si tenía menos posibilidades que mis colegas varones. Me di cuenta que había pensado poco en eso o que me lo había ocultado a mí misma. Cuando leí la nota, sentí que era superficial mi modo de tratar el tema. Y me hice muchas preguntas que nunca me había hecho. Pude ver claramente que yo quise dirigir y fui encontrando el modo y que no aflojé nunca y que pedí lo que necesitaba para lograrlo, pero que también encontraba maneras de hacerme respetar que incluían estereotipos masculinos de accionar, reproducía inconscientemente lo que veía que era efectivo. Por otra parte, cuando buscaba dirigir a los actores con un estilo distinto a lo habitual en mis colegas varones, con un grado mayor de horizontalidad, había en el elenco síntomas de desconcierto o desconfianza. También que en los espacios de mayor reconocimiento profesional normalmente había una mujer influyendo o convocándome y que eso me ayudaba. Y que cuando participaba de una dirección colegiada muchas veces se tendía a dar por sentado que el director era el varón mayor del grupo y había que repetir una y mil veces que dirigíamos en grupo o alternadamente. El problema no era hacia dentro del equipo de trabajo sino como el medio acostumbraba a legitimar ciertos roles.
La dirección teatral tiene una tradición de predominancia masculina. En este momento nos estamos reuniendo y pensando en crear una asociación que nos nuclee y es visible la diferencia de número. Sin embargo, yo veo muchas mujeres jóvenes dirigiendo. Creo que lo que no les interesa es reproducir el modelo establecido y tienen una tendencia a no darle a la dirección un lugar tan importante. Eso puede ser positivo en un sentido, pero es peligroso. Las mujeres no tienen que retirarse de los espacios de decisión, es más, tenemos que estar en todos. Y no es fácil y hay que encontrar nuevas maneras y vamos a compartir esos espacios con los varones, solidariamente o en conflicto. No podemos crear una sociedad de cero. No sé si la Ley de paridad de género en el ámbito teatral saldrá o no, pero seguro la paridad va a ser conquistada, en breve tiempo y en muchos ámbitos. Mientras tanto, hay que seguir eligiendo y decidiendo y participando y aceptando espacios de decisión, aunque estén dentro de un sistema que aún no sea favorable a nuestros deseos inmediatos. No hay otro modo.
*Directora, autora, e intérprete de teatro. Licenciada en Artes Visuales. Docente de Teatro de Objetos y Dirección Teatral. Ganó los premios Fondo Nacional de las Artes, Konex, ACE, Pepino el 88 e Instituto Nacional de Teatro, entre otros. Dirige: Minas. Teatro El Extranjero. Viernes a las 21.