Por teléfono se la escucha disfónica. Dice que estuvo gritando y festejando después de ganar el SAG (Screen Actors Guild Award) a la Mejor Actriz en Serie Dramática por su actuación en Grey’s Anatomy, la historia de un grupo de médicos (sí, otra vez médicos) de un hospital de Seattle que increíblemente ha hipnotizado a la audiencia latinoamericana a través de la pantalla de Sony.
En una serie que atrapó a más de treinta millones de espectadores –y que el lunes último inició su tercera temporada a las 23–, la actriz de 37 años, Chandra Wilson, pareciera redescubrirse frente a los ojos de Hollywood.
Si bien la actriz negra ya se había llevado los laureles por comedias musicales y obras dramáticas presentadas en Broadway ( The NewYork Times la nombró “como una de las ocho actrices para ver dentro y fuera del escenario”), fue en Grey’s...donde, en verdad, despuntó su fama.
“Honestamente no noto mucho la diferencia, a no ser que me lo digan en una entrevista, como ahora. Mis actividades cotidianas, como ir a buscar a mis hijos al colegio y hacer las compras, no han cambiado. Tal vez haya más gente que conoce mi nombre y tenga más visibilidad, pero fuera del set las cosas siguen siendo iguales”. El programa que cuenta la vida de la doctora Meredith Greys (Ellen Pompeo), una joven residente enamorada de su jefe, el doctor Mc Dreamy (Patrick Dempsey), este año se llevó el Globo de Oro como Mejor Serie Dramática.
Después de participar en capítulos de Sex and the City y de Los Soprano , Wilson consiguió un pequeño papel secundario como la doctora Miranda Bailey, originariamente concebido para una mujer blanca y rubia. “En principio, el personaje estaba dirigido a una mujer de baja estatura a quien llamarían “la Nazi” por su difícil carácter. Era el único papel que tenía una especificación en cuanto a la raza. Por eso jamás pensé que iba a conseguirlo. Cuando me presenté en la audición, fui con la idea de que no tenía nada que perder, así que en ese momento decidí añadirle algo más al personaje para complementarlo”, cuenta con su voz ronca. Lo cierto es que finalmente lo consiguió y logró lo que pocos pueden cambiar: que su rol cobre la importancia de los protagonistas. Según la TV Guide de Estados Unidos, Wilson es “la roba-escena de la serie”. “Cada uno de los personajes ha tenido su oportunidad de brillar. Hoy es mi turno”, enfatiza ella. “La doctora Baily encontró su lado más humano. Creo que el personaje se destaca por estar fuera del estereotipo de mujer dura y obstinada”, dice al tiempo que confiesa que lo más difícil de su trabajo fue memorizar los términos médicos cada vez más complejos.
—¿Qué es lo que la ha hecho tan popular en esta serie?
—Creo que es el hecho de que el reparto sea muy grande. Son doce personalidades que hay que conocer y comenzar a querer. La serie tiene todos los condimentos de una telenovela. Hay amor, sexo e historias muy dramáticas por tratarse de un hospital. La música es maravillosa, atrapa, es difícil aburrirse con el programa. Esto es lo primero que me viene a la mente. También me parece que la narrativa y las historias reales generan un vínculo con la gente.
—¿Qué diferencia tiene esta historia con ER?
—A decir verdad, ER trataba de personas imperfectas, humanas, cuyas historias giraban en torno de una sala de emergencias. Y en realidad, la serie se centraba sobre esa parte del hospital. En nuestro caso, vamos más allá del hospital. Enfocamos principalmente en la problemática de los individuos, de la gente y los médicos, que tienen trabajos tan complicados como éste. Hablamos sobre estas personas y no sobre el hospital.
* Desde México D.F.