ESPECTACULOS
‘campo minado’

Una herida que no logra cicatrizar

La escuálida familia expuso ya el talento de Lola Arias como autora y directora en 2001.

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Obra. Escrita por Lola Arias, quien ya dio muestras de su talento en La escuálida familia en 2001. | M.E.

La escuálida familia expuso ya el talento de Lola Arias como autora y directora en 2001. A partir de ese espectáculo, su nombre ocupó un lugar en los escenarios argentinos. El estreno de Mi vida después, en 2009, le abrió las puertas a nivel internacional. El eje de sus creaciones es entrecruzar ficción y realidad. La estructura que da a los testimonios es lo ficcional, donde incluye desde videos y música en vivo hasta la propia imagen de sus protagonistas filmada y transmitida en tiempo real. La gran preocupación de Arias es la historia, y encuentra distintas maneras de relatarla siempre en la primera persona de sus protagonistas. Así sucedió en cada una de sus performances. Este año, en el Parque de la Memoria presentó la exposición Doble de riesgo, donde mostró lo interdisciplinario y el cruce de géneros.

En Campo minado vuelve al mismo tema, muy sensible para los argentinos: la guerra de las Malvinas, ocurrida en 1982. Para llevar a cabo este proyecto realizó convocatorias tanto aquí como en Inglaterra. Buscó veteranos de ambos bandos para mostrar las dos caras de una misma tragedia.

Ya fue estrenado en mayo de este año en el Brighton Festival, en Inglaterra; luego realizó giras por Alemania, algo que continuará haciendo hasta 2018. Sus protagonistas son: “Marcelo Vallejo, ex soldado, hoy triatlonista y albañil. Rubén Otero, sobreviviente del crucero General Belgrano, tiene una imprenta y toca en una banda tributo a los Beatles; Sagastume fue fiscal y se jubiló”. Hay dos ingleses: Lou Armour, ex Royal Marine, hoy maestro; David Jackson, también marine y actualmente psicólogo. E incorporó a un ex gurka, nacido en Nepal, Sukrim Rai.

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Cada uno contará su historia, lo que le pasó durante el conflicto armado, y será acompañado por música, imágenes, diapositivas, audios y objetos que cobran el peso de signos sobre el escenario, casi un set de televisión. La sonrisa ácida se cuela por momentos cuando aparecen las máscaras de Galtieri y Thatcher.

La guerra contada por sus verdaderos protagonistas, los que le pusieron el cuerpo, los que vieron la muerte a su lado. No es lo mismo leer la noticia en un diario, ni mirar el relato desde la distancia de un televisor que tenerlos allí presentes, recordando, contando, sobreviviendo. No son actores; Lola Arias los define como performers, pero cada noche retornan a ese doloroso pasado.

Ella nuevamente corre con certeza los límites de la ficción y la realidad; sólo necesita espectadores capaces de acercarse a esta parte de nuestra historia, una herida que no cicatriza.