A lo mejor porque dejó el cigarrillo y recuperó la capacidad de percibir olores. O porque su imagen aún no se rebeló a la disciplina que logra mantenerla intacta. Será la suerte que la salvó milagrosamente de un reciente accidente automovilístico o, quizás, el secreto apenas resida en el uso perfecto de su mejor arma, esa sonrisa con ojitos de manga japonés. Por lo que sea, pero el efecto se logra: Soledad Silveyra irradia una sensación de sano bienestar. “Aunque una venda juventud, la pollera corta o las gambas bien cuidadas, la vida es sabia y te vas adaptando a los cambios, y yo tengo esa alegría. No quiero escupir para arriba pero me divierto conmigo y estoy en armonía”, dice la actriz al reconocer que la energía verde llegó a sus cinco décadas desde que alquiló casa en un country en Del Viso (partido de Pilar): “Me hacen bien el campo, los árboles, los pajaritos, aprendí a amar la naturaleza con la que nunca me había conectado y ahora es lo único que me excita. Descubrí la contemplación y antes no podía dejar la cabeza quieta un segundo”.
Sin embargo, esta introducción no servirá para anunciar el retiro espiritual de Solita sino, al contrario, el de una mudanza y el inicio de una nueva tira por Telefe. De la quinta se va en marzo porque ya empezó a buscar departamento porteño a tiro con los estudios de televisión. Y a mediados de noviembre, junto a Raúl Taibo y Sebastián Estevanez, comienza a grabar la (aún sin nombre) telenovela de las 13.30, producida por Enrique Estevanez y con el mismo equipo que acompañó a la actriz y a Osvaldo Laport en Amor en custodia el año pasado.
—¿Cómo la convencieron para hacer otra vez una tira diaria?
—No hizo mucha falta convencerme. Fue muy gratificante lo de Amor..., lo que pasa con las mujeres, lo que me dicen: “Toco con tus manos, beso con tu boca, me ilusiono con tus ilusiones, gracias por mantenerme viva la llamita”. Una da una cuota de esperanza a las de 50.
Posiblemente a partir de diciembre se la verá en el papel de una jueza refugiada en su carrera, que ha pasado por muchas dificultades hasta la de perder un hijo. Silveyra ya empezó a recorrer juzgados, tomó como modelo a la magistrada de La comedia del poder (Claude Chabrol, 2005) que protagonizó la francesa Isabelle Huppert y está leyendo Corrupción en el Palacio de Justicia de Hugo Betti. “No quiero que el personaje se me pegue a Paz Achával (la de Amor...) que era una empresaria enérgica. Pensé que podría usar un rodete durante el día y que cuando llegue a su casa se lo saque y para eso, me pondría extensiones. Quería volver al castaño, me parecía que rubia era medio farolera, pero no me dejaron, ni Claudio ni Quique (Estevanez)”, confiesa mientras entre paréntesis niega que le hayan ofrecido el papel de jueza en la telenovela nocturna Montecristo, que actualmente hace Nora Cárpena.
—¿Qué impresión se llevó de este primer vistazo a la Justicia?
—Es una vida dura, en esos despachos llenos de papeles, muy inhóspitos. Además, un juez tiene que guardar mucho las formas, con una vida social muy acotada. Me gustaría poder mostrar la otra parte de la Justicia, el que no es corrupto. Está desprestigiada y politizada, pero hay mucha gente que trabaja bien.
— ¿Le preocupa el rating? Va a competir con Mujeres de nadie, en el 13.
—Soy la primera en preguntar el rating, hay que ponerse duro y ver... El horario me gusta y con Amor... estábamos en el grupo de los más vistos, aun cuando se ve más tele a la noche... Pero reconozco que era distinto en ese momento, con (Marcelo) Tinelli en el 9 eran tres los canales en cuestión, ahora son dos. Pero está bueno y ahora nos jugamos el tute con Raúl y con Seba.
—Hablando de Tinelli, ¿ Bailando por un sueño es un reality como lo fue Gran hermano?
—No es un reality, es distinto, los protagonistas son famosos, no la gente del pueblo. El gran proceso del reality fue el de hacer famoso al desconocido. Bailando... me parece divertido, te sirve para adelgazar, para encontrar un ritmo, no tengo pruritos. Conduje Gran hermano con todo el gremio en contra...
—Acerca de las contras y otras yerbas: ¿Le molestaron ciertas suspicacias sobre su accidente y las “copitas de más”?
—Lo dirán por los Martín Fierro, una mala noche te vale... Por eso hay que cuidarse tanto en esta profesión. Además, si una tuviera siempre una copa de más no estaría como estoy yo, tendría la cara hinchada o con pancita... En seguida vino la Policía, si hubiera estado con un trago de más, me habrían llevado. Estaba en mis cabales, lo que creo que es peor (sonrisa). Me lo tomo con humor, por esa noche del Martín Fierro en que me mandé una macana, me van a jorobar hasta que me muera, qué voy a hacer.
—¿Volvió a manejar?
—No. Quedé muy shockeada. Me asusté porque no sé que me pasó. Por suerte, salió todo bien, no lastimé a nadie y sólo me quedaron doloridas las manos de la fuerza que hice. Me salvé: de donde choqué, al metro y medio había una virgen, no lo podía creer. Pero me quedó miedo de manejar. Me tengo que comprar un auto porque el mío quedó destruido, no sirve más y espero que el seguro me lo cubra.
—Mientras tanto, Solita, ¿tiene buena compañía?
—Estoy sola y muy bien desde hace cuatro años pero me volvieron las ganas de estar acompañada. Me vino un algo, será que aparecieron unos pretendientes que me perdieron un poco el miedo, algo está cambiando. Extraño el abrazo masculino, contenedor, eso sí lo necesito un poquito. Pero después pienso cómo es todo y no sé (risas).
—¿Cama afuera?
—Es que cuando tengo un hombre quiero tenerlo todo, aunque dure poco pero así como a medias no sé si me divertiría. Al principio sí pero si me enamoro... ¡Ay! ¿Me enamoraré a esta altura de la vida? No es que lo estoy buscando pero todavía no me encontré con esa mirada, que te clavan, que decís guau. Aunque ahora con la tele no sé, porque cuando trabajo tanto no hay quien me aguante.
—¿Pero usted se aguantaría sin trabajar?
—La verdad, si pudiese no trabajaría. No necesito esa cosa del ego. Viajaría sin parar, leería, haría gimnasia para gozarla y no con la presión de la cola parada. Estaría bueno alternar descanso y trabajo. Pero, de golpe te viene una malaria, metés dos fracasos seguidos y... Es que nunca se sabe. Yo ya aprendí a disfrutar cuando te va bien.
Una mujer que dice estar de vuelta
Hasta mediados de noviembre Soledad Silveyra y Raúl Rizzo seguirán de gira con Hasta aquí llegó mi amor, la comedia de Ismael Hasse. Retomarían en abril si bien en enero harán dos fines de semana en la costa. La actriz compone a una esposa obesa, por lo que debe meterse en un traje muy pesado y caluroso. Pero compensa con el placer que le provoca recorrer el país: “Estoy soñando con sacar un librito sobre el turismo y el teatro, una guía acerca del intercambio que surge con este girar”. El registro de las vivencias populares, el documental y la investigación periodística le interesan como futuros proyectos. “Mi referente es (Daniel) Malnatti, es lo más lo que hace en CQC”, dice. El cine, en cambio, es un camino que dejó abandonado: “No lo extraño y tampoco me han ofrecido nada. No me gusto en cine, me critico mucho, de chiquita sentía que tenía que ser Greta Garbo y me equivoqué por no considerarme lo suficientemente exquisita o armoniosa para la pantalla. Lo dejé pasar y ahora digo qué tonta. Lo mío es la televisión y el teatro y ya no me preocupa lo de actriz prestigiosa o popular, ya lo pasé. Estoy de vuelta”.