Es cierto, aún mantiene intacta la misma sensualidad y ese aire de “chica transgresora” que la destacó del resto de las demás y que junto a su talento la convirtió en una de las actrices más importantes de su generación. Sin embargo, podría decirse que a Leticia Bredice se la ve distinta, como “más relajada”. Y eso se nota a simple vista, en esta casa de Martínez que un día eligió para compartir con su hijo, Indio, y su marido, el músico de rock Juan Pablo Sanguinetti.
El olor a jazmines lo inunda todo y es indudable que el nene es el rey del hogar: triciclos, autitos, hamacas y hasta una casita construida con ramas arriba de un árbol delatan la presencia de este bebé que ya estaba destinado a ser famoso desde que estaba en la panza. Simpático y lleno de vida, como su mamá, Indio se pasea por el jardín (con su pantaloncito a rayas rojas y una remera que le deja ver el ombligo) riéndose a carcajadas, mientras la voz de Roberto Carlos cantando en portugués Detalles, sirve como telón de fondo para el inicio de esta entrevista.
—¿Tuviste que dejar de lado muchas cosas con la llegada de Indio?
—Y, sí. Pero para bien. Porque yo creo que mi hijo es una sanación que venía buscando desde hace tiempo para mi cabeza y para todo. Necesitaba mucho a este bebé. Lo más lindo de esta historia es que encontré al amor de mi vida para tenerlo.
—Cuando lo conociste a Juan Pablo, ¿te imaginaste que un día se iba a convertir en el padre de tu hijo?
—No lo sé porque, en esa época, no me acuerdo si pensaba mucho (risas). Sin embargo, Juampi lo es todo para mí. Porque es la persona que me dio a mi hijo.
—¿Y en qué cambió tu rutina ahora que tenés una familia?
—En que estoy mucho más organizada y mucho más contenta. Y, sobre todo, estoy agradecida. Ojo, yo siempre fui una persona alegre, hasta cuando “no pensaba”, pero hoy por hoy me doy cuenta de que tengo que seguir trabajando día a día por dentro y por fuera para poder seguir disfrutando de lo que considero “el colchón de la vida”.
— Hace poco Juan Pablo y vos decidieron bautizar a Indio, ¿sos una persona religiosa?
—Soy muy espiritual y creo mucho en la Virgen. Con Juampi bautizamos a nuestro hijo con unos monjes benedictinos. Pero yo lo consagraría en todas las religiones porque quiero que esté cuidado por todos los ángeles y por todos los dioses del cosmos. Me parece mucho más importante en la vida de una persona una base fuerte espiritual que la informática. Creo que la información, en este mundo, es lo que viene a diez mil por hora. En cambio, el amor, el abrazo, el espíritu son cosas que tenés que descubrir vos mismo porque están en el plano de lo invisible. A mí me encanta estar con amigos de otras religiones y compartir sus rituales, por ejemplo.
—¿Te cuesta dejar al nene para ir a trabajar?
—No, porque generalmente lo llevo conmigo.
—¿Y por qué, entonces, rechazaste la propuesta que te hizo Pol-ka para hacer la novela de Marcos Carnevale Mujeres de nadie, el año que viene?
—A mí, en un principio, la historia me había gustado muchísimo. Pero, por ahora, no la voy a hacer, bah, creo que no. Porque, tal vez, me terminen convenciendo.
—¿Tiene que ver con que se va a dar a la tarde? ¿Hubieses preferido que ocupara el prime time?
—Yo no tengo ni idea del tema de los horarios, ni me interesa. Lo que pasa es que no sé si estoy dispuesta a estar encerrada doce horas todos los días. Aunque, te repito, quizás termine haciendo lo contrario a lo que pienso hoy.
—¿Te gusta ver televisión?
— Más o menos. Me engancho sobre todo los fines de semana con algunos programas de People and Arts. Prefiero salir y divertirme. Ni siquiera Indio ve la tele. Y me encantaría porque sería una manera de calmarlo cuando llora. Pero, por ahora, no le interesa.
—Siguiendo con el trabajo, este año hiciste Mujeres asesinas. ¿Cómo explicás el éxito de un programa en el que las protagonistas resuelven recurrir al crimen para ponerles fin a sus dramas?
—Cuando alguien piensa en algo tan límite y tan border, seguramente está atravesando una profunda depresión y tiene un caos infernal en su cabeza. Así que es difícil decir si está bien o si está mal lo que hace. Porque en esas condiciones de pensamiento no es fácil encontrar el equilibrio. Lo que creo, con respecto a ese conflicto, es que cada uno de nosotros tuvo un golpe o un abuso pequeño o grande en algún momento de su vida. Y es muy interesante hablar sobre esto para no convertirse, el día de mañana, en un pequeño abusador.
— Esa capacidad de comprensión que demostrás tener ¿fue la que te llevó a convertirte en directora y entrevistadora de cortos que tratan el tema de mujeres golpeadas y golpeadoras?
—Sí, porque en mi casa no puedo soportar ni siquiera gritos de pelea. Entonces, tuve ganas de investigar qué es lo que les pasa a los demás con respecto a este tema. Lo que me dio el empuje fue el relato de una abuela que me contó que su yerno abusaba de su nieta desde los dos años. Me pareció tan monstruoso que decidí empezar cuanto antes. Junto a la abogada Lucía Boca y a la psicóloga Mariana Di Salvo (las dos de Derechos Humanos), salimos a hablar de la línea 108 que es el número al que se puede recurrir en caso de casos graves de violencia. Y lo mismo hicimos con el 102, que es el de los chicos. Y después de conversar tanto con mujeres que reciben golpes como las que no pueden evitar ejercer maltrato, llegamos a la conclusión de que es muy difícil cambiar esa situación. Porque la violencia es humana, es algo que viene con nuestro cuerpo. El secreto está en saber hasta dónde uno puede llegar y en poder ponerle un límite al otro. Por supuesto que hay muchos factores que la desencadenan como la pobreza, la discriminación, la falta de trabajo. Pero cuando llaman al 108, ya es la mitad de la batalla ganada. En los refugios a los que yo voy, también hay mujeres que golpean a su maridos y a sus chicos. Y piden ayuda.
— A esta altura de tu vida, ¿te arrepentís de algo?
—En absoluto. Me encanta todo lo que me pasó porque aprendí un montón. No soy del tipo de mujer que vive lamentándose porque no hizo lo que quiso. Cuido mucho mis pensamientos y, si bien esta nueva vida me apasiona, no me arrepiento de nada del pasado. Por ahí, te podría decir que me hubiese casado con cada uno de los que fueron mis novios. Sin embargo, si no lo hice en ese momento fue por algo. Pero la verdad es que estoy contenta con todo lo que viví.
Hay planes de una película con la Oreiro
Hace unos días, Leticia tuvo una participación en Sos mi vida (interpretó a, Caty, una amiga de la infancia de Natalia Oreiro, con la que se había peleado por culpa de un novio que una le robó a la otra).
Realmente fue muy graciosa verlas a las dos, en el reencuentro, cantando la cortina musical de la novela Rosa salvaje, protagonizada por Verónica Castro: “Estuvo muy divertido, me encantó. Con Natalia (Oreiro) somos muy amigas desde hace un par de años y siempre tuvimos el proyecto de hacer algo juntas. Me parece una persona increíble y fue por ella, sobre todo, que decidí hacer esos capítulos. También tenemos pensado filmar una película el año que viene. Sería fantástico poder concretarlo".
A Facundo (Arana), en cambio no lo conocía, no lo había visto nunca. Fue nuestro primer contacto. Además, la actriz va a incursionar por un ámbito totalmente distinto al que está acostumbrada: “ Me ofrecieron hacer un programa de radio muy lindo y llamé a Martín y a Pablo, dos amigos míos, para ver si se enganchaban. Y la verdad es que están haciendo algo muy interesante. Se va a dar a las doce de la noche, pero no puedo decir en qué frecuencia”.