Desde el viernes, Amazon Prime Video emite la miniserie Isabel para toda Latinoamérica y España. Los tres capítulos, cada uno de los cuales dura una hora, reconstruyen gran parte de la vida de Isabel Allende. La actriz chilena Daniela Ramírez, camuflándose con su interpretación y diversidad de pelucas y vestuarios, va transformándose para representar casi tres décadas de la escritora más leída en lengua española, quien en esta serie también es retratada en su infancia por la pequeña actriz Ema Godoy. El elenco incluye asimismo a Néstor Cantillana, en el rol del primer marido de la novelista y padre de los hijos de la pareja, Paula y Nicolás.
La reconstrucción de Chile desde 1940 hasta los 90, pasando por la presidencia de Salvador Allende y la dictadura de Augusto Pinochet, es el telón de fondo donde se desarrolla la carrera de la autora de La casa de los espíritus, primero como periodista y luego como creadora de ficción. Decenas de locaciones y centenares de extras se concentran en este proyecto producido por Isabel Miquel, dirigido por Rodrigo Bazaes, escrito por Jonathan Cuchacovich y filmado por la productora Mega, en cinco semanas a comienzos de 2020.
Ramírez desarrolla una intensa trayectoria en escenarios y en pantallas, a menudo atravesada por temas de fuerte compromiso político, como la serie Los archivos del cardenal, que hizo con Benjamín Vicuña, y la película Matar a Pinochet. Pese a su indudable talento y su ya acumulado reconocimiento, participar de esta serie es un hito en su carrera.
—¿Conociste a Isabel Allende? ¿Cómo fueron las circunstancias de ese encuentro?
—Para realizarse, este proyecto se tuvo que ganar un fondo chileno (el CNTV, Consejo Nacional de Televisión). Hace más o menos cinco años que estábamos en la expectativa. Cuando salió, nos juntamos con Isabel Miguel y el grupo de mujeres gestadoras. Yo, siempre muy convocada, pero claramente más periférica, no desde la producción. Antes de grabar en el verano del año pasado, creo que fue en el año antepasado que nos dijeron: “Isabel nos quiere conocer” ¡Ja! Eso no fue una petición de nosotros, sino que ella nos quiso conocer y generar este puente de cercanía, para hacer una especie de compromiso y pacto, porque finalmente ella nos está entregando su historia. Fue muy cómodo, en una visita que ella hizo a Chile, en el departamento familiar que tiene acá. La fuimos a ver, tomamos tecito, y no hablamos de nada relevante: hablamos de cómo te pintas las uñas, qué te gusta, cosas muy cotidianas, muy naturales y anecdóticas. Esa cercanía nos hizo sentir tan cómodos, como estando frente a una persona que hemos conocido hace mucho tiempo. Unos meses después empezamos a grabar. Fue un punto de partida súper motivador que ella estuviera consciente y también súper nerviosa de que íbamos a empezar a tratar su historia, teniendo esta mano positiva diciéndote “Vamos, hagamos historia, hagan mi historia”.
—De la obra de Allende que has leído, ¿qué te gusta más?
—Inés del alma mía a mí me vuela la cabeza, porque, además, tuve que hacer un personaje en la serie que se realizó en España. Isabel tiene una forma de escribir que es de época, pero finalmente no es de época: es muy contemporánea, pero hablando de realidades que existieron siglos atrás. Tiene una pluma cercana, libre, también jugada. Yo leí mi primer libro de Isabel Allende cuando tenía como 15 años. No comencé por lo más famoso, sino por Retrato en sepia. Cuando tuve que leer y releer Paula para poder hacer la serie, fue un deleite. No es una literatura entrampada, críptica o difícil, sino que es súper fluida. La paso bien leyendo a Isabel. Siento familiaridad en sus libros, cercanía al sentirme retratada en ellos como mujer.
—La serie es un recorrido por el derrotero de Chile en la segunda mitad del siglo XX. ¿Qué ha cambiado?
—¿Qué queda? Queda el espíritu que hoy vemos. Es un síntoma que hoy de nuevo está floreciendo el espíritu previo a la Dictadura, esa fuerza movilizadora de cambios que existía. Esa convicción, esa defensa de los derechos humanos. Yo lo veo muy potente en el imaginario o en el tono de la época hoy en mi país. Se está volviendo a entregar esa mirada colectiva, ese sentido común que antes existía y que, por una dictadura, nos quitaron; nos quitaron esa personalidad, entre comillas. La serie refleja, desde la intimidad de una mujer, el contexto político: da esas pinceladas, es súper sutil, pero también súper dinámico. El contexto político aparece en una conversación o en una acción o también de frentón y sin tapujo en la defensa o en el exilio o en el activismo que ella tuvo en nuestro país cuando decidió sacar a gente fuera de Chile. Eso es un aspecto no muy conocido de Isabel y creo que es súper valorable reconocerlo y hacerlo visible, porque habla de una mujer que toda una vida ha estado en torno a los derechos humanos, en torno al feminismo, en torno a ser crítica con el poder.
—Hay una Isabel mujer, una Isabel escritora, una Isabel mito. ¿Cómo se articula esto con su vida en Estados Unidos y con su adopción del inglés como idioma con el que realiza muchas comunicaciones?
—Creo que ella está donde quiere estar, porque ella podría estar en cualquier lugar. Siento que eso es lo que nos ha dado a Isabel Allende, a mí, como lección. Es una mujer que realiza los objetivos que se propone. Que tiene esa fuerza, acompañada de una simpatía y un carisma, que son poco usuales. En sus discursos, también hay delicadeza y sentido del humor. Esa comodidad, ese relajo, esa espontaneidad hacen que sea horizontal, que, en cualquier lugar, su palabra o su humor quedan. Ella congrega más que mirar con distancia. Y ella puede elegir. Estados Unidos, por claramente razones de la vida. No sé. ¿Quién está traducido a todos los idiomas? Quizás no tendremos otra Isabel Allende en Chile. No sé si en otros países existe otra Isabel Allende. Su llegada es súper valiosa. Hablo como chilena y creo que Isabel es un fenómeno muy particular. Esperemos que haya muchas mujeres que puedan desarrollar tal llegada, porque no es fácil.
—¿Qué dirías la crítica literaria que desprecia su obra?
—Yo creo que eso es un poco de machismo; hay una mirada súper masculina en torno a eso. Está esa asimetría que, a veces, el género invita. Y para mí, también es un poco de envidia, porque los escritores quisieran ser muy leídos como ella.
La profecía que todo lo cambio
La propia Isabel Allende le ha dado su bendición al proyecto de Mega, con un contundente Twiter, del 12 de marzo de 2021: “Acabo de ver los tres episodios de la serie ISABEL (…). Confieso que en algunos momentos la serie me hizo llorar y en otros me estremecí con los malos recuerdos. La recomiendo de todo corazón”. La serie sigue rigurosamente de cerca la vida y la obra de Isabel Allende. “Tu único camino es la escritura”, se lee en Paula, la novela autobiográfica epistolar que la autora escribió mientras acompañaba la enfermedad terminal de su hija entre 1991 y 1992. Ese leitmotiv guía la serie, se utiliza en la difusión masiva y forma parte del primer capítulo, en una escena que traduce cinematográficamente lo escrito por Isabel Allende. Ella cuenta cuando visitó a su madre, a cargo de la Embajada Chilena en la Argentina: “En uno de esos ágapes conocí a la vidente más célebre de Buenos Aires (…) mi madre me la presentó como María Teresa Juárez (…) la mujer se sentó en un sofá y me señaló el sitio a su lado, luego tomó mis manos, (…) me anunció cuatro profecías que apunté en un papel y no he olvidado nunca: habrá un baño de sangre en tu país, estarás inmóvil o paralizada por largo tiempo, tu único camino es la escritura y uno de tus hijos será conocido en muchas partes del mundo. ¿Cuál de ellos? (…) Pidió ver fotografías, las estudió por unos segundos y te señaló a ti, Paula. Como los otros tres pronósticos se cumplieron, supongo que también será verdad el último”. La reconstrucción de época, la escena y la relevancia de esa profecía ahora han sido trasladas a la serie que se ve por Amazon.