Si hay algo que la crisis surgida de la pandemia puso de manifiesto, es el reconocimiento de la fragilidad de los cuerpos y de los sistemas sociales que hemos construido, por un lado, y por el otro, la puesta en escena de la comunidad y las redes como salvataje y como reflexión para la reconstrucción de un mundo otra vez nuevo. Estamos frente a un cambio de paradigma que nos obliga a detener la inercia de lo cotidiano y repreguntarnos sobre tópicos como lo común, lo público, lo concentrado, lo participativo y lo plural.
Es en este contexto que se desarrollan las acciones del Frente de Emergencia de la Danza, un espacio colectivo de trabajo que conformamos el pasado mes de abril 43 colectivos, proyectos y grupos de danza de distintas ciudades del país. Este frente autoconvocado busca activar acciones, estrategias conjuntas y políticas en relación con la emergencia cultural surgida en el marco del ASPO. A pesar de las circunstancias de su creación, la emergencia de una crisis cultural nunca antes atravesada por nuestro país, este frente de organización se constituye como un espacio plural, sostenido desde las identidades e historia de estas agrupaciones, algunas constituidas como organizaciones de larga data y otras más recientes, y todas igualmente importantes. Partir de las necesidades particulares y converger como comunidad en estrategias comunes y de cohesión frente a la urgencia y a las necesidades de corto, mediano y largo plazo. En dirección a generar una dinámica de trabajo abierta, en expansión territorial, y sumar la participación y el diálogo, funcionamos con asambleas semanales y comisiones según los temas que vamos priorizando. Desde su conformación se llevaron a cabo reuniones con funcionarios públicos representantes de los ministerios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Nación, en donde se ha trabajado para transmitir las problemáticas específicas del sector a la vez que posibles soluciones.
La danza, sus trabajadores y trabajadoras, carecemos de legislación que nos proteja. Por lo tanto, no contamos con un organismo a nivel nacional que genere políticas de fomento específicas. Entendemos que las líneas de ayuda económica que se han generado para paliar la situación –que celebramos y acompañamos– son insuficientes en relación con la magnitud del sector y con el futuro que deberemos afrontar como comunidad. Uno de los efectos de la crisis que estalla a partir del Covid-19 es la agudización de las precariedades en las que habitualmente se desenvuelve la danza. Algunas de las problemáticas específicas, como el derecho a la jubilación como artista de danza, el cuidado de la salud en el sistema de protección social y el reconocimiento como trabajadoras y trabajadores, además de las condiciones necesarias para la práctica y el desarrollo de la danza en sus distintas expresiones, estilos y géneros, se revelan hoy de manera devastadora en situaciones de gran vulnerabilidad en este contexto de emergencia.
En el frente se apuesta a conformar un espacio de escucha, intercambio y creación, en el que prevalezcan las lógicas horizontales sin personalismos y sin liderazgos, y que pueda constituirse como un dispositivo de enunciación y de acción colectiva en la construcción de políticas para el sector. Nos interesa ser protagonistas de este cambio de paradigma, de este nuevo mundo. La danza como campo en todas sus dimensiones puede ser una herramienta valiosa para fomentar el potencial de los cuerpos, recrear nuestro espacio común y potenciar el mundo de los posibles.
*Integrantes del Frente de Emergencia de la Danza.