Nuevamente en su doble responsabilidad de autor y director, José María Muscari estrenará El secreto de la vida, con un elenco numeroso e importante: Cecilia Rossetto, Gustavo Garzón, Manuel Callau, Andrea Politti, Emilia Mazer, María Socas, Nicolás Pauls, Brenda Gandini y Nazareno Casero. Desde el sábado 23, en el teatro Metropolitan Citi, se podrá conocer a esta nueva familia disfuncional. “¿Hay alguna que no lo sea? –dirá en la entrevista Socas–. Creo que en estos tiempos se ven con más claridad, pero siempre existieron”. Varios de estos intérpretes se acercan a una propuesta muscariana por primera vez, como es el caso de ella, otros reiteran su experiencia, como Gustavo Garzón.
—¿Qué pueden señalar de Muscari director?
SOCAS: Me cuesta compararlo con otros directores. Me atrae su certeza, su dinamismo, está todo el tiempo como en alto voltaje. Desde el primer día de lectura te marca pautas. Es muy ordenado, te enumera su forma de trabajar con lo que le gusta y lo que no. Sus reglas son muy claras y para mí eso es tranquilizador.
GARZON: Me siento muy cómodo con la dirección de Muscari, lo conocí haciendo Cash, en el año 2009. Es sencillo, directo, expeditivo y también tiene autoridad. Me llevo bien y me resulta sencilla su manera de trabajar.
—¿Por qué aceptaron sus papeles?
S: Me gustó la obra, me pareció un mundo muy interesante, pero no me había atrapado mi personaje. Estuvimos dos meses hablando por teléfono con Muscari, hasta que nos encontramos y me di cuenta de que ya nos habíamos puesto a trabajar.
G: Primero porque estaba Muscari. Cuando me nombró al elenco, me gustó, y al leer el texto vi un gran potencial. Es una especie de conventillo moderno de una clase alta en decadencia, con ingredientes que pueden explotar escénicamente.
—¿Cómo se compone a estos protagonistas homosexuales? ¿Cuáles son los riesgos?
G: El riesgo es hacerlo mal, como pasa con cualquier otro personaje. No quiere un estereotipo, ni un gay amanerado. Mi personaje, Galo, es el mejor amigo de esta familia. Es un hombre con profundidad, dice verdades, tiene criterio, principios y moral, pero a la vez es gracioso.
S: A Muscari lo que le interesa, y ahí coincidimos, son las relaciones de amor en esta familia, aunque tengan dificultades. De alguna manera, hay distintas visiones sobre la homosexualidad desde la comedia, pero prevalece el amor sin importar el sexo. Es una comedia dramática, donde el tema no está profundizado, aunque se definen conceptos con la acción.
—Se fueron del elenco de “El secreto de la vida” varios actores, primero Vera Fogwill y luego Patricio Contreras: ¿cómo lo vivieron?
G: Las razones las sabe el director. Somos nueve y había cierta lógica en que algunos se fueran. Siempre pienso que no hay mal que por bien no venga.
S: Con Vera Fogwill éramos una pareja gay, y ahora armé otra con Brenda Gandini. Aunque el texto sea el mismo, la energía cambió. A mí me costó mucho porque, por mi personalidad, me encariño con mis compañeros de trabajo y cuando no estaban lloré. Después entendí que fueron expresiones de libertad.
—¿Miran televisión?
G: Veo programas deportivos y políticos. Las ficciones me gustan en el cine. Las tiras me saturaron, porque veo siempre el mismo formato. Miro, pero hago zapping, desde las diez de la noche hasta la madrugada. Me ayuda para distraerme antes de dormir.
S: Nunca fui espectadora de televisión. Soy muy activa, no veo deportes porque prefiero hacerlos. No tengo tiempo para mirar.
—¿Cómo se relacionan hoy los actores con la política? ¿Hay división?
S: No vivo ninguna división. Tengo una mentalidad y corazón democráticos, con lo cual esas diferencias quiero que estén porque forman parte de la democracia. Es un movimiento pendular que ayuda a la acción: si no hay rivalidad, no avanza la acción. Es real que hay decisiones que se toman de las cuales dependen la salud o la educación. Si miramos un partido de fútbol, unos ganan y otros pierden, pero soy consciente de que es una ficción. ¿Cómo gritamos y nos desesperamos? No me veo así en política, por lo cual no veo ninguna división. Quiero esta balanza que fluctúa, porque para mí es signo de democracia, mientras no haya trabas para este movimiento pendular, no peligra la vida de la gente.
G: Me parece natural que se pueda hablar de política. Uno sabe que tendrá una mitad a favor y otros tantos en contra. Se equivocan
los que creen que nos
pagan por decir lo que pensamos políticamente. Creo que hay barras bravas en la política, tanto
de un lado como del otro, se ve incluso en las familias. Nunca hablamos de política en los elencos, convivimos, trabajamos y nunca tuve problemas con compañeros de trabajo aunque pensáramos diferente