ESPECTACULOS
Claudio Peña

“Vivía con el cello en mis espaldas”

El compositor e intérprete musical analiza sus comienzos en los escenarios y anticipa su primera dirección escénica. Da cuenta de su trabajo en obras como la famosa El farmer.

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Versatibilidad. El artista posee una basta carrera que ha tocado diferentes aspectos del arte musical. | GZA. HUGO ANGEL PEÑACHILE

Forma parte de un pequeño grupo de músicos que han entregado sus creaciones a los escenarios. Además Claudio Peña es director y creador de 100 cellos y también del ensamble de cellos y contrabajo Arre!. En estos días vuelve al escenario por partida doble, comparte escena con Pompeyo Audivert en Habitación Macbeth en el Centro Cultural de la Cooperación y reestrena su propio espectáculo el 10 de julio. Sin olvidar que presenta su disco: Teatro de cuerdas. Confiesa: “Me gusta el título. Es como impreciso, se parece a la parte de atrás de un escenario que está lleno de cuerdas, como el mismo cello. Cuando empecé había muy poca gente que tocaba este instrumento. Me inicié con la guitarra, después la eléctrica hasta que un amigo me llevó al Conservatorio y adopté el cello, también el piano”.

—¿Cómo fueron tus comienzos en el arte de la música y dónde sentís nace tu inclinación por determinado tipo de arte?

—“Empecé a componer una música muy rara a los dieciocho años. Hasta que fui a ver Esperando a Godot con Pompeyo Audivert y Patricio Contreras, ahí un amigo me dijo que compusiera para teatro. En 1997 empecé a trabajar con Pompeyo, Cristina Banegas y también con Ricardo Bartís. Tuve mucha suerte porque trabajé con ese grupo estético. Siempre hay duplas, tanto en el cine como  David Lynch y Ángelo Badalamenti o en el teatro con Bertolt Brecht y Kurt Weill. Es normal tener confianza con un director”.

—¿En qué altero la pandemia la creación de tu nuevo disco? ¿Hay algún aspecto distinto de la construcción de una obra en esas condiciones que sentís ahora puede verse en la misma?

—Soy un músico que siempre toca en vivo pero la pandemia me permitió crear este disco que se puede escuchar gratis, en Bandcamp. 

Anticipa que varios temas fueron creaciones para el teatro y sorprende con otra faceta. Adaptó Ricardo II de Shakespeare y la codirigió bajo el título de No importa donde, con las actuaciones de Juan Manuel Correa y Lucía Grosso. En esta obra hay otra cellista en vivo: Milena Eibuszyc. 

—¿Cómo ha sido vivir de la música y que dificultades representó a lo largos de las diferentes etapas y construcciones que ha generado en base a tu oficio?

—Cuando me inicié mis primeros profesores eran zapateros y músicos. Me parecía bien, no quería mezclar el dinero con el trabajo artístico. Pero en los años noventa nos fuimos transformando en docentes y empezamos a poder vivir de enseñar más algo que ganábamos en el teatro. Hay espectáculos que me permitieron ahorrar, como fue el caso de El  farmer con Rodrigo de la Serna y Pompeyo. Cuando soy contratado por un teatro oficial como el San Martín tengo ahí un sueldo. Dicto un taller de música para teatro, improvisación y siempre con el chello. Mis padres eran obreros y ganaban poco. Pensé que si puedo vivir de lo que amo sería genial. Sin jefes, ni miedo a quien me pueda echar. Creo que tiene que ver de dónde uno viene”.

—Considerando tu trabajo en las tablas, como has mencionado a “El Farmer” y otras, y que la composición y el dictado de clases son parte de tu vida ¿qué crees que define el momento de la creación para los cruces particulares que hacen a tu arte?

—En cada obra necesito encontrar una idea madre, para empezar a crear. Antes de tenerla sufro bastante. En el 2019 tuve doscientas presentaciones, vivía con el cello en mis espaldas. La pandemia me puso un freno que lo usé para estudiar y componer, a costa de mis ahorros. Hice cosa que me debía, como este disco, Teatro de cuerdas. Lo estoy empezando a subir en base a algunos temas a Spotify.

 

Una pieza descomunal

Jónas Zabala 

Como chelista y como autor, Claudio Peña no cuenta los premios que ganó, pero casi los tiene todos: María Guerrero, ACE, Trinidad Guevara. Tiene una explicación lógica, claro: “Tengo un carácter un poco tímido”. A la hora de la vida de su obra No importa donde cuenta un poco el derrotero que generó la pandemia y como ha ido creciendo, frenandosé y regresando: “La ensayamos por Zoom durante el 2020. Pudimos estrenarla en febrero de este año, en el teatro Nün, hasta que volvieron a cerrar. Ahora está en cartel desde el sábado 10 a las 18 en el mismo lugar”.  Otro de los trabajos de Peña, dónde aporta la música, es el gran suceso protagonizado por el premiado autor Pompeyo Audivert. Por supuesto, estamos hablando de Habitación Macbeth, la relectura del gran clásico de William Shakespeare cuya particularidad es que el mismo Audivert interpreta a todos los personajes de esta particular y sorprendente adaptación. Audivert aprovecha los sonidos de Claudio Peña para pasear por el grotesco y por una puesta que puede fingir ser tradicional pero todo el tiempo demuestra que no lo es. Es más, los sonidos de Peña, entre espectrales y sentidos, permiten a Audivert un lugar donde reencontrarse, donde ceder el protagonismo y donde tejer un entramado todavía más feroz y amenazante. Por supuesto que la propuesta de Audivert es única, pero hay mucho de potencia, de contención, de alma en lo que Peña genera desde su composición. La locura de Macbeth se convierte en un hito más en una carrera que ha sabido sonar como casi ninguna, y sea protagonista o no.