ESPECTACULOS
‘CARMEL: ¿QUIÉN MATÓ A MARÍA MARTA?’

Volver al crimen más famoso

La serie documental abre nuevamente las dudas y preguntas sobre la ballena blanca de nuestra criminología: el gran misterio, y las muchas voces, detrás la muerte de Belsunce.

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Emblema. El caso de María Marta Belsunce es visto bajo la lupa del documental de criminología. | gza. netflix

El documental dirigido por Alejandro Hartmann y con Vanessa Ragone como showrunner (ganadora del Oscar por El secreto de sus ojos) se llama Carmel: ¿Quién mató a María Marta?. Y será, sin dudas, el documental sobre un crimen no resuelto más visto en Argentina. Al fin y al cabo la expresión “María Marta” inmediatamente refiere al crimen que en 2003 y 2004 fue la contracara de las noticias económicas insoportable que se daban desde el 2001: el asesinato de María Marta Belsunce. Director y showrunner hablan aquí del documental donde aparecen, literalmente, casi todas las veces involucradas en el hecho a los largos de los diferentes juicios y condenas. Y donde se logran varias sorpresas cruciales.  

—Impresiona mucho el acceso, los nombres con los que han podido hablar. ¿Cúal fue su brújula editorial entre tanta información, muchas veces contradictoria?

ALEJANDRO HARTMAN: Siempre creo que todos los que participamos nos imaginamos esto como una ficción, desde el principio. Y nos dimos cuenta que no era una historia que iba por el lado de la ficción porque era una historia que tenía ribetes inverosímiles, que a la vez eran verdad. Era difícil construir una ficción sin caer en lo más cómico, en lo más bizarro. Y la vez hay una persona muerta, hay un crimen sin resolver. Pero esa mirada, que busca ser cinematográfica, con personajes enfrentados, con antagonistas y protagonistas,estuvo siempre presente. La base era intentar transitar en el complicado terreno del medio. Ligado a eso, la imposibilidad de saber la resolución y tener cada vez más preguntas. Acercarnos desde las preguntas y desde el conocimiento que esto es una tragedia, y que a todos los había tocado de un modo horrible, sea la persona que sea. 

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VANESSA RAGONE: 18 años después, siempre surgía una cosa emocional, muy fuerte, muy humana, muy compleja, de muchas capas. La ficción no podía con la cantidad de capas que tiene la realidad de esta historia. Por ese camino fuimos, a encontrar a los seres humanos que hay detrás de la historia y también a María Marta, que está un poco perdida, cristalizada en la víctima. 

—Hay decisiones estéticas que impresionan, como el plano de la pintura de la casa del country que existía en esa misma casa y muchas más. ¿Por qué esas decisiones? 

H: El cuadro estaba en la casa. Es muy impresionante. Era ver la casa de otra manera. Cuando tuve que pensar la estética de esta historia, había una estética muy clara que habían creado los medios, una muy clara. El momento en el que fue tratado, el momento, 2003 y 2004. Investigamos eso. Había que volver a posicionar la historia donde supuestamente estaba. ¿Dónde? Bueno, en una familia de clase media alta o alta, con cierto renombre. Había que hacer ciertas operaciones estéticas de revalorización visual, si queremos, por eso las entrevistas tienen una estética, y está cuidada. Era llevarlas a este lugar del country, las fantasías que genera este lugar cerrado, y que probablemente los que estaban ahí querían construir para ellos. El propio caso venía a destruir eso, a mostrar entretelones, y también los medios venían a romperlos. En esa tensión había algo que nos interesaba, que queríamos explorar.

R: El primer capítulo tiene mucho de recreación, ya que en ese capítulo sucede lo que nadie sabe cómo sucedió: ¿cómo fue el asesinato? Ahí fuimos desarrollando ideas, porque había ahí una propuesta estética, una visión del lugar. 

H: Hay una especie de degradé, de la luz del episodio 1 al capítulo del juicio, que es un poco más de archivo.  
 

 

DARLE VIDA A LA NOTICIA

—Cuando se ve el archivo de María Marta en su serie y deja de ser “el motivo”. ¿Por qué esa decisión? 

­H: Pasa en los crímenes, y ahora que la cuestión del género, del femicidio, está más clara, podemos reflexionar en el tratamiento hacía las víctimas que había en ese momento, y sigue pasando, convertirlos en víctimas. No es persona, es víctima. Todos los demás pueden quejarse, gritar, pero son personas. Ella estaba convertida en algo despersonalizado. Queríamos darle entidad. Como era esta pareja, de este señor tan particular y esta mujer que fue asesinada. Para nosotros era fundamental y por eso el título del documental.

—¿Cuáles fueron los límites que se plantearon?

H: En lo personal, hay mucha tentación en este caso por los ribetes bizarros, que dan para el humor negro. Y no es que los tocamos, porque la propia prensa los tocó. Por ejemplo, el famoso “pituto”. No podíamos ser graciosos, no podíamos intentar ser graciosos. Nuestra fijación en construir a María Marta como una persona de alguna manera era la llamada de alerta todo el tiempo. Eso fue una tensión que tuvimos que resolver internamente. Había que ser muy cuidadoso con eso.

R: Hay cosas que podían tener otra veta, pero el humor no funcionaba porque hay una víctima. Otra clave era nunca editar en contra de lo que decía el testimonio, sin hacer operaciones de montaje. Eso son nuestros límites éticos, y tampoco era necesario. Las preguntas que nos hacíamos están planteadas en el documental.