El periodista Eric Lax entrevistó al genial Woody Allen a lo largo de treinta años. Habla de su falta de talento al lado de Scorsese, Spielberg y Kubrick, sostiene que podría quemar todas sus películas y que filmar fue su forma de evadirse de la vida. Este es un fragmento de "Conversaciones con Woody Allen", cedido por Editorial Sudamericana:
Es verdad que, de su filmografía, sus tres películas preferidas son "La rosa púrpura de El Cairo", "Match Point "y "Maridos y esposas"?
—Sí, si tuviera que elegir tres. En cualquier caso, la valoración que hago de todas ellas podría cambiar si volviera a verlas. Tengo un grato recuerdo de Balas sobre Broadway ... Y también de Zelig .
—¿Tiene algún consejo para los aspirantes a cineastas?
—Hay que limitarse a trabajar, sin molestarse en leer nada de lo que escriben sobre uno, ni hablar mucho de lo que hace o deja de hacer. Y sin pensar en los beneficios. No hay que pensar en el dinero ni en los elogios. Cuando menos se piense en uno mismo, mejor. Si uno huye del circo que se monta en torno del negocio del espectáculo y no presta atención a las distracciones que la gente pone en su camino, todo lo demás estará claro. Y si a uno lo califican de genio, lo que tiene que hacer es echar a correr, porque hay que preguntarse: “ Si yo soy un genio, ¿qué son entonces Shakespeare, Mozart o Einstein?”. A medida que me hago mayor, el término “legado” surge por todas partes y yo, personalmente, no tengo ningún interés en mi legado, porque creo con firmeza que cuando uno está muerto el hecho de que una calle lleve tu nombre no sirve de mucho a tu metabolismo... No hay más que ver cómo acabaron Rembrandt, Platón y tantas otras personas insignes. Ahí están, criando malvones. Puede que deje un pequeño legado económico a mis hijas, nada desorbitante, pero cuando esté muerto por mí podrían coger todas mis películas con los negativos incluidos –todo salvo esa pequeña asignación económica para mis hijas– y arrojarlas por el retrete. No es que crea que no tengo ningún talento, pero no tengo el suficiente para hacer bombear la sangre de mi cuerpo una vez que este entre en rigor mortis.
—A menudo usted dice que uno tiene que divertirse con su trabajo...
—Hay que divertirse con el trabajo mientras uno lo hace porque es el único placer que te va a reportar. No tengo ningún DVD de mis películas. Me basta con haberlas hecho. Es como picotear las sobras de una pizza: fue la noche anterior cuando te la comiste y la disfrutaste.
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