El cuarto paro general al gobierno de Mauricio Macri convocado por la CGT y las dos CTA, tiene algunas connotaciones simbólicas, mientras que las organizaciones sindicales piden por medidas de contención en función de una emergencia social, educativa, suspensión de despidos, y una fuerte crítica hacia el FMI, el Presidente se encuentra actualmente en Nueva York con la expectativa de lograr la firma de un acuerdo con el Organismo de crédito para adelantar fondos de financiamiento.
Así el escenario, parece que la política argentina transcurre por senderos paralelos de optimismo oficial frente a la gran preocupación e incertidumbre que transitan los trabajadores quienes han sufrido el impacto de las políticas económicas en la pérdida de poder adquisitivo, depreciación del salario, recesión interna y despidos. Los actores políticos de la jornada no están exentos a esta disonancia, el paro vino a mostrar las discrepancias entre los gremios y las posturas de la oposición, como la división del peronismo. El peronismo federal encarnado en los gobernadores, y el kirchnerismo, también mantienen matices diferentes en lo que fue el apoyo al Paro, entre quienes mantienen posturas más dialoguistas con el gobierno, como el gobernador Urtubey, y otros sectores más combativos.
En esta coyuntura es interesante observar los laberintos discursivos que terminan de ilustrar la imposibilidad de acuerdos fácticos como medidas de acción directa a los fines de dar respuesta a la crisis económica que atraviesa el país. Para el arco empresario, el camino debería ser el diálogo, aunque no está claro cómo se llevaría a cabo, o porque aún no pudo materializarse. Estos discursos y argumentos al parecer han corrido la atención sobre cuál es el objeto del paro general, y lo han direccionado hacia una discusión más ‘plebiscitaria’ sobre si es correcto, sirve o no, y a quienes. Es decir, se ha socavado de alguna manera la legitimidad del derecho a huelga establecido en la Constitución Nacional. El encuadre se activó al menos en dos direcciones, por un lado interpelando la convocatoria del mismo y apelando a la poca empatía que despierta la conducción gremial hacia el seno de la sociedad, bajo argumentos de que el paro es ‘político’, cuando en realidad todo asunto concerniente a la vida institucional de un país lo es; y en segundo lugar, activando la imagen de quienes no adhieren al paro, pero desligitimando a quienes lo hacen. Una ilustración de ello fue el despliegue en redes bajo el hashtag #YoNoParo.
Por último, los análisis económicos sobre pérdidas ocasionadas a la economía por la falta de actividad se encuentran en el mismo sentido, sin basamento sólido y de difícil comprobación, el motivo es, otra vez, correr de eje la discusión sobre la política económica actual, para poner en tela de juicio un derecho adquirido.
En este contexto, la renuncia del Presidente del Banco Central también fue, la noticia del día, una muestra más, de que la economía del país está en el ojo de la tormenta, y augurio de que el presupuesto 2019, a discutirse próximamente, se va a desarrollar en un espacio de alta tensión, donde la demanda de los trabajadores se hará sentir. Desde la emergencia alimentaria, la reapertura de paritarias, hasta medidas ‘antidespidos’, que en definitiva era el objeto del paro, más allá de quien lo convocó, responde a la incertidumbre de miles de trabajadores frente a una política económica que genera incertidumbre y no ofrece, al menos por el momento, ninguna contención.
*Politóloga.