La globalización, internet y las herramientas tecnológicas traen consigo nuevos paradigmas que incorporar y aprehender: el inmensurable acceso a la información, la virtualización de procesos, poder operar en todos lados al mismo tiempo. En concordancia, la digitalización está diluyendo los límites entre tiempo y espacio y la generación líder impone nuevos conceptos y metodologías de trabajo.
Semanas atrás tuvo lugar la Workplace Design Conference 2017 en Buenos Aires, encuentro organizado por 3g office, firma dedicada a la ingeniería y arquitectura corporativa. Participaron profesionales locales y extranjeros, del sector público y del privado, que arribaron a la misma conclusión: la nueva normalidad será el resultado de la ecuación entre personas, tecnologías y espacios de trabajo.
El debate estuvo puesto en la transformación cultural que deben afrontar las empresas y la necesidad de que tomen conciencia del cambio que impone la revolución digital. Como expresó Andrés Larré, subsecretario de Innovación y Ciudad Inteligente de la Ciudad: “La tecnología dejó de ser una herramienta y se convirtió en una forma de vida”.
Quien tracciona esta innovación es la generación líder: los millennials. Hoy no sólo son las mentes gestantes de productos, servicios y negocios disruptivos, sino quienes eligen dónde depositarlos y no viceversa, como se acostumbraba hace 15 años. En palabras de Larré: “Hay que repensar los espacios de trabajo desde métodos de flexibilidad laboral, donde tecnología e innovación sean catalizadores: para retener talento se debe generar un ecosistema de creatividad”.
Cambio. Esto genera un choque de mundos en el que se resignifican el éxito, el liderazgo, el tiempo y el espacio. Cada vez más compañías buscan oficinas que promuevan la integración en lugar de la tradicional fragmentación en múltiples espacios cerrados que tiende a la división del trabajo. “Para la nueva fuerza laboral, las áreas de interacción son más importantes que las zonas individuales. El nuevo entorno de trabajo es a la vez una incubadora de ideas innovadoras y generadoras de valor”, señala Javier Mosquera, country manager de 3g office Argentina.
Por esto, a través de una efectiva gestión del cambio, las empresas deben facilitar la movilidad y digitalización de todos sus procesos y recursos para garantizar una política de trabajo flexible: puestos de trabajo “no asignados” para convertirse en una “comunidad”, personas que trabajan juntas en base a objetivos y no al tiempo de dedicación o a la cantidad de trabajo realizado.
Pero la principal limitación de los decision makers tradicionales es conceptual: se conciben los espacios de trabajo como contenedores de la producción y generadores de gastos, en vez de motores del negocio. “Una gestión eficiente de los espacios permite volverlos rentables y convertirlos en un activo que juegue a favor de la empresa”, sintetiza Mosquera.
Las ventajas de este nuevo modelo son numerosas: está comprobado que el espacio de trabajo condiciona el desempeño de las personas y trae como consecuencia mejoras en la productividad y el ambiente laboral, aminorando el estrés y el ausentismo y aumentando la retención del talento.
“Si se asumen los desafíos, se alcanzarán los beneficios y la organización habrá logrado transformarse y evolucionar”, dice el arquitecto.