La conversión hacia el uso de electricidad en lugar de combustibles en los autos parece estar a la vuelta de la esquina. Incluso en un país como Argentina, donde muchos lo siguen viendo como una utopía lejana.
Y es que la necesidad de abaratar costos y despegarse de la volatilidad del precio del petróleo, antes que una supuesta conciencia ecológica, podría generar condiciones propicias para su diseminación más rápido de lo que muchos imaginan.
En el lote de pioneros vernáculos se encuentran proyectos como los de la empresa Sero Electric, que ya fabrica una especie de citycar de usos limitados en circuitos cerrados, un supuesto plan para fabricar colectivos eléctricos anunciado por la firma CTS Auto (representante de la marca china BYD) y un consorcio empresarial cordobés que recibió autorización del Gobierno para llevar a la producción su prototipo Volt e1.
Pero uno de los más entusiastas es Leonardo Valente, un emprendedor que se enfoca en el insumo principal de este tipo de movilidad: las baterías. Junto a un equipo de ingenieros industriales y electrónicos, Valente es uno de los creadores de la marca Innobattery, que se propone fabricar una nueva generación de baterías, apuntadas a futuras aplicaciones, especialmente en movilidad eléctrica. Es decir, autos, motos o bicicletas.
Funcionamiento. La idea central se apoya en dos aspectos: la utilización de “ultracapacitores híbridos” y la modularidad. Los primeros son un desarrollo con patente propia que a partir de una combinación de química y formato puede duplicar el rendimiento de las tecnologías convencionales.
La modularidad, en tanto, permite adaptar fácilmente el tamaño y sus capacidades para pensar distintas aplicaciones. Valente cree que mejorar las velocidades de recarga y la vida útil de las baterías puede generar nuevos usos en el terreno de la movilidad, por ejemplo plataformas de car sharing (vehículos compartidos) o kits de conversión de autos comunes a híbridos.
Según explica, “cada batería incluye 40 a 56 celdas y un gestor integrado basado en un microprocesador con capacidad de comunicación entre cada celda”. Son más livianas y más compactas que las de plomo; más seguras y con mayor velocidad de carga que las de litio, y pueden entregar muchísima cantidad de energía de manera instantánea.
Una carga rápida podría hacerse en 10 minutos, independientemente de la tensión y la cantidad de baterías que contenga el módulo. En comparación, una batería de plomo similar requeriría entre 5 a 10 horas, y una de Ion-Litio entre 1 y 2 horas bajo carga rápida forzada.
El proyecto ya pasó la etapa de desarrollo y fabricación de prototipos. “Hoy nuestro foco se encuentra en hacer más sustentables los sistemas de movilidad compartida, que creemos que tienen un gran futuro por delante”, explica Valente.