Con el foco puesto en crear productos que resuelvan problemas y generen una buena experiencia de usuario (UX), Aerolab, la agencia de diseño web y productos digitales que nació en 2011 con dos socios y hoy cuenta con más de cincuenta empleados, en su mayoría sub-30, encontró su lugar como aliado de startups y grandes corporaciones.
“Somos una empresa boutique y hacemos trajes a medida”, la define Agustín Linenberg, diseñador y CEO de Aerolab, que conoció a Roberto González, quien sería su socio, en un foro de internet, y con quien empezaron a diseñar páginas web como hobbie para amigos de amigos. Hoy, con otros dos socios, cuentan con una cartera de clientes que se divide entre startups y empresas corporativas; 55 empleados –en su mayoría desarrolladores y diseñadores–, más de cuarenta proyectos cerrados en 2016 y una facturación proyectada para fines de este año de 1,7 millones de dólares.
“A medida que más gente escucha del UX (la experiencia del usuario) se dan cuenta de que es una manera más de marcar un diferencial. Y hoy pasa que muchas empresas se dedican sólo a lo visual o a hacer una experiencia de usuario que esté buena, y nosotros no nos casamos con un solo perfil, unimos los campos del diseño, la tecnología y los negocios con el objetivo de ayudar a generar un producto integral y hacerle la vida más fácil al usuario”, agrega.
La mitad de sus clientes son startups bien tecnológicas con base en San Francisco –donde uno de los socios acaba de ir a instalarse para tener más presencia–, y la otra se reparte entre startups locales, como Bluesmart, Iguanafix y Xapo, y empresas corporativas –como Banco Galicia, Cartoon Network y Fox–, que en el último año y medio empezaron a buscar aliados como Aerolab, que para ellos armó “los diez mandamientos de cómo hacer proyectos digitales”.
Estructura. “En muchos casos pasaba que las empresas grandes no tenían las estructuras o los procesos correctos para hacer algo digital. Nos buscan no sólo por el producto final, sino por el método de trabajo. Lo que buscamos es que los productos que hacemos, sean páginas web o apps, sean intuitivas y fáciles de usar. Por eso lo más importante es entender quién lo va a usar”, aporta Ezequiel Apelbaum, director comercial.
En sus oficinas de Núñez predomina el color, en las paredes pintadas con murales, las oficinas son vidriadas, hay una sala de juegos, un patio con parrilla y una mesa de ping-pong. La mayoría de los empleados tienen menos de 30 años, y como empresa millennial que son buscan retener lo más posible los talentos que ingresan, sabiendo que son parte de una generación que por lo general no está dispuesta a relegar calidad de vida por ningún trabajo, y donde existe un alto grado de rotación.
“Cuando empezamos todavía no existía este concepto de empresa millennial más distendido y flexible, pero teníamos claro que era eso lo que queríamos. Por eso acá buscamos armar el lugar donde a nosotros nos gustaría trabajar”, dice Linenberg. “Sabemos que la gente no es eterna y que tenemos techos propios del tamaño que tenemos. Somos de alguna manera una empresa formadora, pero buscamos que no sientan que alcanzan rápido ese techo: hacemos capacitaciones, escuchamos las necesidades, somos flexibles con los horarios y el trabajo remoto”, completa. n