En Argentina se invierte, en capital de conocimiento, el 0,7% del PBI del país. Según una estimación de la Secretaría de Transformación Productiva de la Nación, se calcula que si se aumentase esa inversión anual al 1,2% se lograría un crecimiento extra de un punto porcentual del PBI por año y se crearían, de cara a 2023, 700 mil puestos de trabajo nuevos.
Además, según explica Paula Szenkman, responsable de esta secretaría, que depende del Ministerio de Producción y Trabajo, siete de cada diez de esos empleos requieren calificación media, por lo cual se generarían oportunidades de trabajo más inclusivas.
Desde esa cartera explicaron a PERFIL que aún es necesario que el Estado y los privados articulen de manera correcta para que se avance en dirección a la incorporación tecnológica.
De hecho, una encuesta realizada desde Producción, junto al Boston Consulting Group, a cien empresas grandes de la Argentina, arrojó que solo el 34% de las compañías tiene planeado sumar nuevas tecnologías en los próximos cinco años, mientras que en Alemania y Francia el porcentaje supera el 70%. No obstante, el 70% de los empresarios considera que la falta de personal capacitado es el principal desafío de la industria 4.0.
Así como en la Argentina existe esta particularidad de empresas que tardan en adaptarse al cambio tecnológico, a nivel internacional también existe una falencia en cargos gerenciales respecto de la toma de decisiones.
Ana Paula Cusolito, economista argentina que trabaja en el Banco Mundial, señaló: “Uno de los problemas de las compañías es que los gerentes no tienen las capacidades que se necesitan para que sus empresas sean exitosas. Las habilidades que se requieren van desde algunas sumamente básicas, como administrar una empresa, hasta otras sumamente cognitivas, que tienen que ver con la capacidad de desarrollar nuevos productos, nuevos procesos, generar nuevos conocimientos e innovación”.
Asimismo, Cusolito agregó que la clave está en que las empresas se distingan vertical y horizontalmente “para poder sobrevivir en el mercado”. Por otra parte, explicó que hay un fenómeno global que trae consigo una pregunta: “¿Cómo puede ser que, a pesar del progreso tecnológico, la productividad del trabajo haya caído?”
Tanto Ana Cusolito como Paula Szenkman participaron recientemente de las jornadas organizadas por el Ministerio de Producción y el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe, dependiente del BID. Ambas coincidieron en la necesidad de incorporar la agenda de datos como una prioridad gubernamental: "Sin evidencia, no podemos hacer política pública seria. Vale muchísimo recolectar nueva información y hacer un mapeo a nivel nacional o global para ver dónde está la demanda", explicó Cusolito.
De hecho, Szenkman señaló que la agenda de datos será clave también para determinar en qué ramas del empleo habrá una mayor demanda y explicó que desde el Ministerio vienen trabajando con big data para conocer cuáles son los perfiles más requeridos. “Evaluamos páginas como Linkedin para conocer detalles”, explicó la funcionaria.