Michelle Bachelet parece tener el secreto del éxito para seducir a Chile, que hoy acudirá a las urnas para elegir quién será su próximo presidente. Según todas las encuestas, la ex jefa de Estado es la gran favorita para volver al Palacio de la Moneda y sólo resta saber si se impondrá en primera o en segunda vuelta. Con una diferencia de más de dos dígitos sobre su principal rival, Bachelet sueña con convertirse en la primera ex mandataria en volver al poder en el país trasandino desde el retorno de la democracia. Pero, ¿cómo hizo para conquistar tanto a los estudiantes como a los empresarios y al establishment?
Paradójicamente, Bachelet le propuso a su electorado un cambio de modelo político, cuando ella y su coalición gobernaron veinte de los últimos 24 años. Así, la ex presidenta logró encarnar la renovación y, con una gran cintura política, se erigió en la candidata de (casi) todos. Prometió una reforma constitucional, otra tributaria y terminar con el lucro en la educación, captando los principales reclamos de los jóvenes chilenos.
“Hoy por hoy, todos ya están listos para aceptar un nuevo gobierno de Bachelet, pero las expectativas difieren. El sector empresarial está tranquilo porque espera sólo reformas moderadas y graduales. Pero los movimientos sociales esperan reformas más radicales”, explicó a PERFIL Patricio Navia, politólogo de la Universidad Diego Portales y de la New York University.
Pese a estar apoyada por sectores tan diversos, la hija del general Alberto Bachelet, que murió torturado por la dictadura de Augusto Pinochet, supo conquistar a la izquierda y a los hombres de negocios.
Tanto es así que Camila Vallejo, líder de los estudiantes que jaquearon al gobierno de Sebastián Piñera y candidata a diputada por el Partido Comunista –en alianza con la Concertación–, hizo campaña junto a la ex mandataria. En el otro extremo del arco ideológico, los principales empresarios del país apostaron por Bachelet y financiaron su campaña, lo que motivó la denuncia de su competidora, Evelyn Matthei, representante de la derecha. “A mí me encantaría ver cuánto aportaron a esa campaña empresarios que están con distintos tipos de problemas. O los empresarios la apoyaron o no sé de dónde viene esa plata”, declaró recientemente la candidata de la Alianza.
Su estrategia electoral estuvo centrada exclusivamente en su figura, debido a su alta popularidad. La pediatra dejó el poder hace cuatro años con el 80% de aprobación y supo evadir los escándalos y las confrontaciones. Pese a la baja aceptación de la Concertación –sólo un 17% de los encuestados por el Centro de Estudios Públicos (CEP) confía en la coalición política–, Bachelet trepó hasta un 47% de intención de voto, según el mismo sondeo.
Si en los últimos veinte años la Concertación era un sello electoral imbatible, ahora ese rédito electoral está en duda. Por eso, la ex jefa de Estado protagonizó una campaña personalista, en la que evitó mostrarse con los tradicionales líderes de centroizquierda.
Con su carisma y el recuerdo de una buena gestión, Bachelet desandará hoy el camino de regreso a la presidencia. Volverá y será millones. De votos.